Capítulo II.

1.6K 158 36
                                    

En dos semanas, la atmósfera del mundo había cambiado drásticamente. La presencia de un virus que es altamente contagioso y que puede ser fatal para la población, prácticamente había detenido a toda la sociedad. Todo estaba en suspensión, incluyendo el trabajo de Kenma. Su jefe le dijo a Kenma que puede hacer todo desde casa. Y este, lejos de oponerse, contento estaba con no tener que salir de su hogar. ¿Hacer vida social? Completamente innecesario.

Para cuando Kuroo le mandó un mensaje, los aeropuertos aún no cerraban y tuvo la posibilidad de viajar.

Por eso, cuando le escribió sin previo aviso, no tuvo margen de decisión dentro de sus palabras.

(PERDONEN LO POCO REALISTA DE LA IMAGEN 🥺 preferí hacerlo antes que solo escribirlo)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(PERDONEN LO POCO REALISTA DE LA IMAGEN 🥺 preferí hacerlo antes que solo escribirlo)

Kenma intenta responder que no es necesario, pero su mensaje no es recibido. Kuro ya está viajando, así que tan solo hace lo que su mejor amigo dice; empaca un bolso con ropa, productos personales, algo de alcohol, sus bocadillos preferidos, su computadora, consolas, y conduce hasta su casa.

Al entrar con la copia que el pelinegro le dio hace años, el teñido comienza a darle vida a la casa. Enciende velas aromáticas que Kuro guarda en un mueble y prepara algo para cenar, así como también compra por internet productos para abastecer el refrigerador por las siguientes dos semanas. Se asegura de comprar cosas que le agradan a ambos y otras cosas extrañas que solo a Kuro podrían gustarle. Finalmente llama a su madre y a Aiko, la madre de Kuro, para avisarles que estará con el pelinegro, ante cualquier cosa.

Cuando Kuro cruza la puerta principal, se parece a su versión más joven jugando su primer partido profesional que al hombre adulto que había visto hace tres semanas. Las bolsas debajo de sus ojos son evidencia de su desfase de horario y la acumulación de estrés, su chaqueta está arrugada por el avión, su cabello se encuentra desordenado y parece poder colapsar en cualquier momento una vez que cierra la puerta tras él.

—Kuro —el teñido camina hacia él y le da un fuerte abrazo, una de sus manos frota la espalda del más alto mientras que la restante se posa en su cabello, jugando con él como acostumbra a hacer— ¿Estás bien?

—Fue un viaje largo —murmura en respuesta, cerrando sus ojos mientras abraza el cuerpo más pequeño con fuerza—. Todo el mundo se está volviendo loco por viajar, tuve suerte de conseguir un vuelo de regreso a casa.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunta Kenma separándose del abrazo que ansiosamente ambos esperaban. Se acomodó su cabello desordenado tras la oreja y le miró interrogativamente— Podrías haberte quedado en Los Ángeles.

—Sí, pero... —el pelinegro hace una pausa para encogerse de hombros y continúa— Sabía que estarías sólo, y quería estar contigo.

Kenma no puede evitar la suave sonrisa que se dibuja en su rostro.

—Vamos, tengo la cena lista.

Kuro apenas puede terminar de comer con los ojos abiertos, aún así insiste en ver una película después de cenar. Kenma intentó decirle que debería irse a dormir, pero el pelinegro no escuchó su sermón.

Mejores amigos ; kuroken (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora