Tragedia en el paraíso (II)

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Corrió al hospital apenas escuchó la noticia. Dejó todo lo que estaba haciendo para ver qué había sucedido. No creía las palabras que escuchó en el teléfono pero en el camino se volvían cada vez más reales, como si la ciudad supiera que algo muy malo le ocurrió a una de sus figuras más influyentes.

Entró al hospital y el personal de seguridad lo detuvo. 

-¡Déjenme pasar!- Se deshizo de los guardias que lo retenían y corrió hasta la sala donde le dijeron que debía ir.

Los guardias volvieron a retenerlo pero aún así captó su rastro dentro de ella. No podía creerlo. 

Finalmente lo que nadie quiso pensar que ocurriría, ocurrió.



Varios vecinos expresaron su preocupación acerca de la situación en aquel apartamento del tercer piso pero su dueña no quería abrir la puerta, sus gritos de dolor y pena se escucharon durante toda la noche y algo de la mañana hasta que ella se desmayó debido a sus heridas autoinfligidas.

-Louis…- Sus ojos ardían de tanto llorar, su cuerpo dolía y faltaban algunos trozos de pelaje en su cuerpo. Su existencia había perdido el sentido, su amor muerto en sus manos. Todo lo que sabía es que lo mató y estaba dispuesta a hacer lo mismo con su propio ser con tal de reunirse con él una vez más. -¡AAAGH!-

Lanzó una foto enmarcada de ambos contra la pared.

-¡No!- Corrió tras el cuadro -Lo siento… Lo siento…-

Trató de rearmarlo pero como con su amado, lo destruyó sin posibilidad de reparación. Fue entonces que reconoció que había nacido como un ser hecho para destruir, se dejó caer en el suelo, volviendo a llorar a pesar del dolor en sus ojos.

La sangre de sus colmillos ya se había secado pero aún sentía el sabor de la muerte. La carga de lo que hizo la perseguía y no le permitía siquiera pensar en otra cosa ¿Cómo iba a hacerlo? Destruyó lo más importante en su vida, no fue más fuerte que su ser primitivo.

-Señorita Juno, soy su vecina ¿Está todo bien?-

No respondió, no creía merecer ayuda ni consuelo de parte de nadie. Tomó su teléfono y lo primero que vio fue una foto suya junto al ciervo que tenía de fondo de pantalla. Volvió a gritar su nombre antes de tomar una cuchilla de su mueble de cocina.

-Nunca lo merecí, él me dio todo, me llevó a lugares donde nunca hubiera soñado ir… Siempre creyó en mí y yo… Yo lo maté-

Dejó la cuchilla, no tenía las agallas de abrir su vientre y convertirse en una estadística. Solo logró lastimarse un poco más, derramando algo de sangre sobre las sábanas oscuras de su vieja cama.

-No… Viviré. Merezco sufrir… Merezco sufrir-



..

.

-No, no…- 

De rodillas frente a él, le rogaba a toda fuerza que lo devolvieran a la vida.

-Debí entrenarla mejor… Esto es mi culpa, les dí el visto bueno y ahora…-

El jefe de seguridad le había dado el visto bueno para quedarse, después de todo lo conocía. No pudo contarle a Haru lo que pasó, alguien tenía que quedarse con el negocio mientras él no estaba.

-Por favor… Eres fuerte. Sé fuerte. Por favor-

Verlo con tantos aparatos le causaba impacto. No todo estaba perdido, pero no había nada que pudiera hacer para traerlo de vuelta.

Cómo amar a tu pareja y no devorarla en el intento (Beastars fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora