Capítulo 6. El viaje desde el andén nueve y tres cuartos

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El último mes con los Dursley no fue divertido. Es cierto que Dudley le tenía miedo y no se quedaba con ella en la misma habitación, y que tía Petunia y tío Vernon no la encerraban en la alacena ni la obligaban a hacer nada ni le gritaban. En realidad, ni siquiera le dirigían la palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Gia ocupaba estuviera vacía. Aunque aquello significaba una mejora en muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente.

Gia se quedaba en su habitación con la lechuza por compañía, a quien llamó Hedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia, y devoró todos y cada uno de los libros del colegio, como era habitual en ella, hasta el punto de casi saberselos de memoria. Aun así, dejó algo de tiempo para buscar hechizos útiles para modificar su ropa, haciendo que fuera mas femenina (aunque no se atrevió a probarlos hasta que no llegase al colegio) y para encantar el reproductor para hacerlo funcionar en el colegio (había leído en Historia de Hogwarts que allí no funcionaban los aparatos electrónicos), llenándolo de sus bandas y canciones favoritas. Y sobre todo, para recordar aquellos ojos grises, preguntándose quién sería.

El último día de agosto pensó que era mejor hablar con sus tíos para poder ir a la estación de King's Cross, al día siguiente. Así que bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la garganta, para que supieran que estaba allí, y Dudley gritó y salió corriendo. Gia aguantó las ganas de reírse.

- Hum...¿Tío Vernon?

Tío Vernon gruñó, para demostrar que lo escuchaba.

- Hum...necesito estar mañana en King's Cross para... para ir a Hogwarts. 

Tío Vernon gruñó otra vez.

- ¿Podría ser que me lleves hasta allí?

Otro gruñido. Gia interpretó que quería decir sí.

- Muchas gracias.

Estaba a punto de volver a subir la escalera, cuando tío Vernon finalmente habló.

- Qué forma curiosa de ir a una escuela de magos, en tren. ¿Las alfombras mágicas estarán todas pinchadas?

Gia no contestó nada.

- ¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos?

- No lo sé - dijo, dándose cuenta de eso por primera vez. Sacó del bolsillo el billete que Hagrid le había dado -. Tengo que coger el tren que sale del andén nueve y tres cuartos, a las once de la mañana - leyó.

Sus tíos lo miraron asombrados.

- ¿Andén qué?

- Nueve y tres cuartos.

- No digas estupideces - dijo tío Vernon -. No hay ningún andén nueve y tres cuartos.

- Eso dice mi billete.

- Equivocados - dijo tío Vernon -. Totalmente locos, todos ellos. Ya lo verás. Tú espera. Muy bien, te llevaremos a King's Cross. De todos modos, tenemos que ir a Londres mañana. Si no, no me molestaría.

- ¿Por qué vais a Londres? - preguntó Gia con dulzura, tratando de mantener el tono amistoso.

- Llevamos a Dudley al hospital - gruñó tío Vernon -. Para que le quiten esa maldita cola antes de que vaya a Smeltings.

Gia despertó a las cinco al día siguiente, emocionada e ilusionada. Se levantó y se puso los tejanos: no quería andar por la estación con su túnica de bruja, ya se cambiaría en el tren. Miró la lista por última vez, metió a Hedwig en su jaula y luego se paseó por la habitación, dejándola meticulosamente ordenada, esperando a que los Dursley se levantaran. Dos horas mas tarde, su baúl estaba en el coche de sus tíos.

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