Hope

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Keisuke estaba en las escaleras de su apartamento mientras veía como los últimos rayos de luz desaparecían de su vista hacia el inmenso horizonte. Suspiro cuando escucho el pequeño maullido del gato.

Acaricio el lomo del gato negro, su único acompañante en la mierda que estaba viviendo, después del accidente de Mikey las cosas iban de mal en peor, primero la hospitalización de su amigo y ahora sus padres se divorciaban.

Recordaba como su mamá lo veía con tristeza, como le decía que papá ya no vivirá con ellos, como lo abrazaba y se tragaba las gana de llorar ahora conocía ese sentimiento, esa forma de respirar, su mamá no estaba bien, pero no derramo ni una lágrima frente a él. Era fuerte.

-¿Debería dejarme el cabello largo Peke?

El minino lo miro, los ojos verdes jade lo examinaron por unos minutos hasta que soltó un maullido, se rió entre dientes, y siguió acariciando al gato que comenzaba a ronronear. Los colores que habían sido pasteles se comenzaban a oscurecer y las estrellas a verse.

-Vamos a casa.

Agarro al gato y camino hasta la puerta de su apartamento, camino a la cocina y saco una sopa instantánea y puso agua a calentar, no tenía ganas de nada, no quería nada, no quería ver a nadie. Solo quería sentarse en su habitación acariciar al gato y comer peyoung yakisoba hasta que su estómago fuera solo harina y tal vez morir.

-Soy un dramático.

Espero a que la sopa estuviera lista, camino a la ventana que por suerte se veía la ciudad afuera, pensó si tan solo tuviera alas, si así fuera podría volar y jamás sentir lo que ahora lo envolvía en emociones que odiaba y repudiaba con la sangre caliente.

Sentía asco verse, como si fuera un criminal, queriendo que todo fuera un sueño, si tan solo pudiera regresar el tiempo así podría decirle a Mikey que no brincara en las escaleras, que podrían jugar más tarde o en el dojo.

Sus palmas de las manos ardieron y dolieron tenía las manos hechas puño mientras sus uñas se encajaban en la piel de la palma, era estúpido, era tan estúpido por pensar que habría redención en su auto condena.

Le dolían las manos, le quemaba la garganta, se expriman sus sentimientos, su cabeza se licuaba en sus pensamientos y las lágrimas se sentían como el infierno al pasar por sus mejillas, se sentía tan solo, su mejor amigo en máquinas y solo era su culpa, su maldita culpa.

Habían pasado largos cuatro meses y nada no había nada, había ido al médico para ver a su amigo aunque le negaron el paso no era hora de visitas, aunque ante el desespero pidió saber algo de Mikey recibiendo un:

"Es estable, chico el está en coma y no sabemos cuándo despertara, aunque a respondido muy bien a las visitas de sus hermanos, pero no sabemos si despierte."

Que mierda de respuesta era esa, sus ojos se llenaron de agua salada y cálida, rodando por milésima vez, cuando las luces se veían en la ciudad suspiro relajando sus hombros, de todos modos la sensación de soledad y culpa ya era parte de el, ya se había fundido con su cuerpo.

Vio la sopa y trago con fuerza no queriendo pensar las veces que compartió esa comida con Mikey, queriendo pensar otra cosa, ¡Otra maldita cosa! Las manos temblaron mientras sostenía los palillos, paso el bocado riendo mientras las lágrimas bajaban.

-Sera así, así siempre, que más quieres de mi, que más.

Le dijo a la soledad, o alguna deidad que no le importaba su dor y miseria, quería acurrucarse en su cama que las sábanas lo cubrieran y con ellas sus miedos se esfumaran, que sus sentimientos se alejaran, que sus emociones no lo invadieran y que todo se sintiera igual, igual que cuando esgaba su amigo.

Dejo la sopa a medio comer ya no podía dar un bocado más, ya no podía cuando el asco subía por su garganta arañando su esófago, gruño con fuerza y corrió al retrete lo más rapido que sus piernas pudieron, hasta desvanecerse en la cerámica mientras desechaba todo en arcadas dolorosas.

-Que tontería.

Jalo la cadena, se levantó con la cabeza mareada y el sabor asqueroso en su boca, viéndose en el espejo se sintió en un torbellino no pudiendo reconocer el reflejo de su propio rostro, abrió el grifo del agua y lavo su boca con fuerza y mucha pasta dental refregando todo su dolor y el sabor.

La sensación ardiente y el sabor a metal le confirmo que solo podía lastimar, se enjuagó una, dos, tres veces. Se mordió el labio y mojo su cara para desacer las ganas de llorar como patético otra vez

Salió del baño lento y cansado, sabía que su mamá llegaría tarde, tal vez muy tarde está vez y sin pensarlo más salió de su casa, queriendo olvidar todo, tal vez perderse en la ciudad y quitar una carga tan pesada en los hombros de su amada progenitora.

Había bajado un piso hasta que vio a su izquierda por pura coincidencia vio a su gato restregarse en las piernas de otra persona, el tipo agarro el gato y lo abrazo, quería descargar su odio y tal vez que tocaran a su gato lo iba a pagar.

-¡Hey! Es mi gato.

El tipo lo vio y todas su fuerzas se fueron al caño, había visto miles de humanos, cientos de gente, yendo y viniendo pero jamás a ese chico la oscuridad hacia que la vista fuera difícil, la luz artificial de las lámparas no enmarcaba cada expresión y color de piel o cabello.

-¿Ah? Excalibur es tuyo.

La voz fue un clavo más que hizo que su voz no saliera, que sus puños no se apretaran y que su odio no burbujeaba, el chico más bajo que aunque parecía de su edad bajo a Peke J y le sonrió.

-Si.

-Oh, no lo sabía, el suele ir a mi casa.

Le sonrió aún más grande, más brillante, más feliz. Arrugó su nariz y se relajo en minutos dejando que sus sentimientos agrios no tomarán rienda en situación.

-Si suele escaparse.

-Es muy listo.

El gato se restregaba en las piernas flacuchas del niño, se rasco la nuca un poco nervioso por como el chico sonreía a las muestras de afecto del minino.

-Lo es.

Vio al niño que ni siquiera lo veía, seguía observando al gato que ronroneaba en sus piernas, las palabras ya no salían, ni el chico hablaba era un silencio incómodo o así lo sentía Keisuke.

-Soy Matsuno, Matsuno Chifuyu.

-Baji.

Crime[Drakey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora