~The Forgotten Me~ IJuan CubitoI

.~-*Sentimiento número 0. Neutralidad*-~.

Todo lo que podía ver era negro, no sentía nada, ni siquiera escuchaba algo. Todo era tan silencioso que transmitía una calma única, apenas posible de experimentar.

Ese silencio obscuro acabó tan rápido como vino la misma sensación. Un sonido de pitido resonaba dentro de su cabeza, haciendo que un gruñido de fastidio fuera hecho para sí mismo. Un pitido que mostraba la vida humana, o al parecer, no tanto. Repentinamente un dolor se extendió por todo su cuerpo, sorprendiendo al hechicero que instantáneamente soltó un jadeo ahogado. Abrió los ojos y la luz natural del sol le dio la bienvenida de nuevo al mundo. Ese fuerte brillo quemó sus ojos por unos segundos, y en un vano intento de cubrirse con tu brazo, el dolor definitivamente se multiplicó por diez. Sus músculos básicamente le mataban a cada leve movimiento que hacía. Tardó algo de tiempo en analizar la situación, pero una vez hubo tranquilizado su corazón, volvió a abrir los ojos.

Se adaptó a la luz sin mucho más esfuerzo y miró a su alrededor. Cables que lo conectaban a máquinas totalmente desconocidas. Era tan extraño, todos sus sentimientos se apagaron cómo si de un botón en "Off" se tratara.

Se desprendió sin cuidado de los cables que lo ataban a esas máquinas tan extrañas que no lograba reconocer. El brusco movimiento hizo que parte de su piel se rasgara, creando así un hilo de sangre que goteaba sin prisa, pero sin calma. Miró la herida creada con una cara de molestia por el dolor y tan sólo unos segundos después, esas heridas desaparecieron con un leve rastro verde. Una vez rodo había sido solucionado se levantó de la camilla, cayendo inmediatamente al suelo.

-¡AGH! -Gritó el hechicero adolorido. El dolor se esparció por todo su cuerpo, sin dejar ni una sola parte de su cuerpo libre de ese infierno. El grito se esparció por toda la sala.

Con el cuerpo temblando, miró al suelo debajo de él, y a causa del reflejo que el mármol le proporcionaba, vio la sombra de su cuerpo. En su propia sombra podían resplandecer un par de puntos se iluminaban de color verde. Uno más fuerte que el otro.

Su energía poco a poco volvió a recuperarse y gracias a ello, como si anda empezó a flotar poco a poco, como si fuera algo que hiciera tan seguido y fácil que daba envidia. Una vez tu cuerpo se elevó suficiente como para que el dolor disminuyera casi completamente. Una vez pudo dejar de sentir dolor, empezó a buscar la salida con sus ojos. Una vez se acercó a la puerta, el movimiento que hizo le dolió lo suficiente como para querer simplemente esperar a que alguien llegara y abriera la puerta por él. Ignorando su pereza, se movió hacia la ventana que dejaba la luz entrar.

(Se me olvidó aclarar que todo este tiempo llevaba gafas y q no veía muy bien de un ojo sjjs)

Su rostro tenía una cicatriz que cubría casi la mitad de su cara, comenzaba desde la mandíbula inferior derecha, acaparando todo el espacio posible entre el inicio de esta hasta la oreja. Y de ahí, seguía un camino casi completamente recto que poco a poco disminuía su tamaño. Así hasta la ceja. Una vez habido visto eso, no quedó otra que suspirar. El lado bueno que encontró es que pudo encontrar de dónde venía el extraño brillo verde. Sus ojos mostraban el poder creciente en su interior, el ojo izquierdo resplandecía de una manera preciosa, mientras que el otro que era cubierto por la cicatriz apenas tenía brillo. Tal vez eso indicaba el porqué de su poca vista en ese ojo.

Escuchó la puerta abrirse y un misterioso chico que llevaba consigo una llama en su cabello entró a la habitación. Dejó unas flores al lado de la camilla, en el pequeño escritorio. Segundos después se dio cuenta de que el hechicero no estaba estirado allí, alterado miró a su alrededor. Vio al mago flotando junto a la ventana. Como si tuviera miedo de hacer algo que pudiera asustar al hechicero, se quedó totalmente quieto, para segundos después correr hacia el mago.