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Camino desesperadamente por el estrechó pasillo de mármol negro en dirección hacia la puerta que estaba al final de este mismo. Sus pisadas hacían eco cada vez que sus botas de tacon tocaban el suelo. A medida que se acercaba se escuchaban murmullos provenientes del cuarto. Agarró la manija y tiró de ella hacia adentro, revelando a una mujer que caminaba de un lado a otro.
—Mamă, trebuie să vorbesc.Am nevoie de tine —sus llamados desesperados eran ignorados por la persona a la que más necesitaba en ese momento—. Por favor escúchame. Mamá, mamá, mamá.
—Fevronia, no ahora.¿ Acaso no ves que estoy ocupada?—dijo lanzando una mirada de irritación.
—Por favor, solo serán unos segundos no te molestaré más.—comente con desesperación.
—No. Ahora vete no te quiero ver, especialmente por tu comportamiento de esta mañana. El cual, fue extremadamente infantil.
Bajo la cabeza y asintió. Rápidamente se retiró de la oficina de su madre. Sus manos sudaban y todo su cuerpo temblaba sin control. Suspiró, intentado controlarce. Pero simplemente no podía volver a su cuerpo a la normalidad.
Se dirigió a su patio trasero y se recostó en el verde pasto que este contenía.
—Mi comportamiento infantil—bufe un poco más tranquila—. ¿Acaso no puede comprender que tengo TDHA? No es mi culpa no poder quedarme quieta, ni tampoco que se cayera ese jarrón... Bueno osea si es mi culpa pero a la vez no es mi culpa el no haber podido quedarme quieta, me allá levantado de un modo extrovertido y de un manotazo se allás caído un costoso jarrón—limpie mis ojos mientras pensaba—. Mejor me callo y observó el cielo.
Era un día soleado y el cielo estaba despejado. Miro a la lejanía y su mente traicioneramente le recordó el porque su día se arruinó.
