Abro los ojos lentamente, aturdida por la luz del día. Los hechos del día anterior regresan a mi mente iluminándome sobre los acontecimientos recientes y aún me encuentro sorprendida de todo lo que ha sucedido hasta el momento y la rapidez con la que todo se ha dado.
Su brazo me aprisiona más contra su cuerpo, gesto que hace que un delicioso cosquilleo se acentúe entre mi entrepierna. Escucho atenta la respiración de Amílcar —ahora mi esposo— que con cada exhalación abruma mi cuello con su cálido aliento.
—Mm —le escucho decir con voz ronca— buenos días querida esposa.
Sonrío, incapaz de evitarlo. Ya no es un secreto para mí de que me he enamorado de él, mi corazón se derrite mientras que en silencio bendice el des fortunio que nos trajo hasta aquí. Puede que al final lograse lo que un día soñé e inconscientemente el destino, de la manera más vil, terminó concediéndome mi mayor anhelo... casarme por amor, pero sigue siendo un problema el saber si él también lo está o simplemente fue su honor y compasión lo que lo impulsó a ceder a algo que quizás nunca hubiese sido capaz de hacer con alguien quien no fuese la Srta. Cock.
—Un penique por tus pensamientos —revuelve su nariz en mi cabello, haciéndome reír por el fuerte cosquilleo.
—Sigo aturdida por todo lo acontecido...
—Cariño... no has conocido ni la mitad de lo que soy capaz de brindarte, pero —asuma su rostro para vernos a los ojos— acepto que me siento halagado.
Me rio mientras viro los ojos, en un impulso inconsciente volteo hacia él para fundirme en sus brazos, un leve dolor en mi cuerpo me sorprende.
—¡Qué grata almohada me ha tocado! —bromeo contra su enorme pecho.
Su risa sale ronca, seductora. Generando más cosquillas.
—¿Está todo en orden, pequeño lirio? ¿amaneciste bien?
—Me duele un poco el cuerpo —admito haciendo unas pequeñas muecas.
—¿Mucho o leve? ¿crees que te hice daño?
Me toma con sus manos para verme el rostro mientras me examina con evidente preocupación.
—No, no... —me apresuro en decir, me mira frunciendo el ceño— nada de qué preocuparte Amílcar.
De pronto levanta una ceja con evidente disgusto.
—Esposo, mi cielo, mi vida o mi amor para ti en adelante, lirio... —levanta más la ceja— nada de Amílcar y mucho menos, señor Devine.
Lo miro sorprendida pero la expresión en su rostro, a pesar de intentar ser lo más seria posible, es tan dulce que simplemente me hace sonreír.
—Como ordenes —rio cuando veo su expresión expectante— esposo.
ESTÁS LEYENDO
LO QUE NOS HICIERON DESEAR© [COMPLETA EN EDICIÓN]
Ficción históricaElla le fue prometida a él por una apuesta. Él no quería comprometerse y mucho menos a causa de una apuesta. La vida, las circunstancias y por supuesto; la influencia de tres personas, los deja sin más opciones que estar juntos. ¿Podrán cada uno ve...