Devoción.

1.2K 95 12
                                    

No sabías cómo, ni en qué momento habías abierto tus piernas por completo para él. Las tenías encima de sus hombros, estaba completamente hundido entre ellas lamiendo con ansias todo lo que tenías para entregarle. Un gemido se ahogó en tu mano cuando la colocaste sobre tu boca al sentir su dedo pulgar presionar tu hinchado clitoris, haciendo círculos sobre allí.

"¡Oh, por dios!"

Chillaste sin poder evitar mencionar a tu dios cuando dos dedos cubiertos por los guantes del coronel hicieron camino entre tus húmedos labios para comenzar a embestir con fuerza. Sus dedos eran grandes, y nunca nadie te había tocado allí a excepción de un hombre hace años atrás. Pero nadie lo sabía. Nadie debía saberlo.

Sonidos húmedos se escuchaban por el lugar, tenías la cabeza hacia atrás, no sabías ni siquiera dónde colocar tus manos, estabas tan nerviosa y caliente que no sabías como reaccionar al como te estaban tocando por lo que simplemente colocaste tus manos entre sus cabellos mientras tus caderas se movían inconscientemente contra sus dedos enterrados en tu coño necesitado y húmedo. La vista que tenía era hermosa. Estabas hecha un desastre. Te había arruinado, pero era lo que él había querido. Arruinarte de un principio para poder hacerte adicta a él, a su olor, a su sabor. Todo él.

"Mírate..¿y tú devoción a Dios? No puedes cometer estos pecados."

Sus palabras estaban plagadas en dulzura, una dulzura cruel que inventaba solo para burlarse de ti. De la ingenua tú que había accedido a orar con él. Pero él no tenía planeado arrodillarse para rezarle a Dios. Él tenía planeado arrodillarse para comerte el coño como la necesitada zorra que eras. Quizás malinterpretó tus miradas, quizás el necesitado era él pero algo seguro era que él te deseaba. No quería una novia, por supuesto que no. No quería una pareja. Solo quería algo para poseer, una propiedad, algo que podía llamar suyo. Quitó lentamente sus dedos de tu coño, suspirando al oír el pequeño gemido abandonar tu boca.

Se puso de pie y comenzó a desabrochar su cinturón, también la cremallera de su pantalón que bajó hasta que estuvo en sus tobillos. Se sentó a un lado de ti antes de jalarte para que estuvieses encima de él. Te levantó ligeramente, bajando su bóxer para que su erección saliera orgullosa de allí, chocando contra tu coño húmedo. La punta ya comenzaba a soltar un poco de líquido preseminal.

"Te voy a tomar. Te voy a tomar ahora mismo, kleine hirsche von gott."

Susurró contra tu oído, alineando su erección contra tu entrada que se contraía alrededor de la nada ansiosa por ser llenada por fin. La metió de forma lenta, soltando un gruñido al sentir tus apretadas paredes alrededor de toda su extensión. Esperó un rato para que te acomodaras a su tamaño, al menos estaba siendo un poco consciente de lo grande que era y del dolor asquerosamente placentero que te provocaba tenerlo hasta lo más profundo de ti. Se quedó totalmente quieto susurrando obscenidades contra tu oreja hasta que sintió como sutilmente tú misma movías las caderas para sentir algo de movimiento. Sonrió de forma animalística antes de comenzar a moverse con fuerza. Saliendo y entrando de ti. Abusando de tu pequeña entradita.

Hábilmente subió tu camiseta, dejando al descubierto tu estómago y pechos aún cubiertos por el sostén que pronto dejó de estar allí, tus pechos saltaron al aire y gemiste por lo bajo cuando el aire frío de la habitación hizo endurecer tus pezones. Sus manos comenzaron a explorar por tu abdomen, la palma de su mano había sentido pequeños relieves que se trataban de cicatrices. Parecían ser antiguas.

"Dile a tu Dios..dile a tu Dios quién te está corrompiendo.."

Gruñó el hombre entre fuertes y certeras estocadas que llegaban hasta lo más profundo de ti, su mano rodeaba tu cuello ahora, privándote del aire mientras te tomaba en la pequeña capilla. Tú sentada sobre él, con tus piernas abiertas mientras su polla dura entraba y salía de tu coño apretado, lo que alguna vez fue virgen ya no lo era. Él lo había tomado por completo. O eso creyó él por lo menos.

Su pene palpitó en tu interior, tomando entre una de sus manos tu pecho desnudo. Era un milagro que no hubiese nadie rondando por la base a esas horas. Era un milagro que él te hubiese buscado.

"Dile..confiésale la pequeña zorra que eres..una pequeña zorra devota a su único Dios.."

Entre pequeños jadeos murmurabas su nombre. Se escuchaba exquisitamente bien oírlo, escucharte gemir por más. Sólo por él. Escuchar su nombre deslizarse de tus labios mientras abusaba de tu pequeño coño, su mano dejó ir tu seno y se paseo por tu muslo desnudo, las puntas de sus dedos acariciando las cicatrices allí. Gimió ante la sensación. Te adoraba. Te quería para él. Quería que le pertenecieras.

Cubrió tu boca con su mano, no permitiéndote hacer ningún sonido cuando pasos se escucharon por fuera del lugar.

Se sentía muy bien, demasiado bien. A pesar de que nunca fuiste alguien buena en todos estos años, nadie podía imaginarse lo bien que él te estaba haciendo sentir ahora mismo. Y justo afueras de la puerta nadie sabía lo que estaba sucediendo. Siguió usándote aunque afueras hubiese gente, no le importaba él lo más mínimo que en cualquier momento pudiesen abrir la puerta del lugar para encontrarse con él coronel del grupo aliado usando a su capitana como una zorra barata o un juguete para desestresarse un poco. No pensaban que ella hiciera esas cosas. La veían como alguien demasiado pura y devota a Dios, se sabía que ella estaba en contra de todas las cosas que tuviesen que ver con pecar pero mírenla aquí. Siendo utilizada y dejándose tomar por un hombre al que apenas llevaba conociendo una semana con profundidad.

needless and pins | König.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora