Prólogo

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"Te lo he dicho un millón de veces, Antony no es para jugar"; acicaló el peluche la hormiguita después de haberle quitado el peluche de hojas de maíz a su otro hermano.

"Venga Kail, no te pongas así; solo quería jugar un rato"; esta vez la respuesta venía de un joven saltamontes con una coraza color celeste ceniza. "Perdona, pero se hacen muy aburridas estas noches de verano"

"Y no ayuda a que papá esté de guardia por las colonias continuas"; Zepos, el menor y el más alto de los tres, descansaba en una esquina de la habitación jugando con los pétalos de su cama.

"Verdad, no se lo puedo negar. Pero eso no quita que debas dejar de respetar mis cosas, HJ", señaló Kail al mayor de los tres ante su intento anterior de jugar con su peluche con forma de saltamontes.

El silencio gobernó en la habitación, sumiendo a los tres hermanos en un mar de infinitas posibilidades de arruinar aquel momento de cualquier forma.

"Kail, la hormiga de las muñecas. Un museo de exposición no estaría mal", HJ derrumbó aquella paz apenas duradera.

"Al menos, los demás pueden distinguir un insecto real de un muñeco"; Kail contestó de forma sardónica provocando una risa entre los tres hermanos.

"Eh, tengo pase; dije que era de noche y cualquiera puede olvidar a su ¿hijo?"; se excusó ganándose más risas por los demás, era una de esas historias o torpezas que amigos y sobretodo hermanos no dejarían pasar si así tienen risas fáciles y momentos vergonzosos para el prota de la propia experiencia y atención.

Todos Como Uno SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora