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Chicos, no vislumbro un futuro para la historia, así que probablemente hasta aquí la dejaré. Si alguien desea continuarla, con gusto pueden hacerlo.

Lo siento :(








Broma.... sigan leyendo. :)













Estaba ataviado de manera formal, según cuentan mis tíos, en señal de respeto por mi padre que se había marchado. Es absurdo, me cuestionaba, "¿Por qué me abandonó?" Me había prometido caminar a mi lado en esta vida, ayudarme con mis trastornos y problemas, asegurarme que nunca estaría solo. Sí, aún contaba con mi madre; me reconfortaba pensar que ella estaría a mi lado... aún no vislumbraba lo que me aguardaba.

Yo de pie, observando cómo el féretro desciende a las profundidades del pozo. Mi mente, turbulenta, entre tristeza y enojo, no lo sé... No estaba seguro de lo que acontecía en mi mente en ese momento, pero sinceramente me resultaba indiferente.

Solo deseaba que me hubiera prevenido. Quizás una despedida, un consejo, ¡Solo una vez! De alguna manera, creo que eso habría sido suficiente. Mi corazón se encargaría del resto.

Con los ojos perdidos, indiferente y algo desconectado del momento que se desvanecía ante mí. Un pariente se acercó a expresarme sus condolencias; soy un niño, quizá no estaba seguro de lo que me interesaba realmente, pero en todo caso, estaba completamente seguro de lo que no me interesaba. Y, justamente, lo que él me decía no me interesaba.

En ese instante, me alejé, desestimando las condolencias, y me aproximé a mi madre. "¿Estaremos bien, verdad, mamá?" En ese momento, anhelaba una respuesta optimista y genuina de su parte. "No," resonó como los vientos glaciales del Polo Norte. No, madre, lo que yo quería escuchar en ese momento no era eso.

Llegué a casa y lloré durante todo el día, cada minuto, cada segundo. La respuesta de mi madre me hizo forjar expectativas sobre lo que vendría... y no estaba tan distante de la realidad.

Mamá: ¿Permanecerás ahí tendido todo el día?

Expreso de manera fria. Yo siendo un niño de 7 años, ¿qué diablos quería que hiciera? Por supuesto, mi madre, tras la partida de mi padre, anhelaba que saliera y disfrutara de mi, "vida social". ¿Vida social, felicidad? ¡Rechazo ambos!

A los 12 años, por razones evidentes, tuve que aprender a cocinar. A mi madre no le importó, me dejó desatendido y eso se notaba, por supuesto. Estaba demacrado, flaco, era innegable. Cuando mamá estaba en casa, el tiempo transcurría en silencio, con sus ojos siguiéndome constantemente. Durante los primeros días después del funeral, lloraba con frecuencia. Pero era más por la fuerza de la costumbre que por cualquier otro motivo.

Rechacé cualquier forma de motivación, de futuro. La vida, para mí, resultaba absurda y carecía de razón para vivirla. A mi temprana edad, ya concebía el mundo como un anciano con arrugas aguardando su muerte en el asilo.

No era lo normal, en absoluto. ¿Qué más podía hacer? Estoy seguro de que no tienen idea. ¿Esperaba esto? Antes de la muerte de mi padre, ¿era feliz?

Recordaba algunos momentos con él y me inundaba la melancolía, la tristeza.

Padre: ¿Listo para ir al cine? Salió una película de terror, de esas que nos gustan, hijo mío.

T/n: ¡¿De verdad?! ¡¿Qué esperamos?!

Y sí, esa fue la última vez que fui al cine.

Comencé a habituarme a dejar de pensar en él. ¿Para qué lo hacía? Era estúpido, solo me recordaba la tristeza que me embargaba y lo mal que me sentía sin él. No quería eso.

Entre Cafés y Corazones - Jenna ortega x TnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora