- ¿A qué hora llegaste? – preguntó mi amigo jugando con mi almohada.
- Tarde – dije con poca fuerza.
- ¿Te bañaste?
- Sí.
- Debiste secar tu cabello, aún sigue húmedo. – dijo tocando mi cabeza.
- ¡Cállate y déjame dormir!
- Iré a preparar el desayuno – mencionó saliendo de la cama.
- ¡No, quédate conmigo un rato más!
Alex acarició mi cabeza y nuevamente regresó a la cama, donde se acomodó a mi lado y dijo:
- De acuerdo, pero ya no llores más. ¡Mataré a ese idiota que te hace llorar!
***
Me dolía todo el cuerpo, me sentía pesado y agotado, pero Alex se encargó de que no me quedara tirado en la cama como un pañuelo usado.
Revoloteó a mí alrededor como una mariposa a una flor. Preparó comida para mí y me entretuvo con dudas y conversaciones científicas.
- Terminaré pronto. – señaló metiendo una cuchara llena de cereales en su boca.
- Lo sé.
- Tendré que irme – agregó y me miró.
- También sé eso.
Si tuviera que ser justo, diría que Alex era perfecto. No había defecto en su persona, cualquiera en mi lugar, se habría aferrado a él como garrapata, pero en mi vida existían algunas cosas que me impedían encadenarme a él.
- No quiero dejarte a merced de ese sujeto.
- Alex... no soy un niño.
- Actúas como si lo fueras. Corres detrás de él en cuanto te llama.
Escuchar eso fue duro.
- ¡No es cierto! – Me defendí. – Me ha llamado ochenta veces y no le respondí.
- ¡Bloquéalo! – exigió.
- No puedo.
Alex no tenía idea de las razones por las que estaba atado a Camil y tampoco podía explicarlas.
- ¿Por qué? – insistió ante mi silencio.
- Tenemos un trato. – Me limité a decir escondiendo mi rostro detrás de la caja de cereales.
- ¿Un trato?
- Si, un trato.
- ¿Qué obtienes tú, además de lágrimas? – Expresó con cierto recelo.
Permanecí en silencio.
- Ven conmigo. Budapest es un buen lugar para descansar. Te llevaré a conocer el Danubio.
Habría dicho que sí al instante, habría subido por las escaleras hacia mi habitación solo para buscar mi pasaporte y salir hacia el aeropuerto con Alex en una mano y el señor Cachetes en la otra, pero mi mal me detuvo.
Era un riesgo para mí y para cualquiera que se acercara.
- Me encantaría conocer tu hogar. – le dije sinceramente.
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CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")
RomanceMis padres cortaron el lazo con la hoja de una cuchilla, pero hay alguien detrás de mí. ¿Será el indicado?