Capítulo 005: Seis de diciembre

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Estos últimos días en Sicilia han sido perfectos en toda la extensión de la palabra: clima perfecto, comida perfecta, historia y fotos perfectas, también la mejor compañía. Al principio, tenía mis dudas sobre hacer este viaje acompañado por Milo, pues literalmente no nos conocíamos de nada. No estoy diciendo que ahora lo conozca a la perfección, pero en estos días me he dado cuenta de que tiene un gran sentido del humor y una disciplina implacable. Vine aquí pensando en unas vacaciones sin clases ni entrenamiento, pero Milo se ha encargado de que siga con mi rutina de entrenamientos y con mi dieta, y por sorprendente que parezca, no me molesta.

En estos momentos, Milo me está ayudando a preparar todo mi equipo. Solo faltan un par de horas para el gran evento, pero quiero dejar todo perfectamente listo.

—Pequeño gruñón, son las doce de la medianoche y yo tengo sueño. ¿Podemos continuar con esto mañana luego del desayuno? —sugirió Milo con notable sueño.

—¿Recuerdas cuando te pedí que nos saltáramos el entrenamiento de hoy?

Milo sonrió derrotado y me mostró su dedo medio antes de continuar con lo que le pedí. Después de un par de minutos empacando y revisando que todo estuviera donde debía estar, terminamos. Y yo aún no encontraba el sueño, la ansiedad por la boda de la señora Pierce.

—¿No puedes dormir?

Nop —respondí abrumado.

Unos segundos después, pude sentir cómo Milo se escurría en mi cama. Intenté sacarlo, pero no pude, así que me rendí. Comenzó a hacerme preguntas sobre mi persona; respondí algunas y otras simplemente las esquivé. Yo no perdí el tiempo, también le hice alguna que otra pregunta.

—Milo, debes estar bromeando. Es imposible que hayas nombrado a tu perro Rodolfo el reno

—Sí, y si tienes algún problema con eso, me lo puedes decir para que duermas en el sofá.

Continuamos hablando durante otro rato. Así descubrí que Milo es alérgico a los gatos, tiene tripofobia y talasofobia. Llegó un punto donde comencé a sentir mis ojos muy pesados. Intenté resistir para no dejar a Milo solo, pero él ya había caído rendido en los brazos de Morfeo, así que yo también me rendí ante sus adictivos encantos.

Desperté sintiendo una ligera presión sobre mi costado. Intenté moverme, pero no pude, así que intenté voltearme, pero tampoco pude. Empecé a palpar el lugar, encontrándome con el brazo de Milo alrededor de mi costado. Imaginé que la presión que sentía en mi trasero debía ser el pequeño Milo saludando

Continué intentando moverme hasta que lo logré, y la imagen que me recibió valió la pena. Milo se veía tierno dormido. Aproveché que él continuaba dormido y decidí levantar las sábanas. Descubrí que ambos estábamos como faros, pero su monstruosidad de al menos diecisiete centímetros hacía que mi amigo pareciera solo un pequeño juguete.

Milo comenzó a abrir los ojos y sonrió al verme despierto. Rápidamente se sentó en su esquina de la cama, y yo hice lo mismo, solo que mi objetivo era ocultar mi pequeño problema. Milo se puso de pie y se volteó, dejándome ver su gran cosa. No parecía molestarle que lo viera.

—¿Qué escondes, Piper? —dijo volviendo a la cama para intentar acercarse a mí.

Comenzó a acariciar mi muslo de manera suave mientras me miraba fijamente. No sabía que este tipo de placer podría tan siquiera existir. Luego se acercó a mi cuello y comenzó a dejar pequeños besos. Con cada beso, sentía mi excitación crecer, y cada vez que mi excitación crecía, más cerca estaba Milo de llegar a mi pene. Cuando estaba a punto de llegar, retiró su mano y se fue directamente al baño, dejándome ahí solo y confundido.

Una navidad para conquistarteWhere stories live. Discover now