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No entendía por qué siempre que veía el reloj a cada rato éste parecía ir mucho más lento de lo normal, lo cual lo impacientaba, y Minho se consideraba una persona muy paciente, pero no iba a negar que veces esperar resultaba muy desesperante.

Minho ya quería que sea hora del receso. ¿Por qué? ¿Qué era tan importante para que él estuviera más al pendiente del reloj que de la clase de matemáticas?

Pues fácil, él quería ver al chico de sus sueños; Seo Changbin.

Changbin era un muchacho de baja estatura, cabellera castaña brillante y una sonrisa tan preciosa que hechizaba a cualquiera. Era año menor que Minho, por lo que, estaba en otra clase. Las horas de los descansos eran los únicos momentos en los que podía observarle, aunque sea de lejos.

—Entonces la probabilidad de... —las palabras de la docente fueron cortadas por el sonido de la campana, luego se escuchó cómo los estudiantes se apresuraban a guardar sus cosas debajo de sus pupitres o mochilas, entusiasmados por irse del salón—. Bien, chicos, nos quedábamos hasta aquí. Nos vemos en la siguiente clase.

La maestra se despidió, recogiendo sus cosas para luego retirarse de ese salón.

Minho no perdió ningún segundo y salió volando hacia la cafetería, ni siquiera esperó a su mejor amigo que seguía guardando los bolígrafos en su estuche con –según Minho– demasiada lentitud.

No le tomó mucho tiempo llegar a la cafetería, tampoco tardó en encontrarlo con la mirada. Para Minho, Changbin era tan único que era difícil confundirlo con alguien más.

Sus ojos negros lo observaron, sintiendo su corazón palpitar muy rápido. Changbin era como un sol, todo iluminaba a su alrededor, causando que Minho sintiera que todo era diferente.

—Te encontré —susurró Jisung detrás suyo. Minho apartó la mirada de su chico para dirigirla hacia su mejor amigo—. Otra vez te fuiste sin esperarme, me caes mal.

—Lo lamento, ya sabes que...

—Que no quieres perder ningún segundo para verlo —repitió aquellas palabras que anteriormente fueron dichas por Minho—. Sí, ya lo sé —dijo encogiéndose de hombros.

—De acuerdo.

Minho enfocó nuevamente su atención en Changbin, quien ya se encontraba sentado en una de las mesas cerca del jardín, almorzando juntos a sus dos amigos.

—Deberías hablarle.

—No me creo capaz de hacer eso, tengo miedo de que le caiga mal, me rechace o peor aún, que me odie.

—Está bien, es entendible, pero deberías tomar un poco de valor e intentarlo. Changbin no es mala persona, muchas chicas dicen que él es muy amable y sincero.

—No lo sé, Hanji...

—Cuando quieras y te sientas listo, pero ten en cuenta que pronto nos vamos a graduar y ya no lo verás más. Si no lo intentas ahora, perderás una gran oportunidad, nada ni nadie te puede asegurar que en el futuro lo vuelvas a ver.

Dicho eso, Jisung se alejó para agarrar su charola e ir en busca de su almuerzo, mientras Minho se quedó pensando en las palabras de su amigo.

Y era cierto, todo era malditamente cierto. Dentro de 4 meses se iban a graduar y ya no lo vería más, porque Changbin era un año menor, además, Minho estaría ocupado con el examen de ingreso a la universidad y posteriormente con la mudanza.

Tenía que intentarlo, aunque fallara. Era mejor saber que lo intentó, a tener que atormentarse en el futuro con ese: «si yo hubiera...»

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Pastillas de menta ✧ MinBinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora