The Fixer (Hermione Granger X Fem! Oc)

92. Los secretos de la Navidad en Godric's Hollow

Pov: Narradora que narra esta historia 

A la mañana siguiente, Harry y Andy hubieran partido de buen agrado en dirección a Godric's Hollow pero Hermione, que estaba convencida de que Voldemort y Grindelwald imaginaban que los chicos regresarían al escenario de la muerte de los Potter. La castaña no quería emprender el viaje hasta haberse aseguaado de que sus disfraces eran infalibles

Por ese motivo, sólo una semana más tarde el plan accedió a ponerse en marcha, después de haberle arrancado furtivamente varios pelos a unos inocentes muggles que hacían compras de Navidad, y haber practicado la Aparición y la Desaparición conjunta bajo la capa invisible

Tenían que aparecerse en el pueblo al amparo de la oscuridad, así que a última hora de la tarde tomaron por fin la poción multijugos; Harry se transformó en un muggle de mediana edad, de calva incipiente (que se ganó bastantes burlas de parte de Andy), Hermione en su menuda esposa, una mujer de aspeco de poquita cosa y Andy en un zagal que acompañaba al matrimonio, suponían que era el hijo adolescentes de los adultos.

Se echaron por encima la capa invisble, y unos momentos más tarde volvieron a sumergirse en aquella asfixiante oscuridad. Hermione tambaleó al aparecer y Andy la sostuvo por la cintura para que no cayera, ambas quedaron en una postura que parecía que acabaran de bailar un vals

-Gracias, cherie-Agradeció, incorporándose y haciendo que Andy sonriera ante el apodo

Los tres estaban de pie, en aquel camino nevado bajo un cielo azul oscuro donde las primeras estrellas de la noche titilaban. A ambos lados de la estrecha carretera había casitas con adornos navideños en las ventanas, y un poco más allá el resplandor dorado de las farolas señalaba el centro del pueblo

-¡Cuanta nieve!- Susurró Hermoine bajo la capa y un sentimiento de melacólica nostalgia golpeó a Andy en el pecho. Un recuerdo en específico llegó a su mente, aquel en que estaba ella misma de bebé, siendo cuidada por una triste Marlena que recien había perdido a su amada. Casi podía oler el aroma a coco que desprendía la mujer de peculiares ojos y cabello tan negro como el carbón, casi como el suyo propio. Andy deseó entonces haberse despedido de Marlena- ¿Cómo no lo tuvimos en cuenta? ¡Con todas las precauciones que hemos tomado, ahora vamos a dejar huellas! Tendremos que borrarlas

-Quitémonos la capa- Sugirió Andy. Se sentía mal tener que esconderse en su propio hogar. Tener que ocultarse en el lugar que la había acogido a ella y a su familia- No tenemos nuestros físicos y por aquí no hay nadie

-Si- Asintió Harry y se guardó la capa debajo de la chaqueta y ya, sin trabas, se pusieron en camino. Hermione tomó la mano de Andy, la cara les escocía a causa del frío. Pasaron por delante de otras casitas; y Andy, poco a poco, fue reconociendo las calles. No sabría decir cuales recuerdos eran suyos y cuales eran de su madre, pero sabía que aquellas calles ya conocían sus pies, ya conocían sus ojos y ya conocían su presencia.

Luego, el camino por el que iban describió una curva hacia la izquierda y llegaron a la pequeña plaza del pueblo. En medio de la plaza, rodeado de luces de colores ensartadas y parcialmente tapado por un árbol de Navidad sacudido por el viento, se erguía un monumento a los caídos de la guerra. Había varias tiendas, una oficina de correos, un pub y una pequeña iglesia, cuyas vidrieras de colores relucían al otro lado de la plaza

En las zonas transitadas durante el día, la nieve se había compactado; estaba dura y resbaladiza. Andy, Hermione y Harry veían a los habitantes del pueblo, que iban y venían iluminados fugazmente por las farolas; oyeron risas y música pop al abrirse y cerrarse la puerta del pub y, poco después, el cántico de un villancico en la iglesia

-¡Me parece que es Navidad!- Dijo Hermione con algo de ilusión

-¿Ah, sí?- Dijeron al sonoro los dos azabaches, ya no sabían qué día era; llevaban semanas sin ver un periódico