capitolo secondo

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A su alrededor escuchaba escandalosos llantos y lamentos de personas descaradas que nunca estuvieron para él, hasta ahora

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A su alrededor escuchaba escandalosos llantos y lamentos de personas descaradas que nunca estuvieron para él, hasta ahora.
Gruñó exasperado y sintió la presencia fría de su nuevo compañero a su lado, abrió los ojos y le miró.

—Te vez bien con traje, humano—. bromeó y extendió su mano hacía él, el chico lo tomó y se levantó mirando a la gente llorar al lado de su tumba—. Son unos hipocritas  ¿no lo crees?— a pesar de que conocía su juego asintió y miró al chico—. Vayamos a lo importante, ¿ves esa campanilla que esta allí?— asintió, estaba a un costado de su tumba, junto con un hilo que conducía directo a la caja—. Una vez estés dentro la harás sonar, ellos te sacaran y cinco noches para tu venganza cumplir tendrás—. Explicó y el menor asintió—. Al quinto día te buscaré, mi compañero nocturno por una noche serás y sin que nadie de explicaciones, morirás.

—Bien, lo tengo ¿algo más que agregar?— carraspeó y asintió.

—Si alguien de este trato se llega a enterar, al instante cancelado será y tú de morir habrás—. El azabache asintió—. Por más de que me escuchas a tu alrededor hablar, no responderás, tampoco obedecerás, sino, el trato cancelado quedará—. Volvió a asentir —. Si dudas tienes, mi nombre debes recitar tres veces.

—Tu nombre.— exigió y casi inaudible le respondió "Soobin"— . Bien, ¿algo más que agregar?— negó y con su fría mano el pecho del chico tocó, empujándolo hacía el ataúd.

—Nos vemos dentro de cuatro noches—. sin más desapareció de su vista, pues a su cuerpo había vuelto, sintió el aire fallarle, por lo que con desespero la campanilla todo y escucho nuevamente la arena pesada ser retirada de su ubicación, la puerta de su ataúd ser abierta y a las personas mirarles con sorpresa.

—¿Hijo?— murmuró entre falsas lágrimas su madre, Yeon la ignoró y miró a su hermana, ella se veía devastada, con un paño entre sus manos y un delicado y elegante vestido negro.

—Jeong...—. Ella se sobresaltó y apresurada a su hermano mayor abrazó—. Estoy bien, estoy...vivo—. Bromeó, pues supo que de ahí la muerte no se había ido, ya que el frío prevalecía y su ronca risa no muy lejos escuchó, seguido chiflidos que ya había escuchado, con una melodía que ya le estaba gustando.

Regla número tres; Nunca bromear con la muerte.

No mucho después a su casa llegó y sentado en un sofá a su verdugo encontró, quien al verlo sorprendido e incómodo se sobresaltó

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No mucho después a su casa llegó y sentado en un sofá a su verdugo encontró, quien al verlo sorprendido e incómodo se sobresaltó.

—Yeonjun, e-estas vivo—. Él con indiferencia le miró, con cariño la frente de su hermana besó y avisó que marcharía a su habitación.

Esa fue la primera noche, que intento asesinar al prometido de su hermana, envenenando su comida, pero tarde había avisado que no cenaria.

—Más astuto debes ser si matarlo pretendes lograr—. escuchó en su oído mientras con sus manos los trastes limpiaba, a pesar de que sus ojos no lo podían ver, sus oídos lo podían escuchar y su cuerpo lo podían sentir, con sus frías manos sobre su estrecha cintura, (pareciendo casi una broma de mal gusto) comenzó a acariciar, con dedicación y anhelo.—Desperdiciaste tu primera noche—. sus fríos y suaves labios impactaron sobre su cuelo, provocando jadeos en el mortal—. Te quedan cuatro noches.

Sin más el frío a su alrededor desapareció y un suspiro de alivio sus labios abandonó.

Escuchó a su hermana llamarlo tras de sí, la miró y ella enternecida sonrío. Se despidió de él con un buenas noches y con lentitud las escaleras subió.

Poco después la acción repitió y a su habitación subió, una vez estuvo solo pensó en sus estrategias para a su cuñado asesinar.

—Te sugiero lo invites a pasear, allí aprovecha y asfixialo hasta dejarlo sin respirar—. Volvió a escuchar su voz, pero está vez no estaba cerca.

Lo ignoró y anotó lo que pensaba hacer. Conocía que su cuñado padecía de claustrofobia, de eso se iba a aprovechar.

Al día siguiente los materiales busco, por lo que otra noche desperdició.

—¡Uhg!— gimió al sentir los filosos dientes de la muerte en su hombro clavarse, para luego su lengua la herida reciente limpiase.

—Segunda noche desperdiciada, te quedan tres noches— . Susurró en su oído con gula, pues más de esa lechosa piel quería probar—. Tu cometido entre hoy y mañana debes lograr, sino mi parte del trato he de tomar—. farfulló y su fría mano por el abdomen desnudo del chico pasó.

El menor se removió y el agua de la tina la acción repitió.

La diestra del espectro a sus muslos llegó, con livia comenzó a dejar acacias en la zona, el mortal lo posible hizo para no reaccionar. Al notar eso, la muerta su mano sacó del lugar y volvió a sus hombros, dónde volvió a mover su lengua en el área.
Con delicadeza comenzó a chupar y moder él área, otra regla sin darse cuenta Choi Yeonjun había roto.

Regla número cuatro; Nunca dejes que la muerte te marque.

Regla número cuatro; Nunca dejes que la muerte te marque

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𝓛𝓮  𝓜𝓸𝓻𝓽𝓲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora