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—Hiciste el ridículo frente al chico que te gusta, en serio que eres un completo tonto —se burló Jisung, luego de escuchar el relato de Minho sobre su primera vez acercándose a Changbin.

—Fue horrible, me quedé congelado frente a él, no pude decirle nada.

—Y tu mecanismo de defensa fue salir corriendo, Jajaja —otra fuerte carcajada de parte de Jisung.

—Ya, basta, deja de reírte.

—Bueno, bueno, es entendible, pero igual creo que... —Jisung se calló al ver algo interesante—. No me lo creo, ¿lo lograste? —dijo Jisung, captando la atención de Minho.

—¿De qué hablas? ¿Lograr qué?

—Changbin te está observando, y no es cualquier mirada.

—¿Qué? Bromeas —expresó, inquietándose de inmediato, pero sin voltear.

—No lo hago, de verdad te está observando, está a dos mesas detrás tuyo.

Jisung ni siquiera intentaba disimular, miraba fijamente la mesa en donde se encontraba Changbin y sus amigos.

—Pero eso no significa nada, seguro se está burlando de mí por hacer el ridículo frente a él —musitó con tristeza.

—Créeme que he visto muchas miradas de burla y esa no es una de ellas. Tu crush te está viendo y eso solo significa que le interesas.

—Basta, Jisung, ya no juegues con eso, no le intereso, estás delirando.

—Prepárate, viene hacia acá.

—¿Qué? No puede ser, es joda, ¿no? Jisung, dime que estás bromeando y que Changbin no se está acercando.

—No es joda, Minho, de verdad viene hacia acá.

—No puede ser...

—Bueno, yo te dejo para que platiques con él, nos vemos luego —avisó, guardando su teléfono y recogiendo la charola de su almuerzo.

—No me dejes solo, Jisung, tengo miedo.

—Tranquilo, recuerda lo que dijo Camegie: «el miedo no existe en otro lugar excepto en la mente».

—No puedo, me pondré rojo color tomate...

—Tú puedes, Minho. ¡Ánimo!

—Jisung, espera...

Y antes de que pudiera decir algo más, Jisung se había ido volando, dejándolo solo, pero no por mucho, dado que tan sólo unos segundos después escuchó aquella voz que lo derretía como mantequilla.

—Hola, ¿me puedo sentar?

Minho alzó su cabeza y observó a ese maravilloso chico que lo ponía más tonto que el mismo tontín.

No pudo articular palabra alguna, simplemente asintió con su cabeza. Tenía que tranquilizarse o volvería a hacer el ridículo.

—No nos hemos presentado, soy Seo Changbin, ¿cómo te llamas?

—Lee... Lee Minho...

—Minho —formuló aquel nombre en sus labios—. Qué bonito nombre tienes, me gusta.

Y en ese momento Minho amó tanto llamarse Minho.

—¿Sabes? Me sorprendió mucho tu comportamiento aquella mañana.

—Ah, eso, bueno, yo solo... hi-hice el ridículo...

—A mí pareciste muy lindo.

Para ese punto Minho estaba segurísimo de que sus mejillas estaban súper rojas.

—Quería agradecerte por las mentas, son mis favoritas.

—¿De verdad? —dijo con sorpresa, pues aquello realmente no se lo esperaba.

—Sí, me gustan mucho las de esa marca, he probado otras, pero no sé, no son mucho de mi agrado.

—No lo sabía, solo las compré porque a mí me gusta mucho comerlas.

—Qué buenos gustos tienes.

—Claro, me gustas tú.

Y la cagó sin percatarse.

Minho no se había dado cuenta de lo que había dicho, hasta que Changbin se mantuvo callado y bajó la mirada hacia sus manos. Minho creyendo lo peor, cuando en realidad era por timidez.

—Yo...

Minho no sabía qué decir para arreglar lo anteriormente dicho, pero solo había una cosa que siempre hacía cuando sentía miedo: Huir.

Sí, Minho salió corriendo, dejando otra vez a Changbin confundido, pero esta vez también algo dolido.

Sí, Minho salió corriendo, dejando otra vez a Changbin confundido, pero esta vez también algo dolido

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Pastillas de menta ✧ MinBinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora