I : Welcome

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Lejos del centro de la ciudad existía este complejo de Condominios que aseguraba ser un lugar bastante protegido. El lugar perfecto para esos padres que lo único que buscan es proteger a sus niños, un recinto familiar. Frente a la casa número 87 se habían aparcado varios camiones de mudanza, eso había despertado el interés de los vecinos. ¿Quién se mudaría allí ahora? Y aún más importante para los fisgones del lugar ¿qué tan grande debía ser esa familia para mudarse con tantos camiones llenos de pertenencias? No solo eso, la casa 87 era especialmente grande, contaba quizá con cuatro habitaciones principales en el segundo piso, y un par de habitaciones más pequeñas en la planta baja. Habitaciones que normalmente eran destinadas a la servidumbre, sin embargo, con la cantidad de objetos que llevaban, probablemente llenarían incluso esas habitaciones con hijos. Debía ser una familia grande, y además, muy adinerada para mantener tal vida en una zona residencial y con tantos hijos.

Los vecinos habían comenzado a murmuras y esparcir rumores.

«Escuché que son seis hijos.»

«No, yo escuché que tienen diez hijos, y que además no todos son de ellos.»

«Pobre mujer, espero que ya no le duela parirlos.»

Y muchos otros comentarios de mal gusto que nadie diría muy fuerte como para ser escuchados. Es por eso que horas más tarde cuando llegó la familia en un coche mediano, de color negro reluciente, los rumores cesaron. Del automóvil salieron quien debía ser el padre de familia, su esposa y dos niñas. La mayor tendría quizá unos siete años, y la menor no debía tener ni siquiera los tres años cumplidos. ¿Dónde se suponía que estaban los hijos restantes? Tal vez pretendían tener más hijos en el futuro. ¿O acaso llegarían los suegros de alguno de la pareja? ¿Usarían esas habitaciones cómo depósito para la gran cantidad de cosas que habían llevado encima?

«Qué desperdicio, si mi esposo ganara más dinero, seguramente podríamos pagar esa casa más grande, mis hijos tendrían habitación propia.» Reclamó una de las vecinas que murmuraba mientras espiaba desde su ventana.

—Ven Lou. ¿No quieres escoger tu nueva habitación? —Murmuró en un tono dulce casi melodioso la madre de las dos niñas. Llamaba específicamente a su hija mayor, mientras estiraba la mano esperando a que la pequeña corriera y la tomara.

El hombre que las acompañaba tomó a la más pequeña de sus hijas en brazos, y así los esposos se tomaron de la mano y unidos como una familia entraron por primera vez a su nuevo hogar. Si alguien hubiera capturado una fotografía en ese momento, sería la definición de fraternidad y unión en los diccionarios.

Nadie había podido deducir en qué debía trabaja el padre. Debía pertenecer a la política, no seguramente tenía una empresa a su mando, o tal vez un negocio ilegal y había llegado a iniciar algo que pudiera encubrir su dinero malhabido. Al menos esas eran las teorías más populares entre los vecinos.

La realidad es que la familia Fitzgerald no se guiaba bajo el manto protector que pudiera ofrecer el señor Fitzgerald a su familia, habían mantenido un estilo de vida tan glamuroso porque ambos habían logrado impulsar sus carreras individualmente. El señor Fitz había creado una nueva fórmula de detergente que prometía a las amas de casa dejar la ropa blanca como nueva, y había sido tan efectiva que en su antigua empresa le habían ofrecido un nuevo puesto como gerente en la fábrica central de la empresa.

Su esposa había sido modelo de revista en su juventud, destacando por su belleza y jovialidad, había logrado iniciar su propia marca de joyería, y ahora buscaba iniciar nuevas sucursales en un nuevo centro comercial que habían abierto hace un par de meses en la ciudad.

Charles y Eleanor Fitzgerald. Si sus vecinos se enteraran que todos tenían en su casa el producto que lo había vuelto famoso a él. O que todas las mujeres presentes habían tenido al menos una revista con Eleanor como portada, y que muchas habían soñado con usar uno de sus anillos de compromiso, dejarían de andar repartiendo rumores falsos.

Dead to Me || Vannesa AftonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora