Capítulo V

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Said miró como Jade se desvanecía en sus brazos y su corazón sintió dolor. Él siempre iba a amarla, pese a todo lo que había pasado, no podía dejar de hacerlo. Ella formaba parte de su corazón, arrojarla al viento había sido como arrancar su corazón y tirarlo. Recordó aquella vez que bailando junto a ella se desvaneció y tuvo una crisis de nervios. Cuando Rania, dijo que Lucas estaba cerca, supo de inmediato que siempre acabaría así, Lucas perturbaría su mente, rompería su corazón y él intentaría armar los pedazos que quedaran. Jade nunca se dio cuenta que ese hombre no sabía ni si quiera lo que quería en la vida, era un occidental cobarde que solo la hacía sufrir. Jade nunca lo miró por cegarse a él y eso le dolía. Él era el padre de su hija y había compartido veinte años de su vida con ella, pero ella siempre corría tras una felicidad efímera e incierta.

Said acomodó a Jade en el asiento y giró hacia donde estaba él. Él lo observaba desde la puerta del restaurante con una muchacha que parecía de dieciocho años. Aquel hombre por quien lucho por tantos años sin que él moviera un dedo miraba hacia el lugar donde estaba la mujer que él amaba.

Pese a que sabía que estaba ahí, aquel occidental, dio unos pasos hacia adelante y caminó hacia donde estaba él.

Cuando se acercó, Said, salió del auto a su encuentro quedando a unos tres metros del auto y lo miró por debajo de los hombros ya que le llevaba casi veinte centímetros de altura.

─ ¿Qué quieres, Lucas? – fue Said quien habló primero. Lucas lo miraba desafiante, como si en su posición pudiera hacer algo.

─ Solo vine por Jade ─ contestó aquel brasileño. ─ Vi que salió alterada.

Said observó cómo pese a todo, parecía creerse altivo.

─ Es mejor que te vayas Lucas ¿No te cansas de solo hacerle daño?

Lucas sabía perfectamente que él era la razón siempre de la desgracia de Jade.

─ Eso no te importa.

Said volteó y encontró a Khadija inquieta tratando de mirar hacia donde estaban ellos.

─ Vete Lucas, nuestra hija, vino con nosotros y no tiene por qué escucharte ─ comentó Said. El marroquí sabía que Khadija sería lo único por lo que era superior a Lucas. Él había unido su vida para siempre a Jade y esa niña era el fruto de su amor por aquella mujer. ─ ¿Crees que es fácil para ella estar cerca del hombre por el que su mamá tiró su vida al viento y encima ni se hizo responsable de ella?

Said observó cómo Lucas miraba hacia el auto y observaba a su hija quien miraba con reproche al brasileño. Khadija era apenas una niña que estaba asimilando que su mundo perfecto había sido cambiado de la noche a la mañana.

─ Solo quiero saber si Jade está bien ─ comentó, Lucas.

Said, suspiró. Él sabía que solo estaba desmayada por la impresión. Él había sido su esposo por veinte años, la conocía mejor que nadie. Siempre observándola sabía cada emoción que transmitía Jade. El desmayo ocurría la mayor parte de las veces cuando Jade no sabía lidiar con una situación fuerte.

─ Ella se pondrá bien, ahora vete.

Said observó cómo Lucas quiso articular alguna palabra, pero en vez de ello, dio media vuelta y se fue. La muchacha con la que estaba no tardo en tomarlo por el brazo y hacerle arrumacos mientras volvía a ingresar al restaurante.

Ese hombre siguió su vida, mientras Jade nunca lo miró a él. Ahora, continuaba, demostrando tal como él siempre lo supo, ella solo fue una aventura extravagante de Marruecos.

....

Jade despertó en su antigua habitación. Al recobrarse, observó a su hija y a su ex esposo mirándola con preocupación. Ambos estaban al pie de la cama.

El destino que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora