Capítulo 13. Nicolás Flamel

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Gia contó a Ron y Hermione toda su charla con Dumbledore cuando ésta volvió al colegio, el día antes de empezar las clases. Ambos estaban muy impresionados.

- ¡Guau! - exclamó Ron. - ¿Entonces puedes...?

- Aún no. - respondió Gia. - Es muy difícil. Pero podré.

Gracias a sus reuniones, a los duros entrenamientos de quidditch y a las búsquedas sin resultado en la biblioteca, Gia consiguió mantener a raya las pesadillas, gracias a lo exhausta que acababa al final del día. Aun así, Gia seguía convencida de que lo había leído en algún lugar.

Wood los hacía trabajar más duramente que nunca. Ni siquiera la lluvia constante que había reemplazado a la nieve podía doblegar su ánimo. Los Weasley se quejaban de que Wood se había convertido en un fanático, pero Gia estaba de acuerdo con Wood. Si ganaban el próximo partido contra Hufflepuff, podrían alcanzar a Slytherin en el campeonato de las casas, por primera vez en siete años.

Entonces, durante un entrenamiento en un día especialmente húmedo y lleno de barro, Wood les dio una noticia inesperada. Se había enfadado mucho con los Weasley, que se tiraban en picado y fingían caerse de las escobas.

- ¡Dejad de hacer tonterías! - gritó -. ¡Ésas son exactamente las cosas que nos harán perder el partido! ¡Esta vez el árbitro será Snape, y buscará cualquier excusa para quitar puntos a Gryffindor!

George Weasley, al oír esas palabras, casi se cayó de verdad de su escoba.

- ¿Snape va a ser el árbitro? - Escupió un puñado de barro -. ¿Cuándo ha sido árbitro en un partido de quidditch? No será imparcial, si nosotros podemos sobrepasar a Slytherin.

El resto del equipo se acercó a George para quejarse.

- No es culpa mía - dijo Wood -. Lo que tenemos que hacer es estar seguros de jugar limpio, así no le daremos excusa a Snape para marcarnos faltas.

A Gia aquello la sorprendió mucho. Si bien no tenía una mala relación con Snape, no se podía decir que se sintiese precisamente contenta de saber que iba a ser el árbitro en el próximo partido.

Los demás jugadores se quedaron, como siempre, para charlar entre ellos al finalizar el entrenamiento, pero Gia se dirigió directamente a la sala común de Gryffindor, donde encontró a Ron y Hermione jugando al ajedrez. El ajedrez era la única cosa a la que Hermione había perdido, como ella, algo que Ron consideraba muy beneficioso para las dos, sobre todo para Hermione.

- No me hables durante un momento - dijo Ron, cuando Gia se sentó al lado -. Necesito concen... - vio el rostro de su amiga -. ¿Qué te sucede? Tienes una cara terrible.

En tono bajo, para que nadie más los oyera, les explicó el súbito y siniestro deseo de Snape de ser árbitro de quidditch.

-No juegues - dijo de inmediato Hermione.

- Diles que estás enferma - añadió Ron.

- Finge que se te ha roto una pierna - sugirió Hermione.

- Rómpete una pierna de verdad - dijo Ron.

- No seáis ridículos. Además, me gustaría saber a que viene ese repentino interés por ser árbitro.

En aquel momento Neville cayó en la sala común. Nadie se explicó cómo se las había arreglado para pasar por el agujero del retrato, porque sus piernas estaban pegadas juntas, con lo que reconocieron de inmediato el Maleficio de las Piernas Unidas. Había tenido que ir saltando todo el camino hasta la torre Gryffindor.

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