Capítulo cuatro

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BILLIE 

16 años 

Me concentré por quinta vez en el papel que tenía enfrente sin saber muy bien qué demonios estaba haciendo. Mi mano ya estaba manchada con el polvo del lápiz cuando la profesora nos hizo saber que el tiempo había terminado. Dejé escapar un gemido de frustración.

Genial.

—Pasen sus exámenes de atrás para adelante, por favor. Bien, todo el mundo, eso ha sido todo por hoy. Feliz fin de semana.

Guardé el resto de mis cosas en mi mochila y esperé hasta que el salón de clases se hubo vaciado para salir finalmente al pasillo. Caminar entre la multitud era asfixiante en esta época del año. Afortunadamente para mí, la secundaria central de Sitka no recibía muchos estudiantes, lo cual hacía más fácil atravesar el edificio de la escuela sin preocuparme por morir aplastada entre una estampida de alumnos. Supongo que las ciudades frías tenían cierto encanto para mantener a las multitudes alejadas.

Iris Remington estaba sacando un par de libros de su casillero cuando me acerqué al mío a paso lento. Nuestros casilleros habían estado uno al lado del otro desde hace dos años, pero apenas habíamos compartido más de cinco palabras en todo ese tiempo. No era una sorpresa, puesto que mis únicos amigos parecían ser mis abuelos y mi hermano mayor. Ah, y su mejor amigo, por supuesto.

También estaba el pequeño detalle sobre que no hablaba con nadie más que con ellos.

Me deslicé junto a ella en silencio y comencé a guardar mis cosas. Era un poco triste que no pudiera decirle nada, pues Iris parecía una chica realmente agradable. Nos sentamos juntas en biología una vez y trabajamos bien. Su novio jugaba como defensa en el equipo de hockey junto a mi hermano y Adrien, así que solíamos toparnos a veces en los entrenamientos o partidos. No me ignoraba como el resto de las personas, lo cual era un punto a su favor.

Sin embargo, ahora que su novio y mis mejores amigos se graduarían en unos pocos meses no creía que volviéramos a cruzarnos tanto.

—Hola, Billie —me saludó alegremente, tomándome por sorpresa.

—Iris —asentí hacia ella.

—Hola, belleza.

Di un respingo ante el sonido de la voz masculina. El novio de Iris, Nate, pasó un brazo por su cintura y la apegó a él a modo de saludo. Conocía a Nate de pasada gracias a Denver. Estaba dentro del círculo social de mi hermano y sorprendentemente me caía bien, teniendo en cuenta que era un chico ruidoso y un poco brusco a la hora de hablar.

Y no me gustaban las personas ruidosas. Solo había una persona ruidosa en mi vida y ya era suficiente con él.

Mantuve mi mirada fija en el desorden de mi casillero, guardando las partituras que necesitaba en mi mochila e ignorando el sonido de los besos a mi lado. Tan sigilosamente como pude, eché un vistazo. Error. Nate prácticamente estaba devorando a Iris a plena luz del día y por lo que a mí respecta a ella parecía importarle poco. Apenas los conocía a ambos, pero no podía apartar los ojos de la imagen que estaban creando justo a mi lado.

Era tremendamente curiosa y observadora. Siempre me había gustado admirar en silencio a las personas, ver cómo se comportaban y preguntarme cómo podíamos caminar todos en este mismo mundo y vivir vidas tan diferentes.

Loco, ¿no?

Me pregunté en silencio cómo se sentiría ser presionada contra otro cuerpo de esa manera al igual que Iris y Nate. Tener unas manos tocándome con tal adoración que casi parecía adoración y temor a la vez. Alguien que me besara hasta que no pudiera escuchar esa molesta voz en mi cabeza cuestionando cada paso que daba. Alguien que me quisiera...

La jugada imposible - Serie Blackstorms #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora