Capitulo 8

177 8 0
                                    

Luego que Lionel saliera de la habitación, tome una ducha muy larga.
Después me distraje leyendo un libro. Había pasado como dos horas desde que me había duchado. Tenía hambre, no tenía nada de ropa en esta habitación, mas que el vestido de la boda.
No tuve de otra, más que salir en bata de baño. A buscar a Lionel o a alguien que me ayudara.

Mientras buscaba por los largos pasillos, salí a dar a un balcón interno con unas escaleras espectaculares, abajo había un salón enorme. Ahí se encontraban padre e hijo, dando órdenes a un grupo grande de hombres. En el suelo habían muchas armas de todos los tamaños.
Estaban tan concentrados en lo que hacían que ninguno se percató de mi presencia.

—¡Oh, mierda!—Grite, alguien me había tocado el brazo.

Disculpe señorita, no era mi intención asustarla. Solo quería preguntarle si ¿necesitaba algo?—Era una mujer bastante joven vestida toda de negro, con la mirada al suelo.

Por favor no me vuelvas a sorprender así, tal vez a la próxima, primero me hablas. Soy Miranda ¿y tú?—Le pregunté con curiosidad.

Me llamo Lucia señorita, trabajo acá.—Respondió un poco cortante.

Lucia de momento no necesito nada, muchas gracias.—hablé, regalándole una sonrisa a la joven, ella solo asintió y se fue por un pasillo.

Voltee a ver al salón nuevamente. Todos miraban en mi dirección, me incomode al ver a todos esos hombres viéndome. Lionel se miraba enojado, Charles tenía una gran sonrisa en el rostro, mientras que los demás solo tenían su mirada fija en mi.

¿Se les perdió algo? ¿Nunca han visto a una mujer?—Hablo un hombre que acaba de entrar al gran salón y traía consigo dos perros, parecían leones, se miraban amenazantes. El hombre soltó a los dos perros e inmediatamente fueron con Lion, rasco sus cabezas y ambos perros se sentaron a un lado de él.

Miranda ven acá.—hablo Charles, mire a Lion y el asintió.

—¿Es tu esposa?—Le preguntó el hombre a Lionel, el no respondió.

Con cada paso que daba todos me miraban, al estar cerca. Padre e hijo se levantaron, los perros se me acercaron y empezaron a olerme.
Cuando menos pensé ambos se pararon en dos patas, me tiraron al suelo y me estaban lamiendo la cara como dos pequeños cachorros. Empecé a reírme, los acaricié y se emocionaron.

Es la primera vez que hacen eso con alguien que no seas tú. Al parecer les agrado la pequeña.—Escuche que dijo Charles.

El peso de los perros y sus movimientos me estaban lastimando un poco.

Señor creo que la están lastimando.

—Ares, Zeus. ¡Fuera!—Grito con autoridad Lion. Los perros se quitaron y se fueron no se donde. Yo estaba tirada boca arriba, seguro estaba hecha un desastre.

Ven te ayudo bonita.—me tendió la mano Charles.—Siéntete afortunada, los perros te aceptaron y eso es un milagro. Esos son unas bestias disfrazadas de perros.

—Entonces eso significa que si les hubiera caído mal ¿me hubieran mordido?

—Yo diría que te hubieran arrancado pedazos de piel, son bastante salvajes.—Hablo el hombre que entró con los perros.

Aún así dejaron que bajara, existía la posibilidad de que me lastimaran ¿y tú lo permitiste Lionel?
Jajaja todos ustedes son unos desquiciados, dime que quieres que me vaya, pero no vuelvas hacer eso.—Escuchar lo que pudo haber pasado, me estremece, me aguanto de no ir a golpear a ese hombre que se hace llamar "esposo".—Necesito mi habitación, la abuela ya debió de haber enviado mis cosas, ¿donde están? También tengo hambre ¿donde está la cocina?

—¿Tus cosas? Yo le dije que no era necesario, toma esto ve y compra lo que quieras.—Lionel me tiro una centurion y con eso se me acabo el poco autocontrol que me quedaba.

Mira hijo de puta, a mi me respetas. Yo no soy una cualquiera, que se va a rebajar a recoger esa mierda del suelo, si no están mis cosas pues entonces andaré desnuda por toda esta maldita casa o si te molesta, entonces en este mismo momento me voy.
Crees que soy algún subordinado más, estos imbeciles te respetan porque te tienen miedo. No te equivoques conmigo Rothschild.—Me encontraba frente a frente con este bastardo, el silencio era absoluto. Se sentía la tensión, Lionel sacó un arma que tenía grabado su nombre en ella. La puso en mi pecho, en el mismo lugar donde hace unas hora puso su lengua.

Nadie nunca me a hablado así y los que lo hicieron ya no están en este plano ¿te sientes lo suficientemente valiente ahora?—Finalizo la pregunta quitando el seguro del arma.

Lionel, ten cuidado con lo que haces.—Advirtió su padre.

Fíjate que si, me siento valiente. La razón es simple, igualmente voy a morir. Sea hoy porque lo hagas tú o sea en algunos años porque mi cuerpo no soporte esta enfermedad.
Me harías un favor muy grande si tiras ahora mismo del gatillo, me siento bastante cansada de esta vida y más aún porque estúpidamente acepte casarme con un bastardo como tu.—Segura de mis palabras lo insto a que dispare, no tengo miedo en absoluto.

Todo su cuerpo está tenso, su mano esta firme sobre la pistola que presiona mi pecho. Nuestros ojos se miran fijamente, Charles se posa detrás de mi.

Pequeña ya no digas nada más, es peligroso en este momento.—La voz de Charles suena detrás de mi. Coloca su mano en mi hombro.

Hazlo ahora Lionel, hazlo ya. Mátame, te lo voy a agradecer. ¡TIRA DE ESE MALDITO GATILLO! ¡NO SEAS COBARDE!

En un instante, se escuchó un tiro saliendo del arma. El grito de Charles me aturdió un momento, baje la mirada a mi pecho, la bata ya no era blanca, mi sangre la estaba manchando  poco a poco.
No sentía dolor. Tome a Lionel del traje, me miraba sorprendido, como si no supiera lo que había hecho. Yo sonreí, le agradecí por hacerlo, abrí la bata y toque el lugar donde la bala había entrado. Mi sangre se sentía caliente, caí de rodillas frente a Lionel. No tenía fuerza, mis ojos pesaban mucho, los gritos de Charles se escuchaban lejos, alguien me acostó boca arriba y decían que no cerrara los ojos.
Tenia miedo que me fuera, lo que no saben es que yo estaba feliz porque me iba. Ya no iba sentir dolor, ni saber de hospitales o tener que aprender tanto solo para ser la "esposa perfecta" por fin iba a liberarme de mis cadenas...

No tengas miedo, no me lleven a un hospital. Solo quiero que me dejen ir.
Sr Rothschild, Lionel gracias. Recuerda te quito una carga, no seré una molestia para nadie.Me dolía respirar, ya no podía decir o hacer más y con mis últimas fuerzas acaricié la mejilla de el, estaba húmeda por las lágrimas que caían, luego de eso no sentí nada más.

Utopía Perfecta [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora