CAP 11 - ELEANOR MOREAU

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Él no dice nada, nada, simplemente yace de pie al lado de la puerta del carruaje dedicándome una mirada tan larga e intensa que provoca que me pellizque disimuladamente la tela del guante.

Si bien mucha ropa se estropeó, la mayor parte de las prendas eran las que la señora Devine me donó y aunque lamento mucho su daño, es mejor eso, a que se estropeara la colección reciente que compró Amílcar y que seguramente le costó más de lo que puedo imaginar, ya encontraré una forma de compensárselo a Ágata, ya que estoy segura de que no tomará la noticia con ligereza. Entonces, opté por elegir uno de los nuevos, decidiéndome al final por un vestido azul pálido de mangas cortas, cuyo encaje es el mismo del vestido de novia mientras que decidí recoger mi cabello con lazos y algunas margaritas y combinarlo con simples aretes en forma de gotas y una gargantilla para no recargar mucho el estilo, ya que quería reflejar encanto y misticismo, pero al ver la expresión atónita de él, comienzo a pensar que pude haberme equivocado en mi elección.

—¿Lo ve? —Louise susurra a mi oído— le dije que este no era el estilo que le gustaba al señor.

—¿Amílcar? —intento hacer omiso a sus hirientes palabras, un nudo se forma en mi parte inferior— ¿sucede algo?

Él carraspea con esfuerzo en un intento de recobrar la compostura y sin sus ojos abandonar los míos, levanta una mano a la altura de su corazón para situarla en su pecho.

—Preferiría ponerte al tanto en el transcurso del viaje —su voz sale ronca, sedosa.

Sonrío con inocencia hasta acercarme a él, quien detalla cada uno de mis gestos.

—¿Y bien? —levanto mis cejas mirándolo con ternura.

—Por supuesto... —dice luego de unos segundos de mirarme fijamente, tiende su mano para ayudarme a subir al carruaje.

Una vez dentro, procede a subir las escaleras y antes de entrar, girar hacia su mayordomo —aguzo el oído— y le dice en un susurro casi imperceptible "reza" para luego entrar con la puerta cerrándose detrás de él. Nos miramos uno al otro, sus ojos destellan con emoción, sin embargo, no sé cómo sentirme al respecto. Unas instrucciones más de parte del mayordomo en las afueras y el coche comienzan a andar.

—¿Por qué debería rezar tu mayordomo? —pregunto, curiosa con mis manos reposando tranquilamente entrelazadas en mis piernas.

—No entraré en detalles, lirio. —habla con voz cansina, pasa una mano por su cabello, gesto que hace que frunza el ceño hacia él—. Todo ha sido de repente y estoy poniendo todo mi esfuerzo para evitarte sufrir en este matrimonio. Te ves espléndida.

—Buen intento, —levanto una ceja por su evidente forma de querer persuadir el tema— explícame más. —hablo con firmeza, él exhala.

—Mi pasado... estoy evitando a toda costa que mi pasado empañe nuestro presente. —finaliza para mirar por medio de la ventana.

LO QUE NOS HICIERON DESEAR© [COMPLETA EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora