Guerra (Fukumori)

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En un rincón olvidado por la paz, donde el eco de la guerra resonaba en cada esquina, nació una historia improbable de amor entre dos almas atrapadas en un conflicto interminable. En medio de las trincheras y los campos de batalla, emergieron los protagonistas de esta historia: Fukusawa, una intrépida enfermera que curaba las heridas de la guerra, y Mori, un valiente soldado que luchaba en la primera línea del conflicto.

La guerra les había arrebatado la paz, pero en el caos encontraron un vínculo que iba más allá de la brutalidad que los rodeaba. Fukusawa, con sus manos amorosas, sanaba las heridas físicas y emocionales de los soldados, mientras Mori, con su coraje, protegía la esperanza que ella representaba.

Durante un ataque enemigo, Fukusawa y Mori se encontraron en una trinchera, rodeados por el estruendo de las explosiones y el fragor de la batalla. En medio del caos, sus miradas se cruzaron, y en ese momento, el tiempo se detuvo.

Fukusawa: (grita sobre el ruido de la guerra) ¡Mori, necesito tu ayuda aquí!

Mori: (corre hacia ella) Estaré allí en un momento.

En el breve respiro entre los enfrentamientos, Fukusawa cuidó de los heridos mientras Mori se mantenía alerta, listo para enfrentar cualquier amenaza. Entre el humo y el estrés de la guerra, sus roles se entrelazaron de una manera que trascendía la etiqueta de enfermera y soldado.

Fukusawa: (mira a Mori con gratitud) Gracias por estar aquí.

Mori: (asiente) Y gracias por darle esperanza a estos hombres. Incluso en medio de todo esto, logras hacer que la gente sonría.

A medida que la guerra avanzaba, Fukusawa y Mori encontraron consuelo el uno en el otro. En las noches tranquilas, cuando la batalla daba tregua, compartían historias de sus vidas anteriores a la guerra. Descubrieron que, aunque sus mundos parecían opuestos, compartían sueños y anhelos similares.

Fukusawa: (suspira) A veces me pregunto cómo era la vida antes de todo esto.

Mori: (sonríe) Algún día, cuando todo esto termine, podremos descubrirlo juntos.

Sin embargo, la guerra es una maestra cruel que no permite que la felicidad florezca sin pagar un precio. En una batalla particularmente feroz, Mori resultó gravemente herido, y Fukusawa luchó desesperadamente por salvarlo.

Fukusawa: (llorando mientras trabaja) Aguanta, Mori, por favor, aguanta.

Mori: (sonríe débilmente) Estaré bien, Fukusawa. Pero, prométeme algo.

Fukusawa: (con lágrimas en los ojos) Lo que sea.

Mori: (susurra) Prométeme que encontrarás la paz cuando todo esto termine.

A pesar de los esfuerzos de Fukusawa, Mori sucumbió a sus heridas. El dolor de la pérdida fue abrumador, pero en su dolor, Fukusawa encontró una nueva determinación. Prometió a Mori que, cuando la guerra llegara a su fin, buscaría la paz y honraría su memoria.

El conflicto finalmente terminó, pero dejó cicatrices imborrables en Fukusawa y en el mundo que alguna vez conocieron. En un gesto de honor a Mori, Fukusawa dedicó el resto de su vida a construir puentes de paz entre las naciones enemigas.

Años después, en un memorial de guerra, Fukusawa reflexionaba sobre el pasado mientras sostenía una fotografía desgastada de ella y Mori.

Fukusawa: (susurra) Logramos sobrevivir a la guerra, pero tú pagaste el precio más alto. Espero que, dondequiera que estés, encuentres la paz que tanto anhelabas.

En la penumbra del atardecer, Fukusawa dejó que una mariposa se alzara en el aire, llevando consigo sus recuerdos y el amor que trascendió las trincheras de la guerra. Aunque las lágrimas de la pérdida nunca se desvanecieron por completo, el legado de Mori vivió en el sacrificio y la esperanza de aquellos que sobrevivieron a la tormenta de la guerra y buscaron la paz en su memoria.

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