Capítulo VIII.

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Lo primero que registra Kenma al despertar, es la sensación de que alguien le acaricia el pelo.

No necesita abrir los ojos para saber que es Kuroo. Por supuesto que es él, siempre ha sido él. En todos los sentidos.

Kenma suspira y reajusta su posición en la cama, acercándose un poco más a Kuroo. Se estremece por el frío que recorre su espalda todavía desnuda por la actividad de la noche anterior, y es la única pista que necesita el pelinegro para tomar la sábana y cubrirlo de mejor manera.

—¿Estás despierto? —pregunta Kuroo con suavidad.

Kenma mueve la cabeza en un pequeño asentimiento, y cuando responde, su voz suena espesa por el sueño.

—Apenas.

Una risa escapa de los labios de Kuroo y lo siguiente que siente Kenma son los cálidos labios de su mejor amigo contra su mejilla.

—¿Cómo te sientes?

—Con resaca y adolorido —Kenma finalmente abre sus ojos mientras habla y casi desea no haberlo hecho.

El cabello de Kuroo es un desastre, tanto por el sexo como por las horas de sueño; desordenado, salvaje, y cubriendo parte de los ojos mieles del pelinegro. Sus mejillas están de un lindo color carmesí y su cuello está cubierto de marcas hechas por los labios del más pequeño. Kenma sabe que, si Kuroo se volteara, su espalda también tendría marcas de sus uñas cubriendo su piel, y eso lo avergüenza, pero deleita al mismo tiempo. Se ve completamente jodido y contento, pero también mucho más relajado de lo que lo ha visto en mucho tiempo.

Kenma se pregunta si él luce de la misma manera.

—Lo siento —dice Kuroo con un tono de voz más tímido.

—No es tu culpa —el teñido se encoge de hombros sutilmente al soltar su respuesta.

—Bueno... en realidad lo es —el pelinegro pasa sus dedos lenta y suavemente por las caderas de Kenma y este se sonroja.

—Supongo que sí.

Kuroo se ríe ligeramente, risa que se desvanece cuando sus miradas se encuentran.

—Deberíamos... Probablemente deberíamos hablar sobre lo que pasó —cuando Kuroo termina de hablar, el teñido frunce sus labios.

—Sí, deberíamos.

—Entonces... —el pelinegro comienza dubitativo mientras apoya su cabeza sobre su brazo, sin dejar de acariciar la cadera del más pequeño— ¿Te arrepientes?

—No, no... ¿Tú?

—No —el más alto responde de manera inmediata—. No me arrepiento.

—Bueno... —Kenma es consciente de la mirada de Kuroo sobre él mientras formula sus palabras— ¿Lo... lo disfrutaste? —el pelinegro bufa mientras sacude su cabeza con incredulidad.

—Por supuesto que lo disfruté, gatito. Se sintió... Te sentiste como el cielo —ante su comentario, el rubio sintió el calor inundar su rostro, y desviando la mirada, Kenma respondió.

—Nunca había... Siempre ocupé condón con mis parejas, así que... Esta ha sido la primera vez que...

Los dedos de Kuroo se detienen brevemente en su acción, como si estuviera decidiendo si comentar o no al respecto. Pero cambia de opinión en el último momento.

—¿Tú lo disfrutaste?

—Lo hice.

—Dijiste que eres mío. ¿Qué quisiste decir con eso?

Mejores amigos ; kuroken (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora