Volumen 11: Capitulo 370

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El gobernante prosiguió: "Si en algún momento Orbis estuviera a punto de perder... entonces me gustaría que tú mismo te encargases de ocultar o destruir todas estas habitaciones. Por nada en el mundo puedes permitir que todos los objetos de los gobernantes caigan en manos equivocadas. Si eso llegara a pasar, podría significar la muerte inminente de todos."

Esas palabras dejaron aterrorizado y reflexivo al general Nazar. A continuación, ingresaron a la habitación del sexto gobernante de Orbis.

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Las inmensas puertas que daban a la habitación del gobernante que había creado a Nazar se abrieron acompañadas de un fuerte ruido. Sonaba a algo antiguo y duro de mover, aunque esto era de esperarse con lo que eran estas dos puertas inmensas. Nazar, entre preocupaciones, siguió a su rey. Si bien estaba feliz porque iba a ver la verdadera habitación de su querido padre, le causaron muchos sentimientos de ansiedad esas últimas palabras que su majestad le dijo.

Yossu también se había quedado pensando e imaginando una posible invasión externa a la ciudad de Orbis; sin embargo, rápidamente se detuvo antes de entrar a la habitación de Sirios y expresó: “No obstante, nunca nadie llegará a este lugar, porque antes de que lleguen a esta zona tendrán que pasar por encima de mí y eso jamás lo permitiré”. Las palabras dichas por Yossu emocionaron a Nazar, que a pesar de no tener piel, fueron sus huesos los que sintieron ese cosquilleo de felicidad.

A continuación, se adentraron en la habitación y la oscuridad inundaba el lugar. La única pizca de luz que se podía apreciar estaba al fondo de todo. Mientras caminaban hacia esa luz, la bruja que yacía en los hombros del rey de Orbis no dejaba de sorprenderse con lo que estos dos individuos hablaban. Para ella, todo lo que decían era completamente sorprendente y emocionante. La alegría se hacía ver en todo su rostro. La felicidad que estaba sintiendo era tan grande que ni cuenta se había dado de que estaba apresada por cadenas invisibles.

La mujer miró hacia todos lados dentro de ese oscuro pasillo y no encontró nada que le llamara la atención. La bruja Nyx se dejó llevar por el momento y se tranquilizó, miró hacia arriba de forma pensativa y se consternó de lo que llegó a ver. Arriba del todo, a una altura que le costaba descifrar, logró observar una infinidad de ojos rojos que no dejaban de moverse en aquella oscuridad que estaba en el techo. Si no fuera por la pesada bruma oscura, sería capaz de ver lo que eran esos seres, pero sus ojos tan solo llegaban a captar esa sorprendente cantidad de puntos rojos. Al principio se llevó una sorpresa y estuvo un largo rato viéndolos, pero después dejó de hacerlo debido a que la puso muy nerviosa.

Los minutos pasaron y llegaron a la primera habitación. Al entrar en el rango de la luz, fueron cegados por la misma durante varios segundos y cuando sus ojos volvieron a la normalidad, fueron capaces de ver algo sumamente extraño, algo que Nazar nunca se esperó ver.

[Yossu] “Ah, se me había olvidado esta faceta de Sirios. Hacía tiempo que no venía acá, creo que dos o tres años desde que no piso su habitación y por esto me había olvidado de que ella a veces era medio loca”.

La habitación del sexto general era inmensa. Además de tener una mesa, heladera, asientos y una cama, el lugar contaba con un apartado donde estaban puestas todas las armaduras y armas; también había un lugar donde se encontraban las posesiones y todo tipo de objetos que había acumulado a lo largo de su tiempo en el juego. En la parte de armaduras tenía un montón de su tipo, pero también había una gran variedad de distintos tipos de uniformes; había desde trajes de sirvientas hasta vestiditos de niña y bebés recién nacidos. No obstante, algo dejó totalmente sorprendido a Nazar. Cerca de donde estaba su cama con aspecto esquelético y tétrico, había un sinfín de póster de chicos guapos. Esto lo había dejado atónito y no entendía qué estaba sucediendo; su asombro fue de tal manera que su mandíbula se le estaba a punto de caer.

“¡Te entiendo, Nazar! Yo tuve la misma reacción aquella vez”.

 “Aunque no lo creas, Sirios en realidad es mujer; solo que siempre llevaba túnicas y armaduras que lo cubrían. Además, por lo general, en su espectral cuerpo era difícil notar el sexo al que pertenecía”, dijo Yossu ante el asombro de Nazar. La mandíbula que hace un rato le colgaba al general se terminó cayendo al suelo.

[Nazar] “¿O sea que Papá ahora es mamá?” Gritaba atontado con mucha sorpresa el esqueleto. Seguido procede a agacharse y agarrar la mandíbula que se le había caído.

[Yossu] “Digamos que sí”. La respuesta de su majestad al general había sido con un tono un tanto confuso, ya que se llenó de muchos pensamientos con respecto a Sirios.

«Ahora que recuerdo, yo y mis amigos nos dimos cuenta de que era una mujer cuando creamos Orbis y comenzamos por su cuarto».

«Le gustaba tanto adentrarse en su personaje que usaba una voz modificada cuando jugaba; solo una vez nos mostró su verdadera voz, aunque lo cierto es que aún la sigo tratando como si fuera un hombre. Es más, creo haberles dicho a los demás generales que era hombre… Bueno, en realidad, es normal que me confunda debido a que la mayor parte del tiempo que pasé con ella se veía como un hombre y nunca tuve la oportunidad de conocerla en la vida real. Además, a los generales no puedo decirles que su verdadero cuerpo era el de una humana».

Mientras pensaba sobre Sirios, Nazar se había ido sin que se diera cuenta Yossu a ver cada una de las cosas que había en el cuarto de su madre. Sus ojos brillaban con cada cosa que veía de su madre. Sin duda, era un niño feliz que podía satisfacer de alguna forma ver a la madre que jamás volverá a ver.

[Nazar] “¿Puedo tocar esto?” Pregunta con unos ojos y una voz muy tierna el esqueleto.

[Yossu] “¡Obvio que puedes! ¡No tienes que preguntarme nunca más! Todo lo que está en este cuarto es tuyo, Nazar. Te pertenece solo a ti todo lo que hay en esta habitación”. Dijo Yossu con una sonrisa un tanto nostálgica.

Nazar mete sus manos y observa con mucha admiración la forma en que su madre confeccionaba la ropa; sin embargo, algo le llama una gran atención de entre todas las prendas que había ahí. Varias prendas estaban hechas para el tamaño de un bebé y algo así causó mucha sorpresa a Nazar, tanta fue su curiosidad que rápidamente miró a Yossu y no se tardó en preguntar. “¿Su majestad, qué significan estas ropas de bebé? ¿Por qué mamá haría algo así?”

-CONTINUARA-

Mi Reino Fue Transportado A Otro Mundo Parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora