Hoy Juan se levantaba de nuevo en aquel sofá. Esta vez, estaba extremadamente cómodo allí, no tendría ningún problema en quedarse a dormir un poco más. Se levantó lentamente, dejando que su capa de hechicero resbalara a través de su cuerpo. Dándose cuenta de lo sucio que debía estar, cogió una sudadera rosa que tenía Spreen, junto a unos pantalones negros cortos, que sinceramente, dudaba que fueran del chico.
Se fue a la ducha que había en la oficina, porque sí, el híbrido usaba su oficina como casa propia. Y antes de desvestirse, se aseguró de mirar una última vez, viendo como Spreen dormía plácidamente. Algo en su cuerpo lo inundó, un sentimiento que hizo a su corazón congelarse por un momento. No quería causarle tantos problemas. Entró al baño, y puso el agua para que empezara a calentarse. Antes de entrar, pudo verse reflejado en un gran espejo que invadía casi todo el baño.
Un efecto diferente en él volvió a ocurrir, ¿acaso volvía a tener otro nuevo sentimiento?
Su reflejo en el espejo dejaba ver su claro estado. Últimamente se dio cuenta de que no se sentía anda bien. Por primera vez se vio la cara, y se sentía horrible. ¿Acaso enserio era así? No se lo lograba creer. Las cicatrices que adornaban su cara eran feas, no tenían una forma bonita y ni si quiera quedaban ni un poco épicas. Dio un paso atrás, tratando de escapar de esa imagen, pero no podía apartar la mirada. Su corazón empezaba a doler un poco.
<<No, no otra vez. Estos sentimientos se van mezclando de nuevo>> Pensó, obviamente sentía como el poder opinar, la confusión de estar así, y la tristeza de verse así era... que realmente le hacía temblar. Lágrimas empezaron a rodar por sus ojos, cosa que asustó aún más al hechicero. <<¿Q-qué es esto? ¡BASTA!>> Llevó una mano a su pecho, aún cubierto con ropas. El hechicero poco a poco pudo sentir como su respiración se volvía cada vez más feroz, y progresivamente le iba costando más respirar. De pronto sus poderes fallaron, y aunque sus piernas pudieron aguantarlo por un poco tiempo, cayó hacia atrás creando un estruendoso ruido.
Juan llevó sus rodillas a su pecho, sintiendo como la fría madera de la puerta se esparcía por su ropa. Cerró los ojos tratando de quitar la imagen que no paraba de llenar sus pensamientos. Estuvo así lo poco que duró, pues la puerta detrás suya se abrió, haciendo que cayera al suelo directamente. Pudo ver unas orejas de oso imponerse en su vista, y finalmente aparecer toda la cara del oso. Era una posición un poco contradictoria, él lo miraba desde arriba, Juan lo miraba desde abajo. Las lágrimas dejaron de caer por la sorpresa y abrió la boca levemente, sintiendo como la ansiedad de unos minutos se iba. -Wacho... ¿Estás bien? Te ves hecho pija- Preguntó Spreen irónicamente, pues obviamente sus sensibles orejas pudieron escuchar el reciente ataque de ansiedad.
Juan miró a otro lado, sin querer responderle. Frunció el ceño. <<El puto oso este...>> Bufó. Como si pudiera leerle los pensamientos, el oso gruño -Ya, ya, tranquilo...¿Acaso es otro nuevo sentimiento?, tristeza supongo – Se contestó a si mismo mientras cogía a Juan, con cuidado de no hacerle daño. Lo puso de pie y le limpió un poco el polvo de su ropa.
Eso hizo que el corazón de Juan se volviera a encoger. ¿Por qué hacía eso por él? Lo único que hizo fue tratarlo mal. Miró su rostro de nuevo en el espejo, y sus ojos volvieron a humedecerse. El híbrido siguió la mirada de Juan hasta el espejo, y de alguna manera, eso sí le dejó sorprendido. -Pará Wacho, ¿te sientes...feo? - El hechicero gruñó, y trató de apartar a Spreen de cerca suyo. -¿Qué? No...Para nada. -Dijo mientras trataba de secarse las lágrimas. Volvió a entrar al baño y cerró la puerta tras de él. Realmente Juan tardó un tiempo en salir, pues la mitad del tiempo se la pasó llorando en la ducha. <<Lamentable>>.
Juan, al salir de la ducha, se sentía un poco más ligero, aunque aún llevaba consigo la sombra de la tristeza. Se vistió con las ropas que Spreen le "prestó", pues técnicamente simplemente las cogió sin pedir permiso. Agradecido por el gesto, ya que cuando vio su ropa simplemente no dijo nada y se centró en el propio hechicero. Aunque de alguna manera se sentía enfadado, hería su orgullo. (Como no preparé un cap especial para el orgullo, ps ya lo tenía xd) herido lo hacía reacio a admitirlo. Cuando abrió la puerta del baño, se encontró con la mirada preocupada del oso híbrido.
Spreen, sin decir una palabra, le ofreció una taza de té caliente. Juan aceptó, agradecido por la silenciosa muestra de apoyo. Mientras bebía, Spreen rompió el silencio, intentando aliviar la tensión. - A veces, todos nos sentimos un poco rotos, ¿sabes? Pero eso no nos define - Carraspeó un poco, pues nunca fue muy bueno en estos casos. Juan asintió, sintiendo su boca seca, y mínimamente apoyado.
La jornada continuó, con Juan tratando de recuperar su compostura. La dualidad de tristeza y confianza con Spreen se entrelazaba en su interior, de vez en cuando haciendo que un par de miradas confusas y nerviosas miraran al híbrido, formando una amalgama compleja de emociones. Spreen, a su manera peculiar, continuó siendo un apoyo silencioso, y aunque Juan luchaba contra sus propias inseguridades, comenzaba a reconocer que la confianza también podía encontrarse en la empatía compartida.
El día avanzó, y mientras el sol se ponía, Juan se encontró reflexionando sobre la fragilidad de la existencia. Al parecer ya casi moría, ¿Qué lo mantuvo en este mundo? . Estaba encima de la pollería, en el techo más específicamente, jugando con algunos hechizos simples que creaban figuritas en el aire con un polvo verdoso. La tristeza persistía, pero ahora estaba acompañada por un atisbo de aceptación. Se dio cuenta de que los sentimientos, aunque abrumadores, eran parte integral de su humanidad.
Así, entre el resplandor del atardecer y la compañía inusual de un oso híbrido, lejos de que ellos sean opuestos, al fin y al cabo, podían coexistir, formando capítulos complejos en la historia de su propia evolución emocional. Y así, en ese momento de vulnerabilidad compartida, tenía miedo. << ¿Qué diablos?>>
La tarde avanzaba, y con ella, las sombras de la oficina se alargaban. Juan, aún envuelto en su mezcla de tristeza y confianza, decidió dar un paseo por el parque cercano para despejar su mente. Spreen, dejando sus quehaceres momentáneamente, le acompañó, mientras ambos caminaban en silencio entre los árboles que se balanceaban con la brisa.
Fue en ese tranquilo escenario que aparecieron dos figuras peculiares: Auron, con su típica llama que iluminaba el camino, pues la noche ya estaba muy oscura, y Biyin, una bella mujer que andaba con una sonrisa junto a su marido. Destellos de luz danzaban a su alrededor. Ambos personajes se cruzaron en el camino de Juan y Spreen.
Auron, con su mirada penetrante, percibió el como Juan estaba. Realmente desde la última vez que lo vio no tenía muchas ganas de hablar pues realmente este no era el hechicero que conocía... Biyin, en cambio, con su voz suave y resonante, habló con un tono que parecía llevar consuelo en cada palabra. - Juan...Spreen nos ha estado mandando mensajes diarios sobre como ibas yendo...Realmente, tus sentimientos deben de dejarte destrozado, ¡No te preocupes por ello! Todo el pueblo está contigo. - expresó Biyin, extendiendo una mano hacia Juan.
Spreen, intrigado por la presencia de estos nuevos personajes, observaba con cautela. Auron, siempre directo, dijo: - Tío, ¿estás bien? Parece que hayas llorado toda la noche. -Dijo preocupado. Aun así, su manera de ser siempre quitaba el momento emotivo. Juan simplemente ni siquiera se acercó a la mano que Biyin tenía extendida y se quedó callado. Por un momento dejó de sentirse a gusto, y por acción reflejo, empezó a esconderse casi imperceptiblemente en Spreen.
Ambos seres rieron y empezaron a hablar con Spreen, queriendo dejar a Juan tranquilo
El parque se convirtió en un escenario de intercambio, donde las historias se empezaron a compartir. Como Spreen estuvo todos los días cuidando de Juan, apenas se había enterado de las nuevas cosas que pasaban y a cambio, les entregaba más información sobre el comportamiento de Juan, lo que había descubierto y etc. Spreen, inicialmente cauteloso, se encontró participando en la conversación activamente.
La tarde se desvaneció, y en su lugar, emergió una noche estrellada. Spreen y Juan, decidieron regresar a la oficina. En ese espacio compartido, podían escuchar sus respiraciones. Podía notar a su oso interno realmente más tranquilo, Juan había necesitado esto, pues realmente no lo notó nada bien. Ahora podía respirar tranquilo.
La tristeza de Juan no desapareció por completo, pero ahora estaba matizada por la confianza que Spreen había conseguido darle.
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~The Forgotten Me~ IJuan CubitoI
FanfictionJuan...¿Sí logró sobrevivir? Unos ojos verde esmeralda se levantaron en medio de la noche, iluminando la sala. Un dios caído. ¿Qué? ¿Quién es? -Juan...¿No nos recuerdas? -La voz retumbó por toda su mente. Esta serie será Spruan, no creo que conteng...