I | Preludio: Esperanza antes de la tormenta

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MARANELLO, ITALIA
FEBRERO 19 DE 2024
DIEZ DÍAS ANTES DEL INICIO DE LA TEMPORADA

«Febrero 02 de 2024, Bogotá, Colombia.

Te escribo desde la cima del cerro de Monserrate, es el último recurso a la mano para subirle el ánimo a Arthur, algo de ejercicio podría ayudarle. Las vistas son increíbles, Charles, te lo juro, este lugar es increíble aunque carece de oxígeno.

Decidí escribirte a mano, se que te gustan las cartas y esas cosas que ya casi no se hacen; CDs, vinilos, casetes, cartas, postales, etc. Eres muy dramático, pero este es un buen ejercicio, una vez que empiezas ya no sabes cuando acabar.

Espero que leas esta carta y veas la postal, la segunda es bellísima. Pronto empieza la temporada, Charles, y tengo la sensación de que este año será diferente a todo lo que conocemos, puede ser tu año y el de Ferrari. No dejes que las cosas que pasan a tu alrededor te nublen la vista, tengo fe en ti, desde donde estoy puedo sentir tu corazón y no es sano para ti, por favor, no dejes de empujar.

Sabes que las cosas se ponen difíciles justo antes de llegar a la cima, no olvides porqué estás luchando, no lo hagas nunca.

Te amo, Charles, pero no le digas a Arthur.

Con toda mi fe y corazón en tus manos,

Lorenzo.»

Charles suspiró volviendo a doblar la hoja, ocultando su contenido al igual que su sonrisa para evitar que la vieran. Luego paseó su vista por la habitación donde la sensación térmica estaba cerca de compararse con el mismo infierno.

Allí había un montón de personas a las que Charles no quería ver, siendo honesto consigo mismo, solo a Carlos podría ver durante toda su vida sin hartarse, y eso porque era como ese primo favorito por encima del resto de la familia. Quería irse de allí, estaba harto de todo, no podía ni quería seguir allí sentado, le dolía la espalda y el sudor se acumulaba en su nuca. Apenas podía mantenerse despierto, eso solo gracias a la cafeína de tres expresso que además le habían dejado de consecuencia secundaria la incapacidad de dejar su pierna quieta.

—Para este año tenemos muy buenas predicciones, puede ser nuestro año —dijo Vasseur, el jefe, con voz esperanzada.

Esperanza, cuán grande podía llegar a ser un humano solo teniendo confianza. Ellos estaban confiados, no porque ignoraran las fortalezas del "enemigo" o las debilidades propias. Charles lo sabía, qué el equipo confiaba en ellos dos juntos y por separado, qué confiaban en él.

—Singapur el año pasado fue increíble, hay que repetirlo cuantas veces sea necesario —dijo Carlos, apenas mirando sus uñas.

—Singapur el año pasado fue suerte, eso dijeron los medios —murmuró repasando con el dedo el sello postal del sobre amarillento.

Charles levantó la vista, inquieto por el repentino silencio qué se asentó en el ambiente, como lo había supuesto todos allí lo habían escuchado y tenían ahora la atención puesta en él. Sintió sus mejillas sonrojarse y la nuca caliente donde el sudor seguía creando la incomoda sensación que lo hacía sentir fuera de lugar.

—Hermano, tienes que dejar de ver esos artículos, ellos no saben un carajo sobre carreras, ni siquiera han estado a cien metros de un monoplaza —dijo Carlos alcanzando su mano por encima de la mesa en lo que buscaba ser un gesto reconfortante.

Probabilidad de caos | Lestappen  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora