Capítulo 002: Uno de diciembre

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Al levantarme, me encontré con una violenta nevada que cubría el paisaje, creando un escenario invernal de ensueño. Aunque esperaba ansioso la posibilidad de saltarme las clases universitarias debido al clima, la implacable profesora Wallace nos había recordado, a través de un correo electrónico fríamente redactado, que debíamos estar presentes en la facultad a las trece horas. Con resignación, me encaminé hacia el subterráneo, sabiendo que la señora Wallace, con su actitud fría e imperturbable, no haría ninguna excepción.

Finalmente, llegué a la entrada del subterráneo y decidí llamar a Melanie, mi mejor amiga, con quien había planeado encontrarme. Se suponía que estaríamos juntos en la entrada, pero no la veía por ningún lado.

📱: Hola, cariño, ¿qué pasa?

📱: Meli, ¿dónde estás?

📱: Estoy dentro, afuera hace un frío infernal.

Después de obtener la ubicación exacta, colgué la llamada y comencé a abrirme paso entre la multitud que se dirigía hacia el subterráneo. Los niños caminaban sonrientes junto a sus padres, creando un contraste con mi melancolía ante la frialdad del día.

Continué mi camino hasta encontrarme con Meli, quien estaba acompañada por un chico alto al que no reconocía. Sin embargo, eso no me detuvo, y con un grito llamé su atención.

—¡Meli! —grité, tratando de destacar entre la multitud.

Ella se volteó, me sonrió y comenzó a correr hacia mí. La nieve crujía bajo nuestros pies mientras nos acercábamos, y a medida que nos reuníamos, sentí que el frío invernal se disipaba ante la calidez de la amistad. Aunque no conocía al chico alto, estaba claro que Meli siempre tenía una sorpresa bajo la manga.

Meli me tomó del brazo y me llevó con el chico que la acompañaba.

—Amor, te presento a Piper, mi mejor amigo —gritó la chica.

El chico se dio la vuelta y reveló su rostro, y Dios trágame ya.

—Un placer, Piper —dijo el chico estrechándome la mano—, soy Milo Wallace.

Los tres comenzamos nuestro camino hasta entrar a la cabina del tren. Los tres empezamos a conversar sobre nuestros planes para las vacaciones. Mel planeaba irse a Puerto Rico con su familia, y Milo planeaba entrenar a un "desconocido" gruñón durante las vacaciones.

En medio de la conversación, Melanie sacó a relucir un pequeño detalle de una charla que tuvimos hace unas horas, comentó sobre mi sexy, insoportable y entrenador de medio tiempo.

Después de casi una hora de viaje y una larga conversación sin sentido, llegamos a nuestro destino, la universidad de arte de Manhattan. Mel se fue, dejándome con Milo, y seguí mi camino en silencio, esperando que él ignorara y olvidara el comentario de Melanie.

—Así que nuevo, sexy e insoportable —dijo mientras caminábamos—. Esos son los adjetivos con los que me describes, pensé que no te agradaba.

—Chico guapo, primero que nada, nunca dije que no me agradaras y segundo, no, esos no fueron los adjetivos exactos con los que te describí.

Respondí sin dejar de caminar.

—¿Qué estudias?

—Estudio fotografía —respondí.

—Es cierto que la profesora de fotografía es una perra —preguntó.

Asentí y le expliqué que la gran Amelia Wallace era una perra gélida, detallando la razón de por qué estaba ahí cuando la mayoría de las clases de la facultad habían sido canceladas.

El rostro inexpresivo de Amelia Wallace apareció en mi campo visual, así que ambos nos quedamos en silencio.

Amelia sonrió y yo quedé perplejo, esa cosa tiene sentimientos. —Señor McClean, espero que se encuentre perfectamente bien —dijo para luego abrazar a Milo—. Le presento a mi hijo Milo.

Luego de escucharla, quedé perplejo, ¿su hijo?

—Mis compañeros, ¿dónde se encuentran?

Ella sonrió y me explicó que mis compañeros no se encontraban ahí porque necesitaba pedirme un favor. —Veras, una vieja amiga de la universidad celebrará su quinta boda y quiere que mi mejor estudiante vaya allá y se encargue de tomar las fotos. No te preocupes, mi hijo irá a supervisarte. Usted es famoso por sus actitudes arcaicas y gruñonas durante estas épocas. Si aceptas, sería un pase para convertirte en un famoso fotógrafo.

Concluí mi pensamiento con una sonrisa que, a juzgar por la mirada cómplice de Amelia y Milo, parecían compartir un secreto entre ambos. Mientras mi mente intentaba asimilar la revelación de que Milo era el hijo de la profesora Wallace, sentí que mi mundo daba un giro inesperado. La sorpresa se reflejó en mis ojos, pero rápidamente comenzó a dar paso a una chispa de oportunidad que titilaba en mi interior.

Milo y Amelia me observaban con expectación, como si estuvieran aguardando mi respuesta ante el inusual encargo. Tomé una profunda respiración para calmar la tormenta de emociones que se desataba en mi interior. La idea de aceptar el desafío y trabajar con Milo en ese proyecto especial se asentó en mi mente, y una risa nerviosa escapó de mis labios.

—Está bien, acepto el desafío. Pero solo porque tengo la esperanza de que esta experiencia cambie mi perspectiva sobre las bodas y, quizás, sobre las personas en general. ¿Dónde y cuándo empieza esta aventura?

Milo asintió con entusiasmo, reforzando mi decisión con su propio entusiasmo. Amelia, por su parte, pareció satisfecha con mi respuesta, como si hubiera leído más allá de las palabras que expresé. Mientras la nevada continuaba su danza afuera, dentro de mí se gestaba un nuevo capítulo, un capítulo que estaba a punto de redefinir mi visión del mundo y, tal vez, mis propios sentimientos.

Me dispuse a sumergirme en esta nueva experiencia, sin sospechar cuánto impactaría en mi vida y en la forma en que entendía el arte de capturar momentos. Con una sonrisa cautivadora, acepté el desafío que me había lanzado el destino, listo para explorar el inesperado viaje que tenía por delante.

Una navidad para conquistarteWhere stories live. Discover now