{Mayo 4, 2014}
•Fiona
- ¿Por qué tan solitario? -pregunté vacilante a Theo, que estaba jugando con la pelota de entrenamiento. Estaba paseando por el parque buscando mi collar que había perdido hacía una semana-. Tienes moretones en el cuello. O... se le podrían llamar firma -rió ligeramente pero sin ganas, se notaba que algo malo estaba pasando-. ¿Estás bien? ¿Que pasa?
- Nada... es solo que perdimos el partido -dijo y atrapé la pelota que él me había lanzado
- Tonterías, solo es un partid- -
- Eran las finales -intervino-. Podía haber conseguido una beca en la Universidad de Chicago.
- ¡Wow! No pensé que estabas organizando ya todo el tema de la universidad, nos queda un mes de clases y serán las vacaciones de verano, pero... -le lancé la pelota de vuelta-, después de eso nos falta otro curso.
- Sí, "wow". Me permitieron la beca deportiva que respaldaba todos los gastos por lo bien que me estaba yendo en el equipo y en el último semestre -explicó. Estrujó la pelota con toda sus fuerzas y la lanzó al otro lado del parque, al borde del lago.
- Yo... no se que decir
- No tienes que, estoy bien, no te preocupes
- ¿Seguro? -pregunté y él asintió-. ¿Segurísimo? Dime la verdad...
- Sí... -masculló en tono amargo-. No
- ... porque puedes confiar en mi, espera... ¿No?
- Es solo que... pues... problemas familiares ¿vale? -me sorprendía un montón saber que él chico que siempre sonreía y que se la pasaba de chica en chica -¡Puaj!- estaba triste y con una familia familia rota, me recordaba a mi a los 14 años.
- Vale, vale. Si quieres hablar, aquí estoy para escucharte, créeme, seguramente te entienda -dije, pero no obtuve respuesta-. ¿Theo? Okay, mejor me voy, necesitas tiempo para, em... pensar.
Él fijó su vista hacia el lago mientras el balón se estaba hundiendo por la falta de aire, quedó en silencio durante unos segundos. El silencio era tan incómodo y fino que se podía cortar con un cuchillo de mantequilla. Estaba pensando seriamente irme de ahí pero no quería dejarlo de esta manera así que empecé a jugar con la hierba que se pegaba en la parte de goma de mis zapatos mientras que él seguía con su mirada perdida. Intenté ver hacia donde él observaba, pero no me llevó a ningún lado.
Ya que el no quiso seguir con el tema decidí darme media vuelta e irme, pero justo al voltearme dijo:
- Lo que me molesta es que pienses que me puedes ayudar ¿sabes? -resopló haciendo que el silencio se desvaneciera-, como si supieras lo que es tener problemas familiares. Haces como si te preocuparas por mi, pero te vale una mierda.
¿Qué me valía una mierda? ¿Él? Mira que este chico es gilipollas.
Al escuchar esas palabras me sentí enojada, quería golpear a alguien, gritar, llorar. Sabía que eso ya era exagerar, pero nadie tiene el derecho de decirme eso, y menos él.
- Theo. Mi vida no es tan fácil como parece...
- Tienes una vida perfecta -interrumpió-. ¡Por el amor de Dios Fiona! Tu vida es completamente perfecta, con tus hermanos y sobrinos. Tus padres aún siguen juntos y nunca puedo escuchar gritos que provengan de tu casa, y muy seguro que tu escuchaste de la mía -gruñó, y si, él tenía razón en el tema de los gritos, casi cada noche escuchaba a sus padres pelear y romper platos mientras tiraban sus preciados cubiertos de plata al patio-, solo he escuchado los gritos que nunca me quisiste contar que pasaba ¿te acuerdas? ¡Ni siquiera confías en mi! -ahora él era el que estaba exagerando, él era de las únicas personas en quien yo confiaba-. ¡Es que no lo entiendes! Será mejor que me vaya a casa, no quiero lidiar con este problema y menos que tú estés involucrada. Adiós Fiona.
¿Cómo éste idiota podía creer que mi vida iba de maravilla? ¿cómo no se pudo dar cuenta de todo? Era más que obvio y absurdo. No se si había mandado alguna indirecta pero ¿quién no notaria que era el bicho raro de la familia? Por un momento, sentí que el aire se había fugado del parque. Mis oídos zumbaban y estaba más que segura de que mis mejillas se estaban enrojeciendo. Procesé la escena en cámara lenta. ¿En serio Theo no se había dado cuenta?
- Alexander, ¿en serio crees eso? -pregunté con voz nerviosa
- ¿Alexander? ¡¿Alexander!? ¡¿Por qué de la nada me llamas de esa manera!? No tiene nada que ver con este tema
- ¿¡Y yo que sé!? Y sí, sí tiene que ver.
- ¿En qué? ¿A ver? -lanzó-. En realidad no puedo creer que estoy discutiendo con "Miss perfecta". No puedo soportar verte. Esto es una...
- "Jilipollez"
- Iba a decir "mierda", pero también "jilipollez" es manejable
- "Jilipollez" o "mierda", me importa un bledo eso. Se que esto es una tontería. Ya lo sé. en realidad no puedo creer que pienses eso de mi. ¿Familia perfecta? ¿¡Miss Perfecta!? No se si nunca te lo han dicho de niño pero, ¡la vida no es perfecta joder! -mi voz se llenaba de temblor y nerviosismo-. "Alexander" es por que me estas sacando de quicio y no te mereces que te llamen "Theo". Theo es el buen chico que nunca alza la voz, es dulce pero un completo cretino, un cretino al que me gusta. Y Alexander es... es... ¡es también un cretino! que simplemente no parece él mismo. Ahora mismo no quiero lidiar con esto. ¡No tengo tiempo para esto!
- Que no me merezco el "Theo", dice ella -dijo susurrando. Estaba pensando en voz alta-. Pues vete.
- Eres un imbécil. Te estás comportando como un completo idiota -me tranquilicé-. Solo cuéntame lo que te pasa y me voy. si quieres no dejamos de ver por tu propio bien. Esto te está afectado, parece que toda tu furia se está involucrando en mi. ¿Estás celoso de mi familia? ¿De qué, a ver?
- Mis padres se están divorciando -masculló
Rodé los ojos ¿Eso había sido todo? ¿Me había echado la culpa de que sus padres se estaban divorciando? Para ser sincera, sus padres se peleaban demasiado, no era saludable ni para él ni para ellos. Cada vez que los había visto, estaban peleando o caminando en la calle sin ni siquiera mirarse a la cara.
Por su puesto Theo tenía el derecho de sentirse así. Pero, ¿por qué culparme a mi? ¿qué error había yo cometido? Él era el chico que aveces trataba a los demás como mierda, y los intimidaba sin darse cuenta. Él fue el que hacía las bromas, en cambio, yo trate de ser pasiva con él.
- Alexander, esto es absurdo, que tus padres se estén divorciando es la decisión más buena que jamas han hecho.
- Deja de llamarme así. ¿Ves?, no entiendes el tema. ¡Me cago en la puta! -dijo con resignación
- ¡Joder Theo! ¿Aún no te das cuenta? -grité y mi garganta crepitó-. ¡Claro que entiendo el tema! Mis padres están muertos y he tenido una adolescencia de mierda.
- ¿Muertos? -confuso, preguntó-. Pero si los veo todos los días contigo.
- Mira... mira que eres ¡gilipollas! ¡Había pensado que te diste cuenta! ¡Es obvio! No me parezco a mis hermanos. No me parezco a mis padres. ¡Por el amor de Dios! Tienen ojos claros y tienen pecas ¡Cada uno de ellos! Yo tengo los ojos marrones y el pelo más negro que la mierda -mis músculos se estremecieron, la sangre hervía por mis venas.
No me había sentido tan enfadada y triste en un largo tiempo. Cuando todo iba de maravilla, el momento se estropeaba, era demasiado bueno para ser verdad. La estupidez de Theo hacía que me dieran ganas de abofetear sus rojizas mejillas, que por cierto estaban rojas como tomates, al igual que las mías. Él dio un paso atrás parpadeando con rapidez, la comprensión de pronto llegó a su cara.
- ¿Qué? No tenía ni idea, lo siento mu- - murmuró Theo
- ¡No! No lo sientes. ¿Sabes qué? Estoy harta de esto -apreté los dientes-, estoy cansada ¡harta! de... de tener que recordar lo sucedido y sentirme mal por mi. ¡Estoy bien! pero la gente me lo tiene que recordad. ¡Puta madre! En realidad creí que eras más inteligente que esto. -me giré hacía mi casa, pero volví a mirarlo en la cara- La honestidad es la mejor política ¿no? - camine hacia casa
- No te vayas -la voz de Theo se silenciaba con la distancia
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Turning into pink.
Teen FictionPara tener diecisiete, Fiona Fox había pasado por bastante, pero no lo contaré todo ahora o arruinaré la historia. La vida de Fiona era en blanco y negro, hasta que conoció a Theo, que pintó su vida de color rosa.