Probabilidad de caos | Lestappen

XXX | I open my own chest

MIAMI GRAND PRIX Y SPRINT
MIAMI
03 DE MAYO DE 2024
FP1 Y SPRINT QUALI

Miami es una explosión de colores, energía y simple emoción que vibra en el aire con ruidosos fanáticos e interminables caminatas en el paddock interrumpidos siempre por un fanático, un reportero, una celebridad, un influencer, un hombre blanco en un alto cargo de poder que controla los recursos que la escudería recibe de alguna marca patrocinadora aleatoria.

Esos últimos son los más difíciles, una sonrisa educada nunca es tan difícil de fingir como lo es para ellos, al menos así se siente Charles.

Pero es algo, todavía es bastante estrafalario todo el asunto, las presentaciones y el simple hecho de que se siente como una atracción en un circo, pero Charles sabe su papel en todo eso y puede simplemente sonreír y ser el piloto que todos esperan que sea. Pero al menos quisiera no tener que lidiar con el gruñón Max Verstappen en su driver's room luego de la rueda de prensa antes de la clasificación para la sprint, algo sobre sentirse bajo un foco absurdo y no ser solo un fenómeno junto al cual tomarse una foto con un tipo de emoción extraña que rivaliza con el morbo. Pero está bien, Charles puede manejarlo, tirado debajo de él con sus dedos en la parte corta de su cabello mientras Max despotrica contra todo y nada. Y todavía no puedo llevarlo al lado del anti-capitalismo, el hombre está más molesto que yo.

—Tengo que obtener la pole en un par de horas y este chico solo quiere grabar un video ridículo para su cuenta ridícula en su aplicación ridícula llena de gente igual de ridícula —dice moviéndose sobre él para ajustar su posición, Charles siente un tic en su movimiento de masaje y espera que la irritación de Max lo haga pasar desapercibido—. Es decir, no es mi problema si no me involucra, pero no solo lo hizo, también fue incómodo y fue tan molesto.

Charles no dice nada ante el suspiro irritado que concluyó su diatriba, en su lugar solo abrazó a Max más cerca suyo, sus dedos jugando con el material ignifugo de Max.

Charles mira el techo de lata azul, no el tipo de azul que usará Charles ese fin de semana, más bien el tipo de azul que nunca usará en su vida. Es ridículamente irónico que al final del día, el color favorito de Charles no sea el rojo, que sea el azul, ese tono específico de azul, el maldito navy blue qué lo ha destrozado los últimos años y del que no puede liberarse. Es el mismo que viste Max, que lleva con orgullo, que lo alza por encima de todos y lo hace brillar con la luz de una mirada que sabe que está en el lugar que debe estar, en la cima.

Y todavía le dice a Charles que lo extraña allí, todavía le dice a Charles que lo busca en sus espejos, todavía le dice a Charles que lo siga. Y Charles, él simplemente no puede hacerlo.

Ahora mismo, con Max entre sus brazos vistiendo un traje que contrasta con el suyo propio, Charles sabe que es todo lo puede hacer, es hasta donde puede ir, hasta donde lo va a seguir. Espera que sea suficiente, tiene que ser suficiente. Si la forma en Max tararea contra la piel de su cuello es indicio de algo, por algún indicio de la divina providencia, Charles cree que lo es, porque hace mucho tiempo que Max dejó de insistir y de mirarlo con esa expresión de súplica cada vez que Ferrari lo lanzaba a un barranco de desgracia. Max siempre lució como un expectador del show triste de la vida de Charles, mientras el propio Charles apenas podía dejar de mirarlo a él para ver su mundo en llamas alrededor, el mundo solo es su monoplaza.

— ¿En qué piensas? —Max interrumpe su tren del pensamiento, lo mira de algún modo, con el mentón apoyado en su pecho.

— ¿Tú qué crees? —reta para esquivar la respuesta.