Capítulo VI.

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—He notado que... la forma en la que me miras es diferente a como lo hacías antes —Kuro dice con cuidado, midiendo la reacción del otro—. Durante las últimas semanas, yo... me di cuenta de que me siento atraído hacia ti.

—Nosotros... —Kenma lucha por pensar qué decir mientras procesa lo que está sucediendo— Somos amigos.

—Lo sé, pero eso no significa que no pueda verte atractivo —ante sus palabras, Kenma se ríe nervioso y el pelinegro baja la mirada a sus manos—. No estoy diciendo que tengamos que tener una relación, simplemente... Cuando nos tocamos —Kuro endereza sus hombros y vuelve a mirar a los ojos de su mejor amigo— es suave y... No digo que tengamos que follar. Si quieres que sea algo íntimo y estar con alguien a quien le importes... Nosotros podríamos...

—¿Quieres decir... masturbarnos? —el teñido pregunta con lentitud mientras sus palabras suenan teñidas de confusión. Kuro siente sus mejillas acalorarse pero niega rápidamente con su cabeza.

—No, no, eso no es lo que quise decir... ¿puedo... puedo mostrártelo?

—Mh —Kenma traga saliva para recordarse la situación en la que está—. Sí.

—Bueno —Kuro asiente mientras respira cuidadosamente—, si esto te parece raro, si no te gusta, o sientes que está mal... Dime que pare ¿está bien?

—Está bien —el rubio responde débilmente.

Asintiendo una vez más, Kuro se acerca a Kenma, quien está sentado en la cama con sus piernas cruzadas, vistiendo únicamente una camiseta del pelinegro y un pantalón corto bastante holgado que también le había robado a su mejor amigo.

Kuro posa sus manos en los muslos del más pequeño comenzando a frotar la piel con sumo cuidado, haciendo movimientos medidos mientras observa el rostro de Kenma en busca de una señal que indique que no le guste el tacto del más alto. Sin embargo, lo que encuentra es un chico nervioso pero interesado en lo que estaba pasando.

—Como esto ¿ves? Intentar las cosas que te gustan —Kuro murmura en voz baja mientras sus manos se mueven lentamente hacia la parte interna de sus muslos— y...

—¿Y? —el más pequeño pregunta sintiendo su ritmo cardíaco aumentar.

El pelinegro mueve una de sus manos hacia el dobladillo de la camiseta de Kenma, levantándola sutilmente para que su mano pueda descansar sobre su cintura, frotando su piel maravillándose ante lo tersa y cálida que es.

—¿Qué tal eso? —pregunta por lo bajo.

—Está bien... —el teñido responde tratando de mantener su voz tranquila— Pero, mh... ¿puedes...? —los movimientos de Kuro se detienen ante sus palabras y Kenma siente que sus mejillas se calientan aún más— ¿Puedes tocar mi cuello?

El más alto asiente y una de las manos en el muslo del otro se mueve hacia el cuello del teñido, pasando sus dedos por su hombro y clavícula, deleitándose al sentir la curva en el cuerpo ajeno. La respiración de Kenma se entrecorta cuando los dedos de Kuro recorren su piel, aumentando el pulso bajo el tacto.

El chico de ojos dorados no está seguro si es el hambre de contacto por el aislamiento lo que hace que las caricias de Kuro se sientan tan bien, o si es el hecho de que es Kuro tocándolo. Pero no se detiene a buscar una respuesta, en cambio, cierra los ojos e inclina la cabeza hacia atrás para permitirle un mejor acceso.

Siente el aliento de su mejor amigo sobre su piel anticipando sus labios, pero aún así se sorprende cuando siente como deposita suaves besos sobre su cuello.

—Kuro...

—¿Puedo seguir? —pregunta justo debajo de su oreja, tan bajo, que apenas puede oírlo.

Mejores amigos ; kuroken (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora