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Después de estudiar por varias horas, Jisung creyó que necesitaba un merecido descanso, así que se le ocurrió llamar a los chicos e ir al parque de diversiones que estaba visitando la ciudad esa semana. Por supuesto que los demás aceptaron, todo gracias a que aprobó uno de los tres exámenes de recuperación, el más importante, y ahora solo le quedaban dos que eran bastante fáciles si se lo proponía.

Para las 17:45 de la tarde, Minho lo pasó a buscar, pero con una sorpresa que Han no se esperaba; una motocicleta enorme negra y rojo. Por Dios que quedó encantado con esa moto y con la imagen de ver a su chico sexy parecer un chico malo que venía a llevarlo vestido con camisa blanca semi-abierta. Literalmente, con esa facha, él se dejaba llevar a donde Minho diga sin problemas. Estaba regalado.

—¿Y esta bestia? —Preguntó ni bien se acercó a saludarlo con un beso en la mejilla, una costumbre solo de los dos.

—Mi papá me la compró ayer, te quería mandar una foto, pero pensé que sería presumir mucho.

—Me encanta, te queda muy bien.

—Gracias...—El castaño bajó la mirada con las mejillas calientes y rápidamente procuró estabilizar sus sentimientos revoltosos. Recordó que traía dos cascos dentro del asiento y los sacó. —Mira, compré uno para ti, así andamos juntos.

—¿Para mi? Aww...no tuviste que...

Minho levantó una ceja incrédulo y divertido a la vez, no le creía nada ese acto de desinterés.

—Miento, si tuviste que porque no pienso bajarme de ahora en adelante.

—Eres un tonto, ya súbete antes de que me arrepienta.

Jisung asintió feliz y besó la mejilla de Minho una ultima vez antes de subirse. No va a decir que no aprovechaba las oportunidades de la vida para besar al castaño, le gustaba mucho. Se subió a la parte de atrás de la motocicleta y se prendió de la cintura del mayor con fuerza, disfrutando el aroma tan varonil que desprendía su cuello. Algunas veces pensó en comprarse el mismo perfume que su amigo solo para tirarle un poco a su almohada y dormir con ella abrazada, pero después pensaba que era medio extraño, así que nunca lo hizo.

—¿Estás cómodo, Hannie?

—Sí, tengo sentimientos encontrados por ti...

La confesión tomó desprevenido al castaño, no supo que responder, hasta que Han volvió a hablar.

—Es decir, por la moto.

—Ya lo sabía.

Minho no le dio demasiada importancia y se puso en marcha. El parque quedaba más o menos a unas cuantas avenidas de su casa, enrealidad podrían llegar caminando fácilmente, pero no iba a perderse de llevar al menor en su lujoso regalo que le dieron. Quería mostrar su moto y también quería presumir a Jisung porque para él era hermoso y más valioso que cualquier objeto caro.

Llegaron al parque y en la entrada ya estaban los demás esperando en una rondita. Minho frenó enfrente de los chicos, e inmediatamente Bangchan y Changbin se le pegaron como moscas, mientras que Felix y Jisung rodaron los ojos.

—Ven ruedas, un motor y automáticamente se vuelven unos locos. —Negó el de pecas, sonriendo poco después. —Vamos, quiero ver cuanto están las entradas.

La boleteria tenía un par de personas en la fila. El par de amigos se paró al final y avanzaron bastante rápido debido a que abrieron otra cabina. Felix pasó primero y luego el pelinegro.

—Buenos días. Una entrada, por favor.

—Van a ser $350. Tienes acceso a todos los juegos con el sello. —Dijo el vendedor con amabilidad.

—Que sean dos. —Minho se metió en medio interrumpiendo, sacó dinero y pagó la entrada de ambos.

Jisung lo miró desconcertado, no entendía porque estaba siendo tan amable de repente. El gesto hizo que su corazón latiera fuera de lugar, le gustaba que sea así, amaba ser cuidado por el mayor, se sentía como un privilegio ya que era el único a quién trataba de forma especial, y eso que Minho se conocía desde hace más tiempo con Chan y Changbin. Sonrió atontado y se prendió del brazo del mayor una vez obtuvieron los sellos en sus muñecas.

—¡Han, vamos a la samba! —Gritó Felix unos metros adelante.

Jisung no dudó en salir corriendo a hacer la fila con el otro, arrastrando a Minho con él. El dueño del juego revisó sus sellos y les abrió el candado para que subieran. Tomaron asiento en los bordes, uno al lado del otro, aguardando ansiosos a que empiece a funcionar la máquina. La "olla" o también conocida como "tagadá" es una de las atracciones que Minho más odia, pero claro, podía hacer una excepción por su pequeño.

En cuestión de unos minutos, más personas se agregaron al juego y al fin se lleno el lugar. El encargado bajó el interruptor y el disco comenzó a dar vueltas yendo cada vez más intenso que antes. Un par de chicas salieron volando de un lado al otro, provocando risas en los dos menores que muy lejos de lo mismo no estaban. En cierto momento, la rueda dio un giro controversial hacia el lado contrario al que iba, sorprendiendo tanto a Jisung que se soltó por el susto y salió disparado de su asiento. Jura que vio su vida pasar frente a sus ojos cuando dejó de sentir el piso, hasta que unas fuertes manos conocidas lo tomaron de la cintura y terminó bien asegurado en el regazo ajeno.

—¡No te sueltes! —Le regañó el castaño, frunciendo el ceño levemente.

Han asintió como un niño pequeño, y no se movió de ahí hasta que el juego acabó. Al bajar, se encontraron con todo el grupo nuevamente y decidieron ir a comer algo en el bar del lugar; el parque ofrecía un lindo espacio con mesas en forma de pastelitos y asientos de tazas. Por supuesto que se sacaron miles de fotos ahí con distintas poses a pedido de Felix y las subieron a Instagram.

—¿Que pedimos? —Preguntó Changbin con el menú en mano.

—Yo quiero papas fritas. —Dijo Felix a su lado.

Minho observó el segundo menú y miró al pelinegro que leía los platos muy cerca suyo. Sonrió involuntariamente por lo adorable que lucia, solía inflar los cachetes cuando estaba pensando.

—Elige lo que gustes, yo pago. —Susurró en su oído, casi rozando su piel con los labios.

El más bajo se alejó sonrojado, entreabriendo la boca sin saber como responder, algo que hizo reír al mayor. Era tan tierno que hacía a sus manos picar por atraerlo a su cuerpo y mantenerlo a salvo en su pecho. Ni Minho sabe como terminó así, normalmente se reprimia esos pensamientos, pero últimamente se deja llevar porque ya no tiene la capacidad de negarse a la obvia atracción que siente por el chico. Lo quiere, le gusta, anhela tenerlo.

—¿De verdad vas a pagar la comida? Digo, ya pagaste las entradas...me trajiste y eso. —Murmuró el menor recostando la cabeza en su hombro.

El resto, acostumbrado a verlos melosos, no opinaban nada nuevo al respecto, nadie excepto Changbin que disfrutaba las escenas en secreto. Él sabía cosas y las ocultaba detras de una sonrisa misteriosa.

—¿No te gusta que te mime, mi amor?

—Mmh sí me gusta~ —La voz le salió dulce y caprichosa, pero no se avergonzó porque a su hyung aunque no lo dijera, le afectaba y empezaba a cederle todo.

—Beso. —Pidió Minho apuntando su mejilla. —Quiero un beso a cambio.

Jisung sonrió en grande y le dio lo pedido, dejando un sonoro beso en su mejilla que los hizo reír apenados al final ya que Bangchan los estaba mirando raro.

—Ustedes dos deberían admitir que se gustan, es obvio. —Soltó el rubio siendo tosco y divertido. No lo hacía a propósito, sino que su forma de ser era esa.

—Y tu deberías admitir que te estás quedando anciano. —Contradijo Lee, olvidando por unos segundos que se dirigía a su hyung.

—Te voy a pedir cordialmente más respeto a los adultos de la tercera edad, pueden ser sensibles. —Aportó Changbin haciendo que todos rían menos el atacado.

Chan no pudo defenderse del doble ataque y mejor se quedó callado.

—Cómprame pizza, Linoring. —Jisung se decidió por el menú de siempre y su favorito.

El mayor asintió y luego la mesera les tomó la orden.

Love || Minsung [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora