Salida escolar, ¡con charquero incluido! (Parte 3 de 3)

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Kate:

Llegó Sergio y, como nos informó, Jake nos escribió por el grupo del curso que nos esperaría a la salida del parque. Sergio no sabía qué había ocurrido, pero nos tranquilizamos cuando supimos dónde estaba Jake. Una idea que me llegó a la mente sugería que era posible que estuviera enfermo y necesitase descansar. Seguimos caminando y mirando los animales que nos rodeaban en esa atracción.

Más tarde, salimos de allí y llegamos a la última atracción de nuestro recorrido: la Rueda de Madagascar. Era una rueda de la fortuna con ocho cabinas, las cuales, al igual que las Tacitas, podían hacerse girar a una gran velocidad.

Los tres que quedábamos en nuestro grupo nos subimos a una cabina. Tan pronto la rueda comenzó a girar, hicimos lo propio con la cabina. Sergio y yo fuimos los que más hicimos girar la cabina y Trixie le hizo también un poco de fuerza al principio. Durante el tiempo en el que estuvo la atracción en funcionamiento, giramos muy rápido, la sensación era muy similar a la que sentimos anteriormente en las Tacitas. Gritamos y reímos mucho mientras dábamos vueltas hasta que nos detuvimos.

Nos bajamos algo mareados de allí y esperamos unos segundos hasta que se fuera la sensación. Sin embargo, Trixie no se veía bien, más allá de estar mareada como Sergio y yo, parecía que algo le dolía mucho debido a su cara, que reflejaba una gran incomodidad. Ella se dirigió a una pared cercana caminando con dificultad.

Cuando la sensación desapareció, nos dirigimos hacia allí, ella estaba apoyada en la pared, tenía las piernas cruzadas, estaba temblando, la expresión de dolor no se iba de su rostro, ella estaba algo inclinada hacia el frente y sus manos habían descendido hacia la parte inferior de su tronco. Parecía que sucedería lo que yo creía que iba a suceder: no lograría aguantar sus ganas de orinar.

Pasaron pocos segundos antes de que pudiéramos ver un fluido bajar por sus piernas y, de allí, al suelo. No podíamos creer lo que veíamos ni sabíamos cómo reaccionar. Vi que Sergio, con una cara muy sorprendida, caminó de regreso hacia la rueda. Yo estaba atónita, con la mano en el mentón, sin evitar mirar la escena.

Tras un minuto y medio, Trixie terminó de orinar y un gran charco se había formado debajo de ella. Sin decir una palabra, ella empezó a sollozar mientras las lágrimas bajaban desde sus ojos. Yo me acerqué y traté de decirle algo para consolarla:

—Tranqui, todo bien.

No parecía reaccionar de ninguna forma a esto, así que seguí hablándole poco a poco.

—Es normal, a todos nos pasa... El resto del curso ya está muy adelantado, ellos no vieron nada... No es nada grave, todo bien... Mira, después de esto, ya nos vamos a casa, ¿está bien?

Trixie asintió con la cabeza.

Empezamos a caminar desde allí y, cuando pasamos junto a Sergio, caminó a nuestro lado sin retirar su expresión de una leve preocupación combinada con algo de sorpresa.

Trixie:

La última atracción de nuestro recorrido fue la Rueda de Madagascar... la gota que derramó el vaso o, en este caso, la vejiga.

Nosotros tres nos subimos a una cabina y esta empezó a girar al mismo tiempo que toda la rueda. Yo la hice girar al principio, pero no pude hacerlo por más tiempo ya que mi necesidad de orinar ya era muy fuerte, por lo que me concentré en aguantar. Sergio y Kate estaban aumentando la velocidad de giro de la cadena, lo cual hacía más difícil aguantar, sentía que la orina, de alguna forma, se filtraría entre mis esfínteres, logrando así escapar. Mientras ellos dos gritaban, yo miraba hacia afuera disimulando una expresión de emoción, pero no gritaba.

Omovember 2023 (historia colaborativa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora