Capítulo 006: Siete de diciembre

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Hoy se supone qué regresemos a Nueva York, por lo qué Milo propuso ir a Scopello, una playa en el área. En un inicio me negué pero terminé aceptando, el ambiente en Sicilia era fresco pero muy agradable a la piel, así qué no me molestaba mucho estar bajo el sol. Desde qué llegamos santa maniaco, se empeñó en nadar todo lo qué el nuestro tiempo en Sicilia le permitiera. Yo por otro lado decidí leer una pequeña novela qué había comprado. De vez en cuando miraba qué Milo no muriera ahogado o una cosa de esas.

—¿Piper?

La voz me sacudió, y la tensión se apoderó de mí al reconocerla. Volteé, y ahí estaba él, Pierre, mi hermano biológico mayor. No era el reencuentro que esperaba, y su presencia no hacía más que revolver un montón de emociones que preferiría mantener enterradas.

—Pierre. —Mi tono fue tan neutral como pude lograrlo.

Se acercó con una sonrisa que pretendía ser afable, pero sus ojos reflejaban algo distinto. Lo estudié, ese mismo rostro que alguna vez estuvo más cerca del mío de lo que debería en las fotos de la infancia.

—No puedo creer que después de tanto tiempo finalmente te decides a buscarnos. —Su tono llevaba consigo una mezcla de sarcasmo y desdén.

—No es el momento ni el lugar, Pierre. —Mis palabras eran una advertencia clara.

—Oh, pero ¿por qué no? —rió, como si todo esto fuera un juego divertido para él. —Es un lugar encantador, ¿no crees?

Ignoré su provocación y volví mi atención al libro, intentando recuperar el hilo de mi lectura. Sin embargo, Pierre no se rendía tan fácilmente.

—Oye, Piper, ¿cómo ha sido vivir la vida perfecta con los Halliwell? —su mirada estaba llena de condescendencia.

—No sé de qué estás hablando, Pierre. —Mantuve mi tono firme, pero por dentro, las viejas heridas se abrían.

—Es tan típico de ti, Piper, negar la verdad. —Se inclinó hacia mí, su presencia invasiva. —Nunca fuiste parte de nuestra familia, siempre fuiste el intruso.

La ira burbujeó en mi interior, pero me obligué a mantener la calma. No dejaría que Pierre arruinara mi día en Sicilia.

—No estoy interesado en tus juegos, Pierre. —Cerré el libro con fuerza, mirándolo directamente a los ojos. —Ya no tengo nada que ver contigo.

Antes de que pudiera decir más, Milo apareció, ajeno a la tensión que flotaba en el aire. Su sonrisa se desvaneció al notar la atmósfera cargada.

—¿Todo bien aquí? —preguntó Milo, mirando de uno a otro.

—Todo perfecto. —Mi tono intentaba ser casual, pero Pierre me lanzó una mirada desafiante.

Milo, sin entender del todo la situación, asintió y se unió a nosotros. Intenté desviar mi mente hacia el paisaje marino, pero la presencia de Pierre persistía como una sombra incómoda en el fondo de mi conciencia.

La tensión persistió mientras Milo se unía a nosotros, ajeno al conflicto subyacente. Decidí no arruinar el día con confrontaciones innecesarias y me esforcé por cambiar el tono de la conversación.

—Milo, este es Pierre, mi hermano. Pierre, él es Milo, un amigo.

La presentación fue breve y formal, pero la mirada de Pierre no pasó desapercibida. Clavó sus ojos en Milo, evaluándolo con una mezcla de superioridad y desdén.

—Encantado de conocerte, Milo. ¿Amigo o algo más? —Pierre soltó la pregunta con una sonrisa cínica.

—Solo amigos. —Milo respondió con calma, aunque sus ojos reflejaban cierta incomodidad.

Una navidad para conquistarteWhere stories live. Discover now