Capítulo 6

288 18 9
                                    

Zein había preparado una cita con la psicóloga para Jade. Aquella mañana luego de despertar, ella se había arreglado y fue el mismo quien la llevó al consultorio. Era una de las clínicas más exclusivas de Brasil y, aunque el dinero no resultaba algún impedimento para Zein, Jade se sentía un poco avergonzada de que él estuviera pagándola. Se suponía que su nueva vida incluía independencia y seguía dependiendo de un hombre que seguía enamorado de ella.

El egipcio estacionó su auto en el parqueo de la clínica. Frente a él, Jade vio un edificio de por lo menos diez pisos. Estaba un poco nerviosa, era la primera vez que pasaría por algo así.

─ No tengas miedo ─ murmuró Zein mientras caminaban hacia la puerta. ─ Ella solo te escuchará y te dará algunas recomendaciones.

─ Está bien.

Jade sentía una opresión en el pecho. Temía muchas cosas, entre ellas el juicio de la psicóloga a todas las locuras que había cometido en su vida.

El consultorio se encontraba en el tercer piso. Ellos usaron el ascensor y rápidamente llegaron.

Al estar en el tercer piso, fueron a recepción y preguntaron por su cita, la recepcionista les dijo que habían llegado con el tiempo justo y que la psicóloga la estaba esperando.

─ Entra yo estaré en la sala de espera. ─ dijo el egipcio.

Jade sentía los nervios a flor de piel.

Al ingresar encontró a una joven de no más de treinta años sentada en su escritorio. Tenía el cabello castaño y los ojos color miel, era muy bonita.

─ Buenos días, Jade. ─ saludó ella.

─ Buen día, licenciada ─ Jade respondió al saludo, pero no dejaba de notar lo joven que era la psicóloga.

─ Toma asiento ─ sugirió la psicóloga ─ Mi nombre es Julia. Vamos a generar un espacio de confianza, puedes ir contándome lo que desees.

─ No sé por dónde empezar...

─ Cuéntame sobre ti, Jade.

Jade vaciló en decirle alguna cosa, pero tenía que hablar, necesitaba aprender a lidiar con todo el remolino que se había vuelto su vida en aquellos últimos meses.

Empezó por sus padres, como no recordaba casi a su padre y que su ausencia le había afectado más de lo que hubiera imaginado a su vida. Su padre había muerto trágicamente luego de un accidente mientras viajaba de Rio a Sao Paulo. El padre de ella tenía un negocio de comercio de alimentos y siempre viajaba. Cuando ella se quedó sola con su madre, toda la vida a la que estaba acostumbrada, cambio. Quedaron a cargo de su tío Ali quien, por sugerencia de su madre, les permitió vivir en Brasil. Su madre siempre la hizo seguir los preceptos de la religión por lo que era victimas de constantes burlas en la escuela por ser diferente.

Luego habló de la enfermedad de su madre y como a poco la fue consumiendo, como ella a veces se escondía entre paredes y veía que su madre trataba de hacerse la fuerte para que ella no notase lo mal que la estaba pasando. Fueron tiempos difíciles que nuevamente estaba recordando, continuo con el día de la muerte de su madre, aunque aquel día era un vago recuerdo. Tuvo que concentrarse bastante en recordar cómo pasó, pues la escena parecía querer borrarse y se lo dijo a la psicóloga.

─ Tranquila, Jade. A veces, el cerebro suprime recuerdos traumáticos para que no te hagan daño.

Jade sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas. Cada vez que pensaba en su madre su corazón dolía, podrían haber pasado treinta o cuarenta años, pero inconscientemente su madre siempre le haría falta.

El destino que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora