Charles suspiró de gusto a las manos que se posaron en sus hombros para dejar masajes circulares, labios fríos le besaron la sien. Miró un momento al pequeño balcón con las puertas abiertas, el fresco de la noche entrando en suaves ráfagas de viento.
La luz azul del portátil le lastimaba los ojos aún con sus lentes y tenía una uña entre sus dientes para tratar de manterse ocupado, solo se detuvo cuando dedos gentiles le sostuvieron la muñeca para alejar la mano de su boca. Charles se gira en su silla, solo para seguir a Max con la mirada mientras él descarga su peso sobre el pequeño escritorio.
— ¿Todo bien? —pregunta con suavidad, la mano en su muñeca ahora son dedos entrelazados con los suyos.
—Un E-mail —responde como si esa fuera la respuesta perfecta, Max asiente tratando de asimilar que eso es todo lo que llega a saber.
— ¿Es trabajo, Vasseur con malas noticias? —Charles niega con la cabeza y con un sonido en el fondo de la garganta—. ¿Entonces algo salió mal con tu pequeño negocio? —Charles sonríe por la forma en que lo dice, con solo su nombre esa heladería ya gana cientos de dólares, no es pequeño, Charles tiene suerte de tener un apellido.
—No es nada de eso —responde agotado. Se quita las gafas en su afán de restregarse los ojos y las deja sobre la mesa al tiempo que se estira sobre el respaldo de la silla—. ¿Hay servicio al cuarto todavía? —murmura más para sí mismo.
Max está en silencio mirándolo, Charles no sabe que hacer con toda esa atención. De repente es consciente de que tiene ojeras, que luce cansado, que tiene parches para un par de espinillas en ambas mejillas, que no se ha arreglado las cejas y tiene que afeitarse su barba que es un caos. Inevitablemente se le rosetea el rostro, se siente hervir bajo la mirada de Max y quiere esconderse hasta que pueda sentirse lindo otra vez.
— ¿Qué está mal ahora? —pregunta inclinando la mitad del cuerpo hacia él, una mano en su mentón para verlo directamente.
Charles entra en pánico, la espinita en su cabeza lo pincha y decide seguir ese camino.
— ¿De verdad siempre fuimos algo romántico? —pregunta esquivando la mirada de Max, quien luce sorprendido un instante y luego su expresión se suaviza tan dulcemente que Charles enrojece.
—Ven a la cama, descansa mientras te cuento —Max tira de su mano y se deja llevar, mientras se acomoda en las almohadas suaves como malvaviscos, Charles observa a Max sentarse contra el marco de la cama.
—Este hotel se parece al de Zandvoort —comenta, porque es cierto, es parecido.
—Por favor, no hables de Zandvoort —las palabras vienen acompañadas de una mirada abrumada y Charles se muerde la lengua al encontrarse a sí mismo en esos ojos—, todavía tengo tu chaqueta, está en casa.
Charles se ríe mientras cambia las almohadas por el regazo de Max, él está allí listo con una mano entre su cabello.
—Entonces, ¿te gustaba antes de todo el enredo?
—Te dije que me parecías interesante cuando te conocí, ¿recuerdas? —Charles asiente con una sonrisa—. Bueno, eso fue desde entonces hasta los quince, ahí hubo solo un pensamiento en mente cuando se trataba de ti.
— ¿Un pensamiento, cúal? —Max sonríe mientras niega, incapaz de creer que realmente hablará del tema.
— ¿No te lo imaginas? Quería simplemente acabar contigo, eras demasiado bueno y yo tenía que ser mejor, eras un obstáculo en mi camino —Charles siente un vacío en el corazón, Charles recuerda que a esa edad realmente quería ser amigo de Max—. Pero entonces no lo hacías fácil porque siempre tenías la manera de hacerme replantear todo lo que sabía de ti, más allá de la pista, donde siempre me querías hacer ir contigo y con Pierre o Esteban a jugar.
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Probabilidad de caos | Lestappen
FanfictionCharles está enamorado de las matemáticas y la estadística, cree que todo en la vida se conecta con ella, incluso su raíz negativa, Max Verstappen. Pero en la vida como en el amor no hay constante que valga ni teorema qué sirva, tendrá que aprender...