Heredero Al Trono | hyunlix

Sustento

Antes de volver al palacio, el príncipe regresó a la casa en la que se alojaba. Rápidamente tomó sus cosas y, con eso, el broche de cabello. Planeaba dárselo a Felix en unos días.

El viaje comenzó. Ambos príncipes se encontraban en el carruaje, y Hyunjin estaba perdido en sus pensamientos, con la cabeza apoyada en uno de los asientos, lo cual llamó la atención de Felix.

—Hyun-

—No tenías por qué haber ido —interrumpió completamente Hyunjin.

—Fui porque me necesitabas.

—Felix, no quiero meterte en esto. No tienes por qué cargar con todo esto.

—Hyunjin, quiero estar para ti. Solo déjame, estamos en esto juntos.

El menor se lanzó sobre el mayor, rodeando con sus brazos su cuerpo en un tierno y dulce abrazo. Luego, rápidamente, dejó un beso en sus labios, beso que Hyunjin aceptó gustoso. Lo había extrañado mucho y su "pequeña" discusión le había afectado bastante.

—Te extrañé —soltó el pequeño mientras acariciaba su rostro sobre el pecho del mayor.

—Yo más, pecas.

—¿Qué va a pasar cuando volvamos al palacio?

—No te preocupes, lindo. Sé qué hacer —respondió acariciando el cabello del más pequeño y dejando un corto beso en su cabeza.

Después de un largo y bastante agotador viaje, finalmente llegaron al palacio, donde fueron recibidos por múltiples guardias y por la familia real. Hyunjin, quien apenas podía caminar correctamente, fue guiado de inmediato por el eunuco que lo esperaba impacientemente.

—¡Príncipe! —gritó el hombre, soltando otra fuerte lágrima al verlos a ambos. —¡Qué bueno que están bien! ¡Déjame verte!

El eunuco vio de inmediato la herida que el heredero tenía en su espalda, abriendo sus ojos con sorpresa y soltando aún más lágrimas.

—¡Príncipe! Voy a llamar al doctor de inmediato.

—Tranquilo, Hyun-Ki, estoy bien.

—¡No! ¡Príncipe, tiene que curarla de inmediato!

—Está bien, lo haré, pero necesito ver a mi padre primero.

—Sí, está en el trono, su majestad —respondió, haciendo una pequeña reverencia y dándole paso, aún tragando mocos.

El príncipe solo asintió y comenzó a caminar hacia el trono. Solo esperaba que lo que aquel hombre había dicho fuera mentira. Enseguida, el nerviosismo y el miedo se apoderaron de él. Realmente no quería creer, no podía creer que su madre no hubiera hecho justicia por su difunta madre y su hermano.

Se detuvo frente a la gran puerta, intentando regular su respiración. Después de todo, esa herida en su espalda era bastante incómoda. Tocó rápidamente, haciendo que las puertas se abrieran por completo.