Capitolo sei

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Yeonjun observó al hombre frente a él de rodillas apuntándole con un arma, calibre 34 aproximadamente

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Yeonjun observó al hombre frente a él de rodillas apuntándole con un arma, calibre 34 aproximadamente. Él soltaba lágrimas y súplicas en silencio y entre sollozos de miedo y pánico.
Finalmente el momento había llegado, se encontraban en un viejo sótano, él recluido de rodillas, con las manos y los pies atados, siendo apuntado por su antes amigo.

—Le venganza es dulce ¿no, cuñado?—. El hombre soltó un jadeó al sentir  el frío del arma entre sus ojos, dónde alguna vez su al inverso—. No tienes idea de lo que hice para lograr esto.

—¿C-cuál es el sent-ido de todo esto?— El menor se acuclillo y comenzó a jugar con el arma de fuego.

—Sentido....la verdad es que no puedo explicarte un sentido específico, tal vez el hecho de que me asesinaste y culpaste a mi hermano—. Susurró mirándole con una sonrisa—. Causaste que todo el mundo lo repudiera, por tu egoísmo.

—¡¿Que querías que hiciera?!— Sus sollozos aumentaron al poco tiempo, demostrando su desesperación—. ¡El me vio asesinarte!— Gritó lleno de ira, una risita escucho a sus espaldas.

No puedes huir de lo que te espera, Heoongan—. El mencionado asustado observó al espectro frente a él a un lado de su cuñado—. No pensaste en las consecuencias, Yeonjun es más vengativo de lo que piensas—. Observó como rodeaba sus brazos al rededor de la cintura del chico—. Ahora irás a un lugar donde solo encontrarás lo que más odias. Eso salvó a tu cuñado.

—Malditos, son unos maricas—. Gruñó con ira y desesperación.

—Bueno, observa como este marica te asesina, cuñado—. Sonrio ante el hombre y le sacó el seguro al arma—. A mi socio le soy fiel y con este disparo mi parte del trato he de sellar—. Y sin esperar otra palabra por parte de su cuñado disparó—. Mi resurrección gracias a tu intercesión ha culminado, devoto a tu poder seré.

Regla número once; Nunca matar por la muerte.

Así con su vida y existencia acabó, sin más, sin dejar rastros o señales de su resurrección desapareció, a la muerte acompañó.

Así con su vida y existencia acabó, sin más, sin dejar rastros o señales de su resurrección desapareció, a la muerte acompañó

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—¿No tienes miedo?— preguntó él observando al ahora muerto.

—¿Miedo?, ¿A que más le puedo temer?— susurró tomando cada extremo de la capucha del espectro. Con lentitud bajó la capucha y maravillado quedó con lo que sus ojos observaban.

Ojos oscuros y profundos, cabello claro y rubio, labios esponjosos y pomposos, mandíbula marcada y expresión vacía.
Sus orbes observanban cada simple detalle del chico frente a él, con una expresión sorprendida y a la vez confundida.

—Te creía más....feo—. El soltó una sonora risa y elevó una ceja.

—¿Debería ofenderme?— El chico negó y de puntillas se colocó para alcanzar sus labios, un dulce y casto beso dejó ahí.

Regla número doce; Nunca tengas muestras de cariño humanas con la muerte.

—Deberías besarme—. El espectro sonrió ante la criatura y con sus grandes manos tomó su cintura con posesión.

—Por una noche, un humano una vez converso a resurrección me pertenecerá y lo que a mi me plazca con su anatomía realizaré—. Susurró con los ojos cerrados, un conjuro a la luna, pidiendo permiso para su cometido alcanzar—. Humano, por una noche, mi luna serás y mío serás.

Yeonjun sonrió y asintió—. Ese era nuestro trato ¿no?— La muerte sonrió y se acercó al rostro del contrario.

Por primera vez en milenios una noche en compañía tendrá.

Por primera vez en milenios una noche en compañía tendrá

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𝓛𝓮  𝓜𝓸𝓻𝓽𝓲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora