Listen to me

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Los días pasaban con lentitud en la familia Sano, las horas tristes y los minutos melancólicos, para Shinichiro a la llegada del sol, se desvanecía una pisca de esperanza.

Cómo su cuerpo se sentía desvanecer por las cosas que no podía controlar, quería que su hermano abriera los ojos aunque tuviera que dar su alma al diablo, quería que ese niño de sol abriera sus ojitos de noche, que su boca de media luna sonriera y sus mejillas de melocotón les diera el sol.

Se derretía en el hospital esperando que su hermano diera un indicio de vida, un atisbo de esa fuerza que lo caracteriza, pero con cada tarde entre paredes blancas, sábanas con olor a antiséptico, y un pitido constante de la vida, se desvanecía la fé.

Solo mantener la mirada en los tubos que iban y venían de máquinas a Manjiro, la escena demaciado para su corazón los momentos que eran mucho para su alma. Se preguntaba ¿Cómo seguía?, cuando su hermano era un durmiente en ese hospital.

Se desvelaba pensando cuál seria el día tan ansiado o si nunca lo habrá, se funde en su propia desgracia, se entierra en la incertidumbre y se ahoga en un tal vez.

Se siente asfixiado por como debe sobrellevar la vida, quiere simplemente intercambiar lugares, que el sea el entubado y Mikey respire y viva normal sin tener que estar casi inserte en esa camilla.

Se encontraba en el taller, no podía pasarla en el hospital con la esperanza de que los deditos suaves tocaran su mano, metía mano a las máquinas con destreza, pensando una y otra vez en el niño que aún se mantenía en una cama.

Su cuerpo rígido por el estrés, su mirada triste y un constante subir y bajar de su pecho daba indicaciones de la vida que aún latía contra su pecho, pero casi se sentía muerto, muerto por no hacer más, por no intentar más.

Que haría si todo se iba, ¿Como podría vivir sin el menor? Su mandíbula aprieta, su cuerpo se tenza, sus ojos se sienten picar y toda su determinación se disminuye al saber que todo se empieza a torcer, que no puede hacer nada y solo es un simple inútil.

Inhaló y exhaló con fuerza, viendo al frente y ahí en la ventana está un niño, parece que esta totalmente maravillado, observa su peinado raro de cabellos hacia arriba. El chiquillo aún veía las motocicletas como si fuera una dulceria.

Sonrió al ver cómo el niño aún se mantenía en la ventana observando con ojitos brillantes, se levantó de su lugar y se limpio o quiso limpiar las manos llenas de grasa de motor. Llego a la salida a paso lento y el niño lo vio por fin, sus ojos negros se encontraron con los del infante que también eran negros.

—¿Te gustan?

Señalo las motocicletas que se encontraban dentro del taller, el niño asintió con rapidez.

—Si, mucho.

Parecía que hablaba de un arte de magia o algo verdaderamente mágico por como el tono de voz del niño se escuchaba maravillado, se rió ligeramente.

—¿Quieres entrar?

—¿Enserio?

—Si claro, ve más de cerca.

El niño como rayo paso al local, cada motocicleta las veía como arte, como una maravilla del mundo, tocaba con cuidado y suave los manubrios o neumáticos, siguió en lo suyo hasta que sintió una presencia.

Era el niño que lo veía de cerquita, en cada movimiento el niño lo veía, se rió y se volteo para ver al chiquillo que parecía de una edad con Manjiro y los sentimientos se decayeron.

—¿Quieres intentarlo?

—¡Si!

La emoción de la voz de niño le hizo sonreír con nostalgia, Manjiro había estado tan maravillado cómo ese niño, se dió cuenta de algo importante un poco tarde.

Sus pensamiento se fugaron al pequeño Manjiro intentando arreglar una motocicleta que al final no pasó nada, risas del pasado y una tristeza del presente, se acercó al niño que consentrado se mantenía en la motocicleta.

Vio como intentaba con sus manos pequeñas hallar una explicación al mal del motor de esa motocicleta, hasta que de un momento a otro se rindió viendo al mayor, que le sonreía.

—¿Que te pareció?

—No pude, me gustan mucho las motocicletas pero ni siquiera pude ayudarte.

—No te apures, es cuention de práctica y conocimiento.

—Y-yo no tengo a nadie que me enseñe, dónde vivo...bueno tengo muchas hermanas.

Vio la incomodidad del niño, se hinco viendo al niño y le sonrió tal vez debía hacer una buenas obra, tal vez y está era una señal, tal vez y esto haría una diferencia.

—Puedes venir cuando quieras, te puedo enseñar, y si te vuelves bueno tal vez y te contraté aunque jamás serías tan bueno en estas bellezas como yo.

—Yo creo que sí, aprendo muy rápido.

El niño mostró una sonrisa grande y alegre que calentó el corazón de Shinichiro. Asintió con la cabeza y vio el lugar.

—Antes de tu primera lección debemos limpiar este lugar.

—Emmm si lo hago yo...podrías.

—Si limpias te daré 50 yenes.

—Estara perfectamente limpio.

—Y cuántos años tienes, debo saber eso antes de que trabajes.

—Voy a cumplir doce en unos meses.

—Estas por entrar a la secundaria entonces.

—Sip.

La nostalgia lo invadió una vez más, ese niño era como su Mikey, ese niño iría a su primer día de escuela en unos pocos meses así como debería ir su Mikey, su Manjiro debía está como ese niño.

Se sumergía en el dolor de pensar el como ese pequeño si podría vivir, y tal vez...solo tal vez su Mikey jamás podría hacer todo eso, jamás lo ayudaría en el taller, nunca volvería a ver a sus amigos.

Cuando se dió cuenta el niño movía la última caja para que todo estuviera acomodado y ordenado, sonrió y penso que tal vez Mikey se llevaría bien con ese niño.

Se dió cuenta que no había preguntado ni siquiera su nombre y con un poco de vergüenza se acercó al niño

—¿Cuál es tu nombre?

—Ryuguji Ken.














Me tarde siglos y perdón, pero la escuela es la única culpable. Espero que el próximo capitulo no se tarde tanto.

Crime[Drakey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora