Al llegar al primer piso de la residencia, se tomó un instante para recuperar la respiración y brincó del susto cuando una mano lo sujetó del antebrazo, creando un resistente agarre y fue jalado hacia una de las tres puertas de madera que habían en ese nivel.
Los pies se le enredaron al caminar y sus ojos se abrieron como dos platos llanos al ver la espalda descubierta del alfa que lo guió al interior de una habitación. Atravesaron como prófugos el umbral, alarmados y cuidadosamente, la puerta fue cerrada con seguro sin hacer ruido.
Felix batió las pestañas y lo azotó el aroma vigoroso que se extendió por el ambiente, ese que ya conocía pero que se advertía violentamente más fuerte.
Su extremidad fue soltada, las marcas de los dedos mancharon su piel y no pudo pasar saliva. Jadeó al ver a Chan semidesnudo, tenía a la vista la perfecta piel bronceada, los tatuajes decorando su pecho y brazos, así como un bulto indecoroso resaltando bajo la ropa interior que portaba.
Se quedó en blanco, no coordinó el cerebro con la boca y tampoco se previno de la presión que su cintura sufrió al ser apretada con ahínco, mucho menos pronosticó encontrarse en seco con la pared más cercana, su espalda chocó sin compasión y no hubo ningún tipo de amortiguador en el acto.
Chan lo miró con una chispa diferente, era una rara combinación entre lo delicado y lo hambriento. Algo ingobernable, desatado.
Sus labios fueron tocados por el índice ajeno, con la yema cepillando suavemente y enseguida hubo un pellizco que le apretujó para que el color cereza se intensificara.
—Omega, tan dulce...—susurró, acorralando aun más su cuerpo en el muro—. Estás aquí, para mí. Sabes bien lo que va a pasar...
A Felix se le trancó el aliento.
Por supuesto que lo sabía, no dejó de pensar en ello desde que se lo llevaron de la universidad y tal vez el destino se puso a su favor cuando el director tomó la decisión de suspenderlo una semana entera.
Volver a casa no era tan malo después de todo.
—Sí, aquí estoy —Una llamarada le quemó en el vientre—. Nadie más debe ayudarte...
Chan gruñó y su ritmo cardíaco se disparó en efecto colateral.
—¿Es una orden? —inquirió acariciándole la cadera por encima de los pantalones.
Se derritió con el toque, su mirada cayó al exhalar.
—Es... es una advertencia —Aseveró. Ya no pensaba con claridad—. A ti tampoco se te acercará otro omega, solo yo.
El castaño curvó los labios, presionando su pulgar sobre los de Felix y se deleitó con la simple imagen, al tenerlo con la boca entreabierta.
No había forma de retroceder.
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The pretty artist ♡ chanlix
FanfictionFelix tenía un pequeño (gran) crush con Chan desde los quince años. La realidad, era que el omega se convertía en un manojo de nervios cuando estaba frente al alfa, dejando de ser aquel extrovertido y parlanchín muchacho. Su paz interior se alteraba...