3. Segundo encuentro pt. II

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— He escuchado que la tasa de natalidad en nuestro país ha aumentado un

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— He escuchado que la tasa de natalidad en nuestro país ha aumentado un .5%

— ¿Qué? ¿En serio?

— Ya sabes... los jóvenes hoy en día se unen a sus parejas sin pretender hacerlo en una unión formal con una marca en sus cuellos y por supuesto, se niegan a tener descendencia.

— Eso sí que suena atroz, ¿Quiénes se creen los omegas de hoy en día? Paseándose por las calles sin una marca en su cuello, incitando a otros a que se acerquen a ellos. ¡Que descarados que son!

— La única descarada aquí es usted al hablar tan fuerte con esa lengua de arpía — dijo el castaño.

— ¿Qué? — preguntó atónita — ¿Qué dijiste, muchacho? — la omega mayor le miró sorprendida.

— Solo digo que... — se dio media vuelta en su silla — Me gustaría tomar mi café en uno de mis lugares favoritos en paz, y no puedo hacerlo si estoy escuchando las palabras que están blasfemando.

— ¿Blasfemando, dices? — preguntó sorprendida — Los omegas no marcados son los que blasfeman. Las parejas que van en contra de todo lo que la Diosa Luna profesa. Son unos inmorales, unos sinvergüenzas.

— ¡Y usted es una vieja...! — le interrumpieron

— ¡Yoongi! — exclamó — Amor...

El alfa llegó rápidamente hasta su mesa y detuvo la discusión.

— ¿Llevas mucho tiempo esperando? — preguntó el alfa.

— Hace un minuto mi café sabía de maravilla, pero esta señora que...

Y antes de que pudiera seguir discutiendo en voz alta, su alfa se acercó a la mesa donde se encontraba la omega mayor junto con otras personas para ofrecerles una disculpa.

El rubio casi sacó a rastras a su pareja, quien no quitaba su mirada asesina de esas mujeres, mientras ellas lo observaban abochornadas y molestas.

— Ya pagué tu café — dijo el alfa, estando una vez fuera del lugar — No tienes que darme las gracias.

— Eres un tonto — el mayor lo sostenía por su brazo, pero en un movimiento brusco, el omega se soltó de inmediato.

— ¿Yo? ¿Un tonto? Amor... ¿Estás escuchándote a ti mismo?

— Un alfa tonto — el castaño arrugó la nariz y le miró malhumorado.

— Oh, mi gatito — dijo con voz ronca y se acercó su rostro para poder darle un beso en la mejilla — Mi dulce y malhumorado gatito. Si te sigues enojando, tal vez el bebé saque tu cara — bromeó.

Yoongi parpadeó lento y se alejó.

— ¿Y eso es malo? — preguntó en voz baja — ¿Sería tan malo que este cachorro nazca con mi cara, Seokjin? — sus ojitos se pusieron llorosos.

𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐒𝐎 𝐃𝐄 𝐉𝐄𝐎𝐍 𝐉𝐔𝐍𝐆𝐊𝐎𝐎𝐊 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora