Capítulo 4

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Mis lágrimas brotaron al leer tales palabras, mi miedo se había apoderado de mi, al mismo tiempo que mi enojo se hacía presente.

—Maldito, hijo de puta —grité enardecida, aún con lagrimas y tirando la hoja al suelo—. Bastardo, nunca tuviste los huevos suficientes.

La casa estaba vacía y el eco rebotaba mis palabras, al mirar por la ventana vi como los vecinos de curiosos salían de sus casas o asomaban por las ventanas.

—Respira Lina, respira —trataba de calmarme, mientras tenía leves espamos y veía de reojo su televisor—. Tal vez, no soy así, pero eso le enseñaría.

Camine en círculos dudando de que debía hacer hasta que tome el control  del sillón y me senté prendiendo la televisión.

—¿Qué hago? —levanté mi rostro observando el techo buscando alguna respuesta a mi enredo—. Lo mejor sería que te vayas —sujete mi vientre con fuerza—. Solo me has traído problemas en todo el día.

Mi respiración se agitaba y sentía mi corazón palpitar acelerado casi queriendo salir de mi pecho, empecé a apretar con fuerza el control y lo tire contra la pared, al cual se hizo pedazos.

—Mierda fallé —solté una mueca de molestia y me levanté para ir hacia el baño— volveré por ti.

Al llegar abrí el agua y comencé al limpiar mi rostro, casi de reojo note un pequeño espejo cuadrado.

—¿Y esto? —traté de sujetarlo, pero se resbaló entre mis dedos y rompió en varios pedazos—. Estoy muy desconectada de mi, tal vez...

Mis pensamientos más oscuros recorrieron mi cabeza, sentía mucho enojo y tome un pequeño pedazo de vidrio y lo sujete acercandolo lentamente hacia mi muñeca, noté mis venas palpitar y como se marcaban en mi piel casi incitandome a hacerlo.

—Tú te lo buscaste Lina, solo hazlo —grité enojada— sabes que tu esposo se llevará a tu hija —sentía el punzón del vidrio y unas leves gotas de sangre salieron, mientras lloraba un poco.

Me detuve por un momento, había vuelto a llorar y baje un poco mi pantalón hacia mi rodilla.

—No cantes victoria niño o niña no sé —hice un pequeño corte en mi muslo al cuál solte un leve quejido de dolor— lo haga por mi Sofia, no se si podré quererte, ni siquiera se si deseo tenerte. Eres un error, aunque también tengo la culpa —solté una mueca junto una leve sonrisa—. Mierda, acabo de sonar como mi madre.

Antes de irme lave mi herida y detuve su poco sangrado, cuando cerraba la puerta solté una sonrisa melancólica, aquel que me había vuelto a enamorar o eso creía me había hecho volver a tal lugar que tanto me costó salir.

Conduje de regreso a casa de mi madre y revisando mi celular me percaté que no tenía llamadas de mi esposo.

—¿Qué raro, pensé que se preocuparía por nosotras? —miraba nerviosa la calle y mi impaciencia junto a sobrepensar todo se hizo presente—. Es tarde, ¿acaso se enteró? ¿Estará bien?

Al llegar y tratar bajar del auto sentí el dolor en mi pierna, solo repetía en mi cabeza que me lo merecía y entré.

—¿Dónde esta Sofia? —dije cabizbaja y algo enojada mirando a mi madre.

—Esta viendo la tele, ya cenó si es lo que te importa. El tiempo no te espera —soltó un quejido de desagrado seguido de una mueca—. Hizo una escena para que lo prendiera, no eres buena criando a tu hija.

—¿Puedes llamarla? —contuvé mi rabia al escucharla—, no tengo voz para hacerlo —respiraba con dificultades, casi al mismo tiempo que sentía leves mareos.

—Será mejor que te sientes, llamaré a tu esposo para que venga por ustedes —salió de la casa sin dejarme decir una palabra y tuve que tomar asiento.

Mi respiración empezó a faltar y empecé a ver borroso, cada segundo que pasaba sentía como me ahogaba.

—No me importa, ven que tu esposa no se siente bien —escuchaba gritar desde afuera de la casa, ella nunca tuvo problemas en armar un escándalo.

—Mamá ya te dije que yo puedo sola —empecé a dirigirme hacia la puerta y note como mi visión se ponía negra y borrosa—. Mamá...

Caí abruptamente al suelo y perdí rápido el conocimiento, mientras jadeaba el nombre de mi madre.

Desperté después de sentir una luz en mis ojos

—Quita esa luz —abría mis ojos y note que ya no estaba en casa, me encontraba en una cama de hospital.

—Lo siento, hacía un chequeo Lina —dijo alegre—en especial si eres tu quien entra por la puerta de emergencias.

—No se supone que lo debe hacer un doctor no mi ginecóloga —dije en tono sarcástico y soltando una risa.

—Tuviste mucho estrés y te desmayaste en tu casa, tu mamá te trajo algo asustada, yo te recibí pensando que habías sufrido una amenaza...

—Bueno supongo que hubiera sido lo mejor, no quiero más problemas —me recosté y la miraba sonriente—. ¿Me pusiste narcóticos o por qué me siento tan feliz?

—Mira, por nuestra amistad no te derivare a psiquiatría con una colega mía, pero quiero que me expliques el corte en tu muslo derecho.

—¿Cómo...? —mi sonrisa se desvaneció rápido.

—Ya te dije, supuse que era un aborto y te revise completa, Lina sabes que eso es un pase directo a psiquiatría. Tu tienes antecedentes, estabas bien...

—No importa —desvíe mi mirada—, pudo ser mi muñeca y no fue así. Me lo merezco, solo yo soy culpable de esto, y de todo —toque mi vientre con enojo—. Si tan solo pudiera quitarme esto y regresar a mi vida.

—¿Y por qué no has pensado en el aborto? —dijo algo confundida—, perdón, pero es una opción.

—¡No soy mi madre! —grité enardecida y mordí mis labios al darme cuenta de mis palabras.

—No voy a decir que un bebé es una bendición o que no debes tenerlo —sostuvo mi mano—, pero no atentes contra tu vida —mencionaba mientras me abrazaba con bastante fuerza.

—Bueno —sonreí y correspondía su abrazo—, puedes olvidar lo que dije. Es algo personal.

—No diré nada, pasaste toda la noche dormida, ya es de mañana, pudiste sufrir un cuadro más fuerte.

—¿Qué digo? Si dame el pase con psiquiatría —puse mi mano en la frente en señal de enojo y la mire enfurecida—, me incapacitaran y si se entera de esto sería una razón más para que me quite a mi niña.

—Tu esposo vino por tu hija, así que tienes todo el día —vi como hacía unas leves anotaciones— tendrás una consulta con psiquiatría, además él es muy comprensivo tal vez no llegaría a una demanda.

—No estoy loca y prometo que no lo haré de nuevo, por favor —solté un suspiro—. ¿Cómo lo viste llegar?, no se como el reaccionaría si le digo "ey, estoy embarazada, pero puede ser de otro."

—Vino muy preocupado por ti, no dejo de hacer preguntas —soltó un suspiro—, sobre lo otro tal vez sería quedarte callada un tiempo o decirle y enfrentar todo.

—No me había llamado en la noche, y aún sigo enojada por eso, pero es lindo que venga y pregunte por mi —tape mi rostro con mis manos y grité levemente.

—Lina no puedes cambiar tus errores, solo te queda afrontarlo y puedes empezar por aceptar la consulta.

—Esta bien, debo igual prepararme mentalmente para lo que vendrá. Destruí mi matrimonio y a alguien que solo tenía ojos para mi —me recosté y traté de cerrar mis ojos.

El fruto de la lujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora