🏕️┊Primer extra

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El viento soplaba sobre el campo de
trigo, las espigas secas se mecían
con el aire inclinándose con el
compás de las suaves ráfagas.
No obstante, había algo más que
movía las plantas de trigo.

Gateando en cuatro patas, cubierta
de sangre casi negra y sudor,
una Omega lloraba en silencio
mientras se arrastraba entre el
follaje marrón, trataba de alejarse
a escondidas del monstruo que la
perseguía.
Quería alejarse todo lo posible
de él, quién la buscaba riéndose
y caminando sin prisas por el
pequeño bosque de espigas secas.

Heejin, como se llamaba la joven,
creía haberse librado del alfa al
escucharlo algo lejano, solo un
poco más y podría salir libre de ahí,
solo debía de llegar a los límites de
los sembradíos. Pero, al mirar hacia
atrás y no fijarse bien por dónde
iba, cuando decidió voltear hacia el
frente dio con un horrible espanta
pájaros que la hizo gritar del susto.

Apenas lo podía ver bien por la luz
de la luna llena en el cielo, pero la
calabaza podrida con una sonrisa
retorcida que tenía por cabeza era
bastante visible y aterradora para
su gusto.

-¡Aaahh! ¡Maldita mierda!-
exclamó con horror y muy tarde se
dio cuenta de lo que había hecho.

Pasos de carrera se escucharon
atrás suyo y fue también
demasiado tarde para empezar
a correr, cuando trató de pararse
una mano se enredó en
su cabello negro y lo jaló con
brusquedad. Heejin lloró y
suplicó, pero fue arrastrada sin
esfuerzo por el trigal como un saco
de papas.

Se hizo raspones dolorosos con el
suelo y las hojas secas le picaban,
no importaba si se revolvía como
gusano, el agarre se mantenía firme
y no daba indicios de ser soltada,
no mucho después, fue lanzada
hacia el frente con fuerza.

-... Por favor déjame ir, ¿Por qué
me haces esto? Mis amigos... -
la patética y mocosa súplica de
Heejin fue interrumpida por un
fuerte golpe en el rostro, el mango
del bate que cargaba el asesino se
estrelló sin ningún remordimiento
sobre su mejilla enviando su cabeza
al suelo.

Ante eso, la Omega no pudo evitar
soltar un chillido de dolor y sollozar.
Una bota pesada presionó su cuello
dejándola casi sin aire, Heejin
se revolvió y quiso quitársela de
encima, pero no tenía fuerzas,
estaba cansada, le dolía todo y la
diferencia entre alfa y Omega era
más que evidente.

-A mi Jiminie no le gusta hablar
con sus animales, bueno, en
realidad le gusta ser lo primero y
último que escuchen, así que si no
te habla todavía es porque podrás
vivir un par de minutos más. –
una voz suave y dulce cubrió sus
sollozos, demasiado tranquila en
comparación a la situación.

Tratando de mirar hacia arriba,
Heejin se encontró con un rostro
sonriente, un Omega de cabellos
castaños estaba sentado en un
tronco, su panza ligeramente
abultada, una bebida en mano y su
ropa clara tenía grandes manchas
oscuras.

Ella lo conocía, era el mismo Omega
que les dio la bienvenida cuando
llegaron a ese campo para pasar
la noche, estaban en un rincón
perdido del país en el que las
carreteras eran de tierra y su auto
se había pinchado por vidrios.

La casa más cercana era el rancho
que estaba rodeado de grandes
campos de maíz y trigo, se suponía
que solo vivía un Omega viudo
allí llamado Jeeyung. Y la persona
que conocía por el nombre Jeeyung
le miraba sonriendo mientras un
asesino de mierda la quería matar.

-T-tu... Agh! -Heejin gritó y lloró
al sentir como uno de sus brazos
era jalado hacia atrás, filosas
garras se clavaban en su sensible
piel sacando sangre mientras el
doloroso tirón seguía en aumento.

del bosque 𓍢 ִֶָ  jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora