Desde el momento en que se conocieron sintieron esa chispa. Esa extraña chispa que las hacía querer saber más sobre la otra; pasar tiempo juntas e incluso mirarse por largos ratos para satisfacer un poco sus inexplicables ganas de tenerse.
Cómo much...
Terminé de ponerme la última prenda de mi conjunto mientras escucho a Miko cantar a lo lejos. Hace un rato empezó su show y me siento un poco nerviosa por mi aparición, aunque a la vez estoy muy emocionada por ello.
Me miré al espejo admirando mi vestuario, el cual acepté cambiar después de tanta insistencia por parte de Miko. Aunque solo le hice un solo cambio para no sentirme mal por ser irrespetuosa o por no aceptar su propuesta, así que opté por cambiar la blusa por una sin escote.
Después el resto del outfit quedó igual a como lo planeé en un principio.
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Escuché unos toques en la puerta, así que respondí con un "adelante" viendo casi de inmediato a mi amigo entrar por esta, mirándome con una sonrisa de felicidad y orgullo.
No pude evitar sonreírle de la misma manera.
--Damn, cuanto flow-- me observó de pies a cabeza.
--Lo sé, lo sé-- rodé los ojos con gracia, haciendo un gesto con mi mano.
El soltó una carcajada y yo se la seguí.
--¿Cómo te sientes?, ¿estás lista?
--Pff, lista nací-- miré mis uñas fingiendo egocentrismo. --, pero no te voy a negar que estoy un poco nerviosa.
--Y sí, nerviosa también naciste-- bromeó, a lo que yo entrecerré mis ojos y lo miré con gracia. --. ¿Y cuál canción cantarán?
--No tengo idea, no me quiso decir nada-- confesé. --. Y eso me hace sentir aún más nerviosa.
Él soltó una risita burlona, como de costumbre.
--¿Tampoco te dijo en qué momento entras?
--Nada, ¡no me dijo nada!-- fingí llorar. --. Tanta intriga me está matando.
Él asintió con gracia y caminó un poco hasta llegar a una silla y sentarse frente al tocador.
--¿No te da calor eso?-- apuntó mi pantalón con su cabeza.
Yo miré hacia esa dirección antes de responder:
--Nah-- pensé un segundo. --. Bueno sí, un poquito. Pero me lo aguanto.
No dijo nada más, solo desvío su atención de mi y se dispuso a tocar cada cosa encima del tocador.
--Estás un poco preguntón, sabes.
Lo observé detenerse un segundo y mirarme de reojo antes de hacer una mueca y negar.
--No, no lo creo.
--¿Seguro que no quieres preguntarme algo más?-- lo miré con gracia, sintiéndome como una sabionda.
Yo conozco a mi amigo, sé que hay algo en su cabeza que no quiere soltar por su boca.
