Capítulo 19 : Team Metal

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El éxito no es el final, el error no es fatal: es el coraje para continuar lo que cuenta (Winston Churchill)



Los tres secuestradores frustrados, con los ojos vendados y fuertemente atados, estaban acostados en el suelo frente a la primera fila de asientos de primera clase, de los que Leon, Carol, Forbes y Roman se habían apropiado. Las azafatas sirvieron café y mantuvieron al resto de los pasajeros alejados de ese sector del avión.

"Admiro la actitud de los etíopes frente a situaciones como ésta" observó Carol. A diferencia de los demás, bebía té.

"¿Cómo es eso?" preguntó Leon con voz cansina.

"Hace unos años intentaron secuestrar un avión de bandera etíope. Por casualidad había gente de seguridad a bordo y lograron controlar la situación. Ataron a los secuestradores en asientos de primera clase, les envolvieron el cuello con toallas para no estropear el tapizado, y allí mismo les cortaron la garganta. Y sabes...

"Mierda" interrumpió Forbes. Desde entonces, nadie había vuelto a meterse con esa aerolínea. "Simple, pero eficaz".

"Absolutamente" bajó la taza. "Espero que estas cosas no sucedan demasiado a menudo".

Los tres operativos miraron por las ventanas y vieron las luces de la pista segundos antes de que el 777 aterrizara en Springs. Hubo aplausos y felicitaciones de los pasajeros. El avión disminuyó la marcha y luego carreteó hacia las instalaciones militares, donde se detuvo. La puerta de la derecha se abrió y un camión ascensor avanzó en dirección a ella.

Leon, Carol y Forbes y Roman aflojaron sus cinturones de seguridad y fueron hacia la puerta sin perder de vista a los secuestradores. El primero en abordar el avión fue un oficial de la fuerza aérea con cartuchera y banda blanca, seguido por tres hombres de civil que debían ser policías.

"¿Usted es el señor Kennedy?" preguntó el oficial.

"Sí" replicó Leon. "Aquí están sus tres... sospechosos, creo que es el término adecuado".

Sonrió con hastío ante sus propias palabras y los policías entraron a llevarse a los maleantes.

"El transporte alternativo llegará aproximadamente dentro de una hora" dijo el oficial de la fuerza aérea.

"Gracias".

Los cuatro volvieron a buscar su equipaje de mano. Dos minutos después, los cuatro estaban en tierra, a bordo de un vehículo de la RCAF. Apenas arrancó, el 777 empezó a carretear hacia la terminal civil, donde los pasajeros estirarían un poco las piernas mientras lo reabastecían y revisaban.

"¿Cómo llegaremos a Portland?" preguntó Roman, luego de acomodar su maleta en la sala de espera.

"Shepherd ha enviado un Gulfstream-3. Habrá gente para recoger sus equipajes. El coronel Edward Clegg vendrá a buscar a los tres prisioneros" explicó Carol.

"Aquí están las armas" dijo Forbes, quien les entregó las tres bolsas de papel que contenían las pistolas descargadas. "Brownings M-1935 de fabricación militar. Ninguna clase de explosivos. Son verdaderos novatos. Aparentemente buscaban al embajador Tailandés en Washington. Su esposa viajaba a mi lado. Familia rica. Tienen los claretes y Madeiras más fabulosos del mundo. Creo que se trata de una operación no autorizada".

"¿Y ustedes quienes son, exactamente?" preguntó uno de los policías. Leon tomó cartas en el asunto.

"No podemos responderle. ¿Devolverán a los secuestradores?"

I will never leave youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora