19

1 1 0
                                    


Los días pasan a veces o muy lento o muy rápido, últimamente los he sentido tan lentos que me acuesto muy temprano para que se acabe el día.

Salgo de la habitación con un suéter que ya me queda muy grande, estuve en la habitación por unas horas tratando de dormir, pero no pude, llevo días así y sin poder comer.

Sé perfectamente que he bajado demasiado de peso basta con verme en el espejo, toda ojerosa, los labios agrietados y pálida. No falta mucho para que me internen porque eso es lo que va a suceder tarde o temprano.

Estoy cansada.

Cansada de todo, no soy lo suficientemente fuerte para poder comer, ni para dormir.

¿Qué es mi propósito?

¿Qué los demás sufran por mí?

Si es así no lo quiero.

— ¡Amy! — Mike está al frente mío, preocupado. Como siempre. Le doy una sonrisa de boca cerrada.

— Dime.

— Es que llevas unos minutos viendo al vacío. ¿Qué estabas pensando?

— En la pared— digo en automático.

— ¿Qué tiene la pared? — pregunta observando la pared azul y con un dibujo de una silueta en la parte de abajo.

— Quiero terminarla antes de que me internen— respondo.

— No sabemos si te van a internar cariño.

— Yo sé que sí Mike, solo necesito tiempo para poder terminarla.

— La puedes terminar cuando regreses.

— Quiero terminarla antes de irme.

— Mi vida...

— La voy a terminar en esta semana. — lo interrumpo

— Está bien— dice no muy convencido.

Al día siguiente, me despierto sintiéndome realmente bien, me baño y me visto con la ropa más vieja que tengo decidida a terminar hoy. Antes de salir a la habitación realizo una tarea que el doctor Ramírez me dejó, tengo que escribir una carta de agradecimiento. La tengo que realizar hoy porque hoy me siento extrañamente feliz y agradecida con la vida por todas las cosas maravillosas que nos da.

Mike se encuentra viendo las noticias en la televisión cuando entro a la sala.

— Buenos días mi vida— le digo.

— Buenos días— responde y me da un pequeño beso. — ¿Qué vas hacer hoy?

— Terminar— respondo.

Agarro la pintura anaranjada y la brocha y empiezo con los últimos detalles, la silueta de una mujer y unas mariposas, eso es lo que dibujé. Son tres Mariposas, dos grandes y una pequeña que son muy especiales para mí.

— Amy— Mike llama mi atención y dejo la brocha para prestarle atención.

— Dígame.

— Vamos a desayunar— dice él y me ayuda a levantarme.

Aunque no tenga hambre realizo un esfuerzo y me pongo un vestido.

— Te ves preciosa— dice Mike abriéndome la puerta del carro.

— Gracias mi vida.

Nos dirigimos a la cafetería que a los dos nos gusta y pasamos la gran parte de la mañana ahí, sentados, hablando y viendo a la gente pasar.

— Deberíamos de venir más seguido— digo saliendo del local.

— Anotado— dice él— venir por lo menos una vez a la semana.

Caminamos un rato por el parque y después nos devolvemos a casa.

Apenas entro a la sala, agarro un lapicero y firmo la pared.

"Amy, 2020"

— Es demasiado hermoso como la artista— susurra Mike en mi oído.

Sonrió orgullosa de lo que hice, se ve demasiado genial y lo mejor es que durará muchos años.

Mike recibe una llamada y sale un momento, cuando vuelve está estresado.

— ¿Qué pasó? — pregunto.

— Necesito ir a la oficina por un par de horas mi vida, pero no quiero dejarte aquí.

— Tranquilo mi vida, ve yo me quedo viendo una película o limpiando el departamento.

— ¿Segura? — pregunta.

— Sip

— ¿No quieres visitar la oficina?

— No mi vida, así estoy bien.

— Te quiero mucho.

— Te quiero mucho— repito.

Mike se va con la promesa de que volverá en un par de horas. Y yo me quedo haciendo limpieza, debajo del sofá encuentro un montón de cosas como lápices de color, tijeras y un cúter que la pongo en la mesa.

Mi celular suena y sonrío.

Debe de ser él.

— Te dije que estoy bien— respondo al momento de contestar la llamada.

— Qué bueno que esté bien— escucho una voz ronca al otro lado, a pesar de que está ronca la reconozco.

— ¿Qué quieres? — pregunto furiosa, mi corazón empieza a latir más rápido y mis manos tiemblan al igual que mis piernas.

— Llamaba solo para decirte que por tu culpa tu padre falleció hace dos días...

— ¿Por mi culpa? — la interrumpo— ahora la muerte de él también es mi culpa. — rio sarcásticamente.

— Si Amy, si me fueras prestado el dinero esto no fuera sucedido, pero siempre fuiste egoísta, una niña malagradecida, nunca te pareciste a tu hermano, él si me fuera ayudado y hasta me fuera dado de más.

— Lastimosamente él ya no está— respondo con un nudo en la garganta.

— Si, lastimosamente— dice ella— ¡fuera preferido mil veces que tú te murieras en vez de él! — grita al otro lado de la línea.

Retrocedo unos centímetros y choco con la mesa, las lágrimas bajan por mis mejillas y aun escucho a la vieja loca gritar del otro lado.

Mi corazón duele, duele demasiado.

— No sé porque eres tan malagradecida conmigo, si yo te cuidé y me maté trabajando por ti Amy, aunque en algunas ocasiones nunca los quería porque me recordaban la mala vida que tengo, pero solo llamaba para decirte que muchas gracias, gracias porque al final me di cuenta que ahora estoy sin familia en este mundo porque hoy tú mueres para mí al igual que Pablo. Espero nunca más saber nada de ti.

Lo último que recuerdo es tirando el celular contra la pared y gritar de dolor, un dolor que no se cura solo se va por un tiempo, pero al final regresa y más fuerte.

Agarro el cúter y me encierro en el baño.

La primera vez que lo hice me sentí bien, sin problemas, sin tormentos aun consciente pude salir del baño y hacer como si nada pasara.

Las otras veces fueron igual, unas más hondas que otras, pero al final lograban el mismo objetivo y era irme un poco de la realidad.

Mis ojos se cierran por un momento y siento una paz tan grande, me siento tan bien, calmada, ya no siento dolor y mi cabeza no maquina miles de ideas locas.

Hoy me sentía feliz. Hoy me voy feliz...



**************************


AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora