4. el ataque

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Las semanas pasaban con rapidez en el norte, más de lo que pasaba en el sur. Estaba segura que no iba a soportar el frío, pero ya había amenazado a mi madre para quedarme, iba a tener que soportarlo. Fue empoderante y a la vez aterrador amenazarla, no sólo por ser mi madre también por que es la reina. Aún así era la última carta que me quedaba para logran permanecer en Winterfell.
Recuerdo muy bien que a Joffrey no le gusto nada la idea, grito y insulto por varias horas. Todos en el castillo lo observaban con confusión y miedo, yo lo veía como un bebé chillando por leche o algo parecido.

-tu no sobrevivirás sola, no sin mi- fueron las últimas palabras que mi hermano mayor me regaló.

Todos sus intentos fueron para nada, igual me quede en Winterfell.
Quien si me dio pena fue Tommen, comenzó a llorar desconsoladamente. No quería irse sin mi y para demostrarlo se aferro a mis piernas con fuerza.

-Tranquilo nos veremos pronto-dije para calmarlo.
Si tan solo ubiera sabido que le estaba mintiendo. Que sería la última vez que lo vería, o Joffrey, a mi hermana Myrcella, a Tommen, a mi padre. A todos ellos, ya no volvería a escuchar su voz.

Mi padre me abrazo tan fuerte que podía llegar a romper mis huesos. Todavía desconozco como mi madre lo había convencido de dejarme aquí en Winterfell. Pero de ella había aprendido a manipular, y nunca la había logrado superar. Aún así mi padre dio algunas propuestas, su único recuerdo físico de Lyanna ahora se alejaría de él. Pues bien saben él solo podía ver a Lyanna cuando me miraba a mí.

Mi madre no dijo mucho a la hora de despedirse. Solo me miró con sierta autoridad y luego se agacho para susurrar en mi oído -te vas a arrepentir- pero eso fue todo, así se despidió de mi.

Cuando se marcharon solté unas lágrimas. No había pensado en cuanto los extrañaría, la culpa me había cegado por unos instantes. Pero ahora veía con claridad en qué me había metido, estaba sola en un lugar que no conocía. Mi única compañía era Maryd.

Los días transcurrieron con rapidez. Bran no daba señales de conciencia y no los dio por mucho tiempo. Yo dormí a su lado cada noche, esperando a que abriera sus ojos.
Para pasar el tiempo solía entrenar con Theon greyjoy. Él me enseñó a dominar el arco y un poco la espada. Hasta esa fecha nunca había fallado un tiro desde que empecé a practicar. Theon estaba impresionado.
Para la espada si tarde más, de hecho no la llege a dominar en Winterfell, eso pasó más adelante.
En las tardes solía intentar enseñarle a Maryd a Leer y escribir. Ella podía una silla al lado de la cama de Bran y yo le mostraba como dibujar las letras y pronunciarlas.

-Esta es la G-le mostré en una libro-vez si la juntas con la A suena Ga- Maryd me escuchaba con atención tratando de aprender.

-Ga...Gra...cia...s digo-intento leer.

-dijo-la corregí

Me miró avergonzada y con los hombros bajos. Se notaba en su cara que no le gustaba nada equivocarse, en mi opinión era muy dura con ella misma.

-mi princesa, usted no debería perder el tiempo enseñándome a leer-dijo decaída

Mire a Bran que dormía junto a mi. Estaba exactamente en la misma posición de siempre, no había movido ni un músculo.

-¿crees que despierte?

-no lo se princesa ¿que haremos si no despierta?

Sentía que las lágrimas resbalaba lentamente de mis pequeñas mejillas. Si no despertaba...si Bran moría, yo tendría que volver a Kingslanding con el peso de la culpa. Esa Fue la condición de mi madre, lo dijo bien claro -"si el niño no despierta en menos de una año tu volverás a el sur"- intento ponerlo junto. Sabía que su secreto nunca estaría asalvo si yo no estaba complacida Y por un lado era mejor manterme lejos y callada.

La Heredera Baratheon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora