4. Terror en el ascensor.

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Rally no llegó solo además de su chofer lo acompañaba una pareja conformada por un hombre alto y robusto y una mujer ligeramente más baja y delgada, quién recogía su cabello rubio en un tirante rodete.

Rally los presentó como una pareja que llevaba casada cinco años y que se dedicaban a trasladar a personas ofreciendo seguridad en eventos masivos. Rally los conocía bien y confiaba en ellos, ya que en el pasado habían trabajado para mis padres.

Justo cuando comenzaba a ilusionarme con ellos como mis guardaespaldas, Rally, me advirtió que solo me cuidarían por ese único día, ya que su propia empresa de seguridad requería de su presencia y no tenían disponibilidad horaria para un nuevo cliente.

- ¡Es un placer conocerlo al fin, joven Chalamet! – saludó la mujer con una sonrisa y una leve inclinación de cabeza.

- Lamento haber interrumpido su trabajo. – me disculpé sinceramente.

- No se preocupe, adoramos a sus padres por lo que es un placer trabajar con usted. – expresó la mujer, extendiendo su mano hacia mí.

Yo le devolví el saludo y me concentré en el hombre que la acompañaba, quién hasta el momento se había mantenido quieto y en silencio. La mujer miró a su esposo, se notó extrañada frente a su actitud y levemente tiró de su puño para que se pronunciara, mientras mi mano seguía extendida en el aire.

- Buenos días – tartamudeó el hombre sin tocarme.

La mujer volvió a fijarse en él pero Rally nos interrumpió:

- ¡Llegaremos tarde!

Subimos al vehículo, algo más pequeño que una furgoneta, con dos líneas de asientos enfrentados entre sí. Me acomodé junto a Rally y frente a nosotros se sentaron los dos guardaespaldas. Durante el viaje, la mujer habló animadamente sobre una ocasión en la que ambos, ella y su esposo, escoltaron a una celebridad extranjera que visitó el país. Contrario a lo que hubiese creído, la mujer no omitió detalles sobre la actitud del famoso, deteniéndose en su manera de comer, vestir o hablar, algo que me instó a guardar silencio sobre mi propia vida, por miedo a ser ridiculizado en una charla con sus futuros clientes.

Mientras que la mujer no se cansaba de hablar, la actitud de su esposo era completamente opuesta hasta el punto que apenas me percaté de la presencia del hombre a su lado, quien se mantuvo inmóvil y en silencio.

Rally me indicó que todas las entrevistas se llevarían a cabo en una de las habitaciones del hotel Imperial.

- Ocuparemos una habitación extra para que puedas cambiarte y arreglarte. – detalló mirando la pantalla de su teléfono.

- De acuerdo. – le dije un poco abatido.

- Solo será un día, por favor sonríe. – pidió despeinando mi cabello.

- Lo haré.

A los minutos, un mensaje hizo brillar la pantalla de mi teléfono:


*Recuerda lo que hablamos hoy: Redirige la atención*


Era un mensaje de Rally, quien no se atrevió a hablar frente a la indiscreta mujer.


*No te preocupes*. Escribí y envié.


Cuando llegamos, Rally se bajó del vehículo frente al hotel, argumentando que debía encargarse de algunas cosas y le dio instrucciones al chofer para que ingresara por la entrada trasera.

CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora