Hopper III

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No era un momento para recordar pero tampoco para olvidar; esa contradicción había activado dudas en su cabeza de cómo realmente se sentía, pues que más podía decir que el ver a Flik ser tan paternal con una cría le había dado cosquillas en el estómago. Como si se hubiera tropezado con algo que siempre había querido, aunque parecía ser que se encontraba muy escondido en el fondo de su ser; no quería dejarse llevar por aquella sensación que juraba ser algo del momento al ver una muestra de cariño tan abierta en su presencia, su madre había sido justo así antes de que falleciera y se encontraría solo enlazando el cariño de Flik con los recuerdos de su madre a la que tanto añoraba... Pero no a aquella promesa que tanto le costó cumplir.

"¿Molt?", preguntó sin más a la hormiga, cuya respuesta fue que se había ido con los bichos del circo. En el fondo le dolió que no hubiera aparecido para despedirse de él; ahora solo quedaba él, de la familia que jamás pudo crecer junta, al menos le dio un lugar donde vivir a Molt mientras duró, eso cumplía parte de su promesa.

Las horas decidieron pasar a días en los que ambos se encontraban hablando de si no era en planes para futuros proyectos o mejoras de sus inventos, eran momentos de la vida de Flik y o intereses de Hopper, pero uno de los mayores temas hablados por la hormiga, era la misma Atta; quién convertida ahora en reina demostró mayor madurez a su colonia y Flik parecía estar más enamorado de ella.

A decir verdad, Hopper no veía lo raro que ambas hormigas se gustaran, eran jóvenes y estaban comenzando una historia de amor de película; pero le era preocupante el echo de sentir una pequeña sensación de "celos" cada vez que descubría que el tema iba dirigido hacia ella o elogios. En el fondo se decía a si mismo que era porque tenía más experiencia y sabía que el potencial de Flik solo se vería afectado por estar en las nubes por alguien que apenas se estaba molestando en seguir la moralidad de Flik, aunque no podía culparla. Con el tiempo descubrió la soledad que escondía aquel chico, sorprendentemente para lo que hablaba, muchas veces esquivaba temas de su pasado o temas que entraran con su niñez al igual que Hopper, pero sabía y se podía ver que la hormiga guardaba un gran dolor, como si fuera consciente de su posición entre su gente aunque todos fueran literalmente copias con rutinas de vida repetitivas.

Eso hizo que se encariñara a pocos del joven; casi como si se tratara de un joven adulto buscando seguridad o inspiración en un insecto con sus años vividos, y si que eran años. Hopper recordaba que desde que fue larva, que su especia no duraba más de unos dos o tres meses como mucho; ¿La razón? El propio exterior, la vida no era fácil su madre fue una de las pocas que decidió criarlos en compañía en vez de enterrar los huevos bajo tierra como las demás e irse para dejarlos nacer solos. Cuantos de las camadas de otros vio morir por los peligros que hacían del exterior un lugar siniestro y solitario. Fue la pérdida de su madre y el ver que el trabajo en equipo era lo que los mantuvo sanos a su hermano y a él que decidió crear su propia pandilla, encontrar un grupo de insectos acostumbrados ya al trabajo duro y constante y luego mantenerlos protegidos no dejando que otros insectos decidieran terminar con su trabajo, al igual que un panal cuida la miel de ser robada por intrusos. Al principio fueron unos días, luego semanas, luego meses y al final terminaron repitiendo lo mismo por años, Hopper era al igual que sus excompañeros uno de los pocos o únicos saltamontes en vivir más de un año, superando los tres meses con creces. Por ello aquella insistencia de proteger y mantener su liderazgo...Pero ahora que importaba.

Volviendo de sus recuerdos, sintió nada más que odio en aquel momento, y la hormiga lo notó; sin dejar preguntar se giró mirando al fondo de la celda mientras dejaba que la oscuridad lo escondiera de la mirada de Flik. "Deberías volver, chico. Hoy no tengo ganas de hablar".

Flik intentó meter un brazo entre los barrotes para insistir, pero fue asustado por el grito de furia expulsado por Hopper que había repetido que se fuera, dejando a la hormiga avergonzada al tropezar con sus propios pies antes de salir corriendo.

No era la primera vez que le gritaba al joven, aunque esta fue la primera vez que sí lo había visto asustado de verdad después de su última pelea en el nido del ave. No pudo evitar sentir algo de pena por el joven que había huido dejando la conversación a medias. Por esto aún no había conseguido el derecho a salir de aquella prisión.



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Los días volvieron a pasar y con ello la calma volvió entre la hormiga y el saltamontes que ahora parecían estar más tiempo juntos; Flik siempre respondía que era para aprender más de su prisionero y así poder ubicarlo en la colmena sin que nadie le tenga miedo, entender sus necesidades y problemas, pero con el tiempo eso se fue moldeando a algo mucho más íntimo para ambos, lo que Hopper consideró al final como una amistad.

"Hoy tengo pensado en sorprender a la prince...digo, la reina Atta con uno de...", prosiguió Hopper por él.

"Con uno de tus grandes inventos, lo has estado repitiendo estos días igual que un grillo"; Flik miró totalmente serio al saltamontes al ser cortada su diatriba.

"¿Por qué un grillo?", Dot preguntó para sorpresa de ambos machos. Fue poco después de la última discusión entre ambos que Dot decidió unirse a sus conversaciones solo por el echo de estar con Flik, todo empezó con que ella deseaba agradecer bien el trabajo de Hopper arreglando su cometa, y los siguientes juguetes que habían sido un lastre para la hormiga adulta siendo así que un día la más joven apareció con un trozo de frambuesa; Hopper no supo que decir pero dentro de él lo agradecía inmensamente, estaba arto del grano. Por ello dejó estar a la niña más con ellos.

"Porque les encanta tocar música con sus patas, pero solo saben dar una nota a lo que se hace cansino escucharlos de noche", contestó Hopper a Dot, quien rio aún sin ser consciente de saber como era un grillo.

"Ja, ja, muy gracioso, mira como me rio", señaló Flik a su cara que hizo una mueca bastante absurda de aburrimiento, creando otra risa aún más fuerte en Dot. Como si lo tuvieran ensallado, ambos insectos adultos miraron Dot para soltar una pequeña sonrisa que pronto se convirtió en risa.

"Pero...además de ese regalo ¿La llevarás a algún lado? Recuerda que Atta es algo quisquillosa, le gusta la atención"; Dot mantuvo la conversación mientras Flik y Hopper seguían riendo, siendo ahora Flik quién con la boca abierta miró a Dot, sin esperar aquellas palabras tan atrevidas; en cuanto a Hopper, este terminó ahogándose con su propia risa al punto de que todos callaron cuando empezó con una tos repentina.

"¿Habrá que enseñarte a tragar de nuevo, señor?", Flik continuó ganándose ahora una queja amistosa por parte del saltamontes.

"Ei, esa línea no se toca. No soy viejo, solo me sorprende la... atención de esta niña", apoyó ambos brazos entre los barrotes para estar más cómodo.

"Sí, parece que cada vez se está haciendo más atrevida. ¿No alzarás ninguna revolución cuando seas como Atta, verdad Dot?", Flik bromeó sacando otra risa en el grupo.

"Solo si eso me permitiera ir al circo", Dot exclamó emocionada.

"Solo espera al verano y podrás volver a verlos", Flik se agachó para intentar abrazar a la hormiga más pequeña. Hopper había aprendido con el tiempo que Flik amaba los abrazos, sobretodo los de Dot, y si ella era la que los iniciaba, la sonrisa que llegaba a ocupar la cara de la otra hormiga podía llegar a durar por horas.

"Me refiero a estar en él"; Dot apartó gentilmente los brazos de Flik, intentando dar más importancia a sus palabras. Sin que eso se esperara, la hormiga adulta quedó congelada mirando con una pequeña sonrisa pero incómoda mientras aún mantenía la vista fija en la más pequeña. Hopper pudo sentir la tensión y sin que nadie se lo pidiera atrajo la atención de Dot preguntando por uno de sus últimos juguetes que la niña le había comentado hacia tiempo que se encontraba roto. Dot no esperó en darse la vuelta para asentir emocionada al saltamontes antes de dirigirse a sus habitaciones a buscar lo nombrado.

El silencio se acomodó entre ellos dos, sin risas infantiles ni chistes de por medio. Hopper mantuvo la mirada en el joven que se encontraba mirando a otro lado evitando sus ojos, siendo consciente de su incomodidad; antes de que pudiera decir algo, el estallido de una palmada pilló a Hopper por sorpresa. Había sido Flik, quien miraba ahora con más energía al adulto. "Bueno, me están esperando ¿No crees?". Solo asintió para verlo marchar con una sonrisa renovada en aquel rostro limpio de imperfecciones.

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