Capítulo 16. A través de la trampilla

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En los años venideros, Gia nunca pudo recordar cómo se las había arreglado para sacar las notas que sacó en sus exámenes de primero, mirando constantemente por las puertas y ventanas por si Voldemort aparecía.

- Trató de que huyera con él. - les dijo en susurros a sus amigos, después del examen de Encantamientos, cuando Malfoy pasó por delante de ellos, lanzándoles miradas de odio.

-¿Ese idiota? - preguntó Ron. - Si te dejó plantada. - Gia negó con la cabeza.

- Para nada. - la replicó Hermione. - fue a buscarnos para avisarnos. Ni se acordó de las chispas.

- Me cogió del brazo y trató de que corriera con él, pero como vio que me quedaba estática... - Gia le miró de reojo, aguantando las ganas de bailar. Malfoy se había preocupado por ella, por ponerla a salvo.

Hacía mucho calor, en especial en el aula grande donde se examinaban por escrito. Les habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa.

También tenían exámenes prácticos. El profesor Flitwick los llamó uno a uno al aula, para ver si podían hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio. La profesora McGonagall los observó mientras convertían un ratón en una caja de rapé. Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes. Snape los puso nerviosos a todos, respirando sobre sus nucas mientras trataban de recordar cómo hacer una poción para olvidar.

El último examen, Historia de la Magia, los tuvo una hora respondiendo preguntas sobre magos que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estarían libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieran los resultados de los exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns les dijo que dejaran sus plumas y enrollaran sus pergaminos, Gia no pudo dejar de alegrarse con el resto.

Fueron hacia el lago y se dejaron caer bajo un arbol. Los gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla.

- Además, no debes preocuparte, Gi. - comentó Ron. - ninguna en realidad. Os habrá ido genial.

Gia se frotaba la frente.

- ¡Me gustaría saber qué significa esto! - estalló enfadada -. Mi cicatriz sigue doliéndome. Me ha sucedido antes, pero nunca tanto tiempo seguido como ahora.

-Ve a ver a la señora Pomfrey - sugirió Hermione.

- No estoy enferma - dijo -. Creo que es un aviso... significa que se acerca el peligro...

Ron no podía agitarse, hacía demasiado calor.

-Gi, relájate, Hermione tiene razón, la Piedra está segura mientras Dumbledore esté aquí. De todos modos, nunca hemos tenido pruebas de que Snape encontrara la forma de burlar a Fluffy. Casi le arrancó la pierna una vez, no va a intentarlo de nuevo. Y Neville jugará al quidditch en el equipo de Inglaterra antes de que Hagrid traicione a Dumbledore.

Gia asintió, no muy convencida.

-Son los exámenes, Gi. Hemos estado sometidos a mucha presión. - dijo Hermione.

Gia empezó a dar vueltas alrededor suyo, hasta que cayo en la cuenta y se detuvo, mirándolos.

-Acabo de pensar en algo. - dijo. - Tenemos que ir a ver a Hagrid ahora.

- ¿Por qué? - suspiró Hermione, levantándose.

- ¿No os parece un poco raro - dijo Gia, subiendo por la colina cubierta de hierba - que lo que más deseara Hagrid fuera un dragón, y que de pronto aparezca un desconocido que casualmente tiene un huevo en el bolsillo? ¿Cuánta gente anda por ahí con huevos de dragón, que están prohibidos por las leyes de los magos? Qué suerte tuvo al encontrar a Hagrid, ¿verdad? ¿Por qué no se me ocurrió antes?

Soulmates IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora